"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 14 de diciembre de 2015
BLANCA CASTELLÓN
I.- Orilla opuesta
No puedo llevar mi vida a todas partes
por ahora me iré sin hacer ruidos que la perturben
que no me siga aunque me necesite
es tan frágil la pobre
tan de mí dependiente
aunque me duela tendré que amonestarla
abandonarla por unos días
aprenda así
a valerse por sí misma.
No puedo llevar mi vida a todas partes
por ahora me iré sin hacer ruidos que la perturben
que no me siga aunque me necesite
es tan frágil la pobre
tan de mí dependiente
aunque me duela tendré que amonestarla
abandonarla por unos días
aprenda así
a valerse por sí misma.
CARMEN JODRA DAVÓ
7.
Nada
Sobre
las altas bóvedas del cielo,
yo habité los palacios donde el hielo
brilla en azul, y en busca de consuelo
me embriagué de licores celestiales.
Y en las cámaras bajas del subsuelo,
los antros llameantes del desvelo
y del vicio, y en busca de consuelo
me emborraché con vinos infernales.
Ahora quieren que elija: o uno u otro.
No saben que, una vez la elección hecha,
seguiría buscando, insatisfecha
criatura a medio hacer, sobre la cresta
de la duda hasta el fin, y no hay respuesta
posible, nada, nunca...
Ni Uno ni Otro.
yo habité los palacios donde el hielo
brilla en azul, y en busca de consuelo
me embriagué de licores celestiales.
Y en las cámaras bajas del subsuelo,
los antros llameantes del desvelo
y del vicio, y en busca de consuelo
me emborraché con vinos infernales.
Ahora quieren que elija: o uno u otro.
No saben que, una vez la elección hecha,
seguiría buscando, insatisfecha
criatura a medio hacer, sobre la cresta
de la duda hasta el fin, y no hay respuesta
posible, nada, nunca...
Ni Uno ni Otro.
De "El ciclo satánico"
ANA MARÍA MOIX
Andando
el tiempo se verán las caras…
Andando
el tiempo se verán las caras, esos que gritan por las esquinas viva la
revolución. Degeneramos, compañeros. Preguntad al mozo de telégrafos si le
gusta la historia de Rossy Brown.
Rossy partió bajo la luna, una noche de fiesta en casa de Míster Brown. Un caballero la envolvió en su capa y a sus sueños la llevó.
Regresó luego, triste y perdida, y a los pies de la mamá sollozó: Yo no sabía qué me decía aquella noche, verbena de San Juan, cuando dije estoy cansada y tengo sueño, mañana ya os veré. Tengo una herida y un hijo muerto. Sólo su capa Jim me dejó. Era mi dueño, y aunque lo digan, Jim nunca fue salteador.
Lo saben Rossy y la cocinera que en el ajo estuvo en la ocasión: Jim vuelve siempre. De madrugada su canción canta a las muchachas de negros ojos y dulce voz:
Un amor tiene cualquiera
pero Dulce Jim, no.
Y es que el mozo de telégrafos está enamorado, y no sabe qué hacer para que la hija de la portera entienda que no es muchacho del montón.
Rossy partió bajo la luna, una noche de fiesta en casa de Míster Brown. Un caballero la envolvió en su capa y a sus sueños la llevó.
Regresó luego, triste y perdida, y a los pies de la mamá sollozó: Yo no sabía qué me decía aquella noche, verbena de San Juan, cuando dije estoy cansada y tengo sueño, mañana ya os veré. Tengo una herida y un hijo muerto. Sólo su capa Jim me dejó. Era mi dueño, y aunque lo digan, Jim nunca fue salteador.
Lo saben Rossy y la cocinera que en el ajo estuvo en la ocasión: Jim vuelve siempre. De madrugada su canción canta a las muchachas de negros ojos y dulce voz:
Un amor tiene cualquiera
pero Dulce Jim, no.
Y es que el mozo de telégrafos está enamorado, y no sabe qué hacer para que la hija de la portera entienda que no es muchacho del montón.
LUIS ALBERTO DE CUENCA
7.
Nocturno
Apagaste
las luces y encendiste la noche.
Cerraste las ventanas y abriste tu vestido.
Olía a flor mojada. Desde un país sin límites
me miraban tus ojos en la sombra infinita.
¿Y a qué olían tus ojos? ¿Qué perfume de oro
y de agua limpia y pura brotaba de tus párpados?
¿Que invisible temblor de cristales de fuego
agitaba la seda lunar de tus pupilas?
Recamaste la almohada con hilos de azabache.
Tejiste sobre el sueño un velo de blancura.
Eras la rosa pálida tiñéndose de rojo,
la rosa del veneno que devuelve la vida.
La blusa, el abanico, una pluma violeta,
el broche con la perla y el diamante en el pecho.
Todo abierto y en paz, transparente y oscuro,
sin dolor, navegando rumbo a tus manos frías.
Cerraste las ventanas y abriste tu vestido.
Olía a flor mojada. Desde un país sin límites
me miraban tus ojos en la sombra infinita.
¿Y a qué olían tus ojos? ¿Qué perfume de oro
y de agua limpia y pura brotaba de tus párpados?
¿Que invisible temblor de cristales de fuego
agitaba la seda lunar de tus pupilas?
Recamaste la almohada con hilos de azabache.
Tejiste sobre el sueño un velo de blancura.
Eras la rosa pálida tiñéndose de rojo,
la rosa del veneno que devuelve la vida.
La blusa, el abanico, una pluma violeta,
el broche con la perla y el diamante en el pecho.
Todo abierto y en paz, transparente y oscuro,
sin dolor, navegando rumbo a tus manos frías.
De "La caja de plata"
CONCHA GARCIA
Lejos
de ti todo es moral
Da
igual que vivas en un primer piso
también cae sin deseo especial.
Lo sé todo de ti, pero no te siento.
Se dobló delante mío, como si no
estuviese, me indicó su presencia
con el lenguaje del que lo ha perdido todo.
Has traído mi vieja ropa no sé por qué
últimamente me falla la incoherencia.
Dejó el algodón en una silla. Se levantó
siendo otro hombre. Su gesto me dijo en clave
que ya no era necesaria. Quédate
con el deseo de los que ya no están
quizá crezca en ti la armonía de alguno.
Yo me voy, la tierra me ha tragado.
Te apresuraste encontrando el amor
entre los muertos. Da igual que estés
localizable. Cogió su jeringuilla con placidez.
Tú no lo viste, no viste cómo
la miraba atentamente ocultando su punta.
Digamos que mi origen es provinciano.
No veo por qué dar consejos
prefiero internarme entre los cortinajes.
1994
también cae sin deseo especial.
Lo sé todo de ti, pero no te siento.
Se dobló delante mío, como si no
estuviese, me indicó su presencia
con el lenguaje del que lo ha perdido todo.
Has traído mi vieja ropa no sé por qué
últimamente me falla la incoherencia.
Dejó el algodón en una silla. Se levantó
siendo otro hombre. Su gesto me dijo en clave
que ya no era necesaria. Quédate
con el deseo de los que ya no están
quizá crezca en ti la armonía de alguno.
Yo me voy, la tierra me ha tragado.
Te apresuraste encontrando el amor
entre los muertos. Da igual que estés
localizable. Cogió su jeringuilla con placidez.
Tú no lo viste, no viste cómo
la miraba atentamente ocultando su punta.
Digamos que mi origen es provinciano.
No veo por qué dar consejos
prefiero internarme entre los cortinajes.
1994
De "Ayer y calles"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)