"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 20 de agosto de 2019
MARIA MERCEDES CARRANZA
Oración
No
más amaneceres ni costumbres,
No
más luz, no más oficios, no más instantes.
Sólo
tierra, tierra en los ojos,
entre
la boca y los oídos;
tierra
sobre los pechos aplastados;
tierra
entre el vientre seco;
tierra
apretada a la espalda;
a
lo largo de las piernas entreabiertas, tierra;
tierra
entre las manos ahí dejadas.
Tierra
y olvido.
CONRADO NALÉ ROXLO
El grillo
Música
porque sí, música vana
como
la vana música del grillo;
mi
corazón eglógico y sencillo
se
ha despertado grillo esta mañana.
¿Es
este cielo azul de porcelana?
¿Es
una copa de oro el espinillo?
¿O
es que en mi nueva condición de grillo
veo
todo a lo grillo esta mañana?
¡Que
bien suena la flauta de la rana!...
Pero
no es son de flauta: en un platillo
de
vibrante cristal de a dos desgrana
gotas
de agua sonora. ¿Qué sencillo
es
a quién tiene corazón de grillo
interpretar
la vida esta mañana!
JORGE EDUARDO EIELSON
En
el corazón del otoño
Este taller dorado, señora,
Si usted suelta sus cabellos,
Su corsé, sus abundantes senos,
Arderá. La Muerte vestida,
Calavera de viejo sombrero,
Con plumas de pato en la nuca,
Vendrá, si usted llora, señora,
Desnuda en el bosque, si llora.
Hermosa señora, qué viento,
Qué viejo ya el día, las flores,
La cera y el vino, sus ojos, señora.
Este taller dorado, señora, es el otoño.
Este taller dorado, señora,
Si usted suelta sus cabellos,
Su corsé, sus abundantes senos,
Arderá. La Muerte vestida,
Calavera de viejo sombrero,
Con plumas de pato en la nuca,
Vendrá, si usted llora, señora,
Desnuda en el bosque, si llora.
Hermosa señora, qué viento,
Qué viejo ya el día, las flores,
La cera y el vino, sus ojos, señora.
Este taller dorado, señora, es el otoño.
De: "Doble
diamante"
JESÚS DAVID CURBELO
Cirios
(luz)
De
ciudad en ciudad
vamos
trazando
el
mapa de este amor.
Cartas,
citas, mensajes,
enlazan
tu hemisferio con el mío
en
la cartografía del espíritu;
sangre,
saliva, semen y sudor
conforman
los océanos
donde
la carne baña
su
continua inquietud de continente.
Acude
a ambos bautismos:
unge
tu cuerpo con mi aceite amargo,
el
que destila el alma entre el tormento
de
perseguir a su mitad gemela
hasta
ese umbral en que la muerte funda
la
ciudad infinita del amor.
SERGIO BRICEÑO
Coda II
Pensaban
los que escriben
que
la tinta eran ellos.
Pero
un tercer pulmón
los
obligó a toser.
Dejaron
una mancha
de
sangre
aquí
en la hoja.
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