"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 9 de junio de 2025
MIGUEL D’ORS
Ella
Es
misteriosa como el tiempo y el mercurio,
delirante y exacta, álgebra y fuego.
Cuando nadie la espera, coronada de escarcha
baja tarareando con pies maravillosos
por entre los helechos. Muchos enamorados
consagraron su vida a llamarla, elevaron
laboriosos palacios para ella
y no condescendió ni a una mirada.
No sirve para nada y son millones
los que viven por ella. Cuando piensas
que prefiere los locos y vagabundos, pasa
del brazo de un ministro o Mr. Eliot.
Es papeles manchados de tinta y es el mundo
con hogueras y robles, despedidas, los Andes,
la luna azul y Concha Valladares. Su rostro
constantemente cambia, inconstante. Y no cambia.
Bécquer la confundió con el Amor
y es una forma de no ser feliz.
YEVGUENI YEVTUSHENKO
Cada
idioma tiene una irresistible belleza…
Cada
idioma tiene una irresistible belleza.
Cada idioma tiene algo ofensivo,
obsceno.
Pero acariciar y bendecir es nuestra única tarea que hacemos
con cierta vergüenza.
Yo admiro la timidez
del que se sonroja pidiendo: “arrúllame”.
Para mi hijo de 15 años
no hay ni Stalin ni Beria.
Es tan ingenuo
aún cuando es un adolescente que parece un gigante.
Su cabeza de pelo revuelto está en Tulsa, Oklahoma,
y sus piernas en Siberia
como un bebé le ruega a su madre: “arrúllame mamá”.
Y cuando ella, medio dormida,
corrigiendo interminables trabajos,
muerta de cansancio,
batallando con los padres de sus estudiantes
que se disculpan de los malos trabajos de sus hijos,
ella me susurra como nuestro hijo menor: “arrúllame por favor”.
Y cuando la arrullo, yo también bastante cansado y con poca energía,
descubro una primera cana en su pelo,
parecida a una delicada hebra que no había visto antes,
entonces recuerdo a mi propia madre
igual que un huérfano en el día de navidad,
quien ni siquiera pudo susurrar nunca al oído de su madre:
“arrúllame por favor”.
Monumento a mí
No
quiero que en el futuro me erijan un monumento
si lo van a poner en una calle oscura, desierta y hedionda
en alguna parte de la Rusia inválida del 4to Mundo,
pulverizada imperialmente primero su lado izquierdo
pero tratando de esconder su miseria con la mano derecha
en sus bolsillos llenos de agujeros
último animal domesticado amarrado a una cuerda de piojos.
No
deseo que en el futuro me erijan un monumento
aún si lo pusieran en un jardín de metales oxidados
allí donde nuestras gigantescas bananas rusas
son unos podridos y abollados misiles.
No
necesito ningún monumento.
Lo único que quiero es que mi Patria regrese a mí.
FADWA TUQAN
El
día en que conocimos la muerte y la traición…
El
día en que conocimos la muerte y la traición,
se hizo atrás la marea,
las ventanas del cielo se cerraron,
y la ciudad contuvo sus alientos.
El día del repliegue de las olas; el día
en que la pasión abominable se destapara el rostro,
se redujo a cenizas la esperanza,
y mi triste ciudad se asfixió
al tragarse la pena.
Sin
ecos y sin rastros,
los niños, las canciones, se perdieron.
Desnuda, con los pies ensangrentados,
la tristeza se arrastra en mi ciudad;
el silencio domina mi ciudad,
un silencio plantado como monte,
oscuro como noche;
un terrible silencio, que transporta
el peso de la muerte y la derrota.
¡Ay,
mi triste ciudad enmudecida!
¿Pueden así quemarse los frutos y las mieses,
en tiempo de cosecha?
¡Doloroso final del recorrido!
LUIS PIMENTEL
Oración
a nuestros pies
¡Qué
esfuerzo, Señor, para no ser cuarzo!
Olvidadas rosas de marfil que la noche pule.
¿No temblasteis de miedo al contemplarlos desnudos?
Allí la sangre es ya resplandor,
es donde la luz tiene su ultimo refugio.
Pies de Cristo en la cerrada urna del amanecer;
una lluvia de lirios lívidos sobre ellos cae.
La playa desierta guarda sus huellas,
y soportáis ese pesado fuego de la frente,
velando una modestia en la sombra.
Versión
de Miguel González Garcés.
NEZAHUALCÓYOTL
Lo
pregunto
Yo
Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de verás se vive con raíz en la tierra?
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
RICHARD BRAUTIGAN
Agujero
de estrella
Me
siento aquí,
en el perfecto borde
de una estrella,
miro
su luz
volcarse
hacia mí.
La
luz se vierte
a través
de un pequeño agujero
en el cielo.
No
soy muy feliz,
pero puedo mirar
las cosas habitar
la lejanía.