"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 7 de junio de 2020
CONCEPCIÓN ARENAL
El oso y el lobo
En
la cristalina fuente
Que
tan pura el agua lleva
En
su rápida corriente,
Y
se llama río Deva
Cuando
llega al mar potente.
Y
de Julio caluroso
Como
a las doce del día,
Llegó
a beber presuroso
De
un lobo en la compañía
Grande
y corpulento un oso.
El
aura suave y pura,
la
pradera florida,
la
fuente que murmura,
Todo
a descansar convida
Y
paz ofrece y ventura.
Sentáronse
a descansar
El
lobo y el oso juntos
No
viendo a nadie llegar,
Y
después de otros asuntos
Pónense
de éste a tratar:
«Ya
me acerco a la vejez,
Dijo
el lobo y por más traza
Que
en ello pongo, ¡pardiez!,
Cada
día hay menos caza
Y
más hambre cada vez.
Pasan
del Abril las flores,
Pasan
las nieves de Enero
Sin
que en estos alredores
Logre
atrapar un cordero
A
los malditos pastores.»
«Te
está muy bien empleado,
Respondióle
grave el oso ,
¿Por
qué, del hambre acosado,
no
has de tragar, melindroso,
De
yerba un solo bocado?
¿Por
qué no comes manzanas
Ni
peras, ni moscatel,
Que
de nombrarle entro en ganas,
Ni
maíz, ni rica miel,
ni
cerezas, ni avellanas?
¿Tiene
de razón asomo
Tu
carnicera manía?
Come
de todo, cual como,
Que
si no, por vida mía,
Flaco
has de tener el lomo.
Si
acaso de hambre te mueres
De
mi cariño leal
Ni
el menor auxilio esperes;
No
es lo que te pasa un mal
Sino
porque tú lo quieres».
Mas
el lobo replicó:
«Si
comer frutas no puedo.»
«Pues
qué, ¿no las como yo?
No
auxiliaré, no haya miedo,
al
que la razón no oyó.»
Así
hallamos en la vida
Moralistas
como el oso
Que
intentan, cosa es sabida,
Con
aire majestuoso
Cortarnos
a su medida.
Poco
es que la humanidad
Contra
sus dogmas arguya;
No
hay otra felicidad
Ni
otra razón que la suya,
Ni
tampoco otra verdad.
Si
de un pecho dolorido
No
comprenden la amargura
Exclaman:
¡dolor fingido!
Y
es necedad o locura
La
pasión que no han sentido.
Por
no sé qué facultad
Del
mundo se juzgan dueños,
Y
su grave necedad
creced,
dice a los pequeños,
y
a los grandes, acortad.
Años
hace que le oí
Decir
como regla a un viejo
Y
la guardé para mí,
Que
el sabio al dar un consejo
Se
acuerda poco de sí.
CAROLINA CORONADO
A dónde estáis, consuelos de mi alma
¿A
dónde estáis, consuelos de mi alma,
cantoras
de esta edad, hermanas mías,
que
os escucho sonar y nunca os veo,
que
os llamo y no atendéis mi voz amiga?
¿A
dónde estáis, risueñas y lozanas
juveniles
imágenes queridas?…
Yo
quiero veros, mi tristeza acrece
la
soledad mi padecer irrita;
a
darme aliento a mitigar mi pena
venid,
cantoras, con las sacras liras.
He
visto alguna vez que al cuerpo herido
flores
que sanan con su jugo aplican,
de
mi espíritu triste a la dolencia
yo
le aplicara la amistad que alivia.
Flores,
que la salud de pobre enferma
pudierais
reanimar con vuestra vista,
¿por
qué estáis de la tierra en el espacio,
colocadas
tan lejos de mi vida?…
Ése
es, cantoras, de infortunio el colmo,
ésa
en el mundo la mayor desdicha;
sufrir
el mal, adivinar remedio
y
no lograrlo cuando el bien nos brinda.—
No
he de lograrlo sola y olvidada,
como
el espino en la ribera umbría,
de
mi cariño las lozanas flores
lejos
de la amistad caerán marchitas.
Nunca
os veré; mi estrella indiferente
no
marca en mi vivir grandes desdichas,
pero
tampoco ¡ay Dios! grandes placeres,
tampoco
venturosas alegrías.
¿Qué
valen las desgracias si a sus horas
de
tormentoso afán sigue la dicha?
Es
menos bella la existencia, hermanas,
pálida,
melancólica, indecisa;
que
no tenga un azar de los que rinden
ni
una felicidad de las que animan.
¡A
Dios, auras de abril, rosas de mayo,
cantoras
bellas de la patria mía!
Yo
no puedo estrecharos en mis brazos,
yo
no puedo besar vuestras mejillas;
pero
al ardiente sol mando un suspiro
y
a la luna, al lucero y a la brisa
para
que allá, donde en la tierra os hallen,
lo
lleven en sus alas fugitivas.
¿Qué
dais, hermanas, de mi amor en pago?
Dadme
canciones tiernas y sencillas
reflejo
puro de las almas vuestras,
consuelo
activo de las ansias mías;
y
así podré exclamar «¡nunca las veo,
sin
verlas moriré, mas logro oírlas!»
EEVA KILPI
Dime si molesto
Dime
si molesto,
dijo
él al entrar,
porque
me marcho inmediatamente.
No
solo molestas,
contesté,
pones
patas arriba toda mi existencia.
Bienvenido.
JULIÁN MARCHENA
El loco
Para
librarme de la prosa vana
Y
contemplar de la ilusión el vuelo,
Me
paso largas horas de desvelo
Asomado
en silencio a mi ventana.
Hundo
mis ojos en la noche arcana
Y
mientras sorben plenitud de cielo,
Toda
la inmensidad, como mi anhelo,
De
magníficos astros se engalana.
En
una noche de imborrables huellas
En
que, absorto en mi viaje a las estrellas,
Las
miraba acercarse poco a poco,
Cortó
las alas a mi fantasía
La
voz de un rapazuelo que decía:
-¡Allí,
en esa casa, vive un loco!
EMILY DICKINSON
Certidumbre
Yo
jamás he visto un yermo
y
el mar nunca llegué a ver
pero
he visto los ojos de los brezos
y
sé lo que las olas deben ser.
Con
Dios jamás he hablado
ni
lo visité en el Cielo,
pero
segura estoy de a dónde viajo
cual
si me hubieran dado el derrotero.
SOFÍA CASANOVA
Poesía del destierro
Cuando
dejé mi Patria llevaba la quimera
del
amor y del triunfo cual musa compañera
y
allá en las soledades de la nieve murió…
Pero
de su alba forma vi surgir florecida
La
verdad- la experiencia- que es la voz de la vida,
Y
ella fue quien a España viva me reveló”.
____________________Cancionero
de la dicha, 1911
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