Oración
a nuestros pies
¡Qué
esfuerzo, Señor, para no ser cuarzo!
Olvidadas rosas de marfil que la noche pule.
¿No temblasteis de miedo al contemplarlos desnudos?
Allí la sangre es ya resplandor,
es donde la luz tiene su ultimo refugio.
Pies de Cristo en la cerrada urna del amanecer;
una lluvia de lirios lívidos sobre ellos cae.
La playa desierta guarda sus huellas,
y soportáis ese pesado fuego de la frente,
velando una modestia en la sombra.
Versión
de Miguel González Garcés.
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