"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 15 de diciembre de 2022
ANAT ZECHARIA
Felicidad
Emite
tus gemidos de perra
así suena en ti la felicidad
cuando te sorprende en acción
con la lengua afuera,
luego pagarás,
no es castigo, es simplemente
así.
MARÍLIA GARCIA
En
un día Blanco
prendida
al borde de la mesa con
el
cabello rojo vámonos
para
Polonia y veamos
la nieve
así
estaba yo dispersa
él
nunca conoció a la familia deseando
el
frío. siempre aquél
movimiento
debería
leer otras
cosas la
frase
cortada
en el mismo
punto
grieta de luz
donde
expresa una carcajada
asomada
a la ventana cuando
lo
ve del otro lado de la
calle
indagando el palacio. cabello
corto,
prendida en la punta
de
la mesa ella mastica sílabas
en
su propia
lengua.
Apéndice
a “En un día Blanco”
la
cortina ondeando en la
sala
semicírculos de luz
que
reciben calor, poco
a
poco
en
una imagen recurrente: “dehors
maintenant…” pero
no sabe,
un
pedazo de tierra varado en aquél
océano
qué es vivir
ahí:
su nombre no viene
del
lugar del destinatario no viene
de
más de 100 kilómetros de escucha y
la
caja de correo quebrada puede dejar
la
llave que encontrará el inquilino
tiene
ojeras y la chaqueta azul
y
los cabellos cortos, está
echada
en el sofá amarillo. todos
hablan
alguna lengua eslava (ella sabe
que
para siempre ha perdido
a
alguien). cuando acabe el año,
cruzaremos
el estrecho. iba por ahí
tan
dispersa por el movimiento ella nunca
vio
la nieve.
Versión
de Sergio Eduardo Cruz
ROSAMEL DEL VALLE
El
corazón sumergido
I
Venid,
agua de vientre obscuro, raíz de la luz
En eternidad y vaso necesario para el oído.
Venid, haz y corona de jóvenes chispas de aire
Y pupila del hombre frío que empieza a invadir
Sombra y resplandor, nada y violencia y sitio
Para el hueso y para la ansiedad de la carne,
Transformada en pájaro de fuego y grano del cielo.
Herido en su sangre y permanecer como el espanto
Que habla con largas raíces en la boca y un rayo
En la mano del corazón.
II
Es
el hombre, una lámpara en dos pies
Y dos alas y vidrio y tiniebla alrededor.
Abramos los ojos, las sienes, los tallos, las piernas,
Las puertas del cuerpo y de la obscuridad.
JAVIER BOZALONGO
Hágase
la luz
Enciendo
un nuevo día
por si el mundo me quiere saludar
y al abrir la ventana recuento los abrazos
que la noche ha dejado en el cristal:
están los que esperaba, los que no faltan nunca,
los que tal vez no vuelvan, aquellos que al marcharse
imprimieron de manera indeleble
las huellas del adiós
mientras otros dejaron
el vaho intrascendente de su aliento
tal como en el invierno jugamos cuando niños.
Se
mezclan los recuerdos y el presente,
aquellos que son luz
y aquellos cuya sombra ni siquiera refresca.
Bajo
este sol de agosto
solo quiero el refugio de quienes me protegen,
no la rama del árbol que arderá bajo el rayo
del rumor o la envidia,
no el cascabel hipnótico
de quienes son serpientes bajo su piel de hombre,
no los besos dulcísimos de quienes nunca saben
distinguir el verano del veneno.
Decide
tú quién eres,
decide si merezco
que descubra tu nombre una mañana en la lista que deja la noche en el alféizar.
WINÉTT DE ROKHA
Rueda
de fuego sin lágrimas
Era
el tiempo inmóvil de la flor del jacinto;
(cuando yo era como las manzanas).
Y tú
viniste, como todas las cosas,
que se encienden en el universo:
las tempestades, las sombras de la vida.
Y
sin embargo…
venía tan nueva la composición de caminos de
bronce
que andabas edificando.
Mirándote
me conocí, amándote, ¡oh! amándote
encontré el evangelio
de mi alma, ya cansada antes de ser.
Y
sigo inquiriendo, y sigo esperando
arrancar de tu espíritu la razón de mi angustia;
sabiendo que me has dado todo lo que trajiste de
la muerte,
sabiendo que defines mis pupilas de carbón de
piedra,
sabiendo que moriré llamándote…
Nota:
Winétt de Rokha, seudónimo de Luisa Anabalón Sanderson
MARÍA LEFEBRE LEVER
Se
murió Violeta Parra
Se
murió Violeta Parra,
flor y vid de la canción
se le rompió el corazón
como cuerda de guitarra.
En
los bosques de Chillán
las loicas están llorando
con el corazón sangrando
murió la Violeta Parra.
Su
sangre besó la tierra
como postrer despedida,
era tan honda la herida
tan honda como la pena.
El
viento le contó al río
el río a la hierba buena
dicen que murió de pena
sobre su vieja guitarra.
