miércoles, 26 de julio de 2017


ELVIRA SASTRE




Días sin ti



Día Uno sin ti:
te echo tanto de menos
que en mi reloj aún es ayer.

Día Dos sin ti:
no salgo de la cama,
aún estás conmigo, tan guapa,
aunque sea en mis pesadillas.

Día Tres sin ti:
no llamas
y todo, las canciones en mi cama
la pena mi pecho tu nombre mi nombre con el tuyo
tus fotos mis trozos nuestros restos,
comunica.

Día Cuatro sin ti:
me abandonaste a las tres en punto.
Mi reloj lleva cuatro días marcando las tres y cinco.

Día Cinco sin ti:
tu ausencia aplastando mis entrañas.
Pareciera que han pasado por mi alma noventa años.

Día Seis sin ti:
hoy solo he llorado escuchando a Andrés
y leyendo a Ernesto.
voy mejorando.

Día Siete sin ti:
mi madre me ha besado las ojeras
y he salido del ataúd que es mi cama sin ti,
dejando al lado de mi almohada una nota de resurrección.

Día Ocho sin ti:
me he ido a dar un paseo a la playa,
ha llovido como si le rompieran el corazón al cielo
y he comprendido
que uno es de donde llora pero siempre
querrá ir a donde ríe.

Día Nueve sin ti:
no te olvido,
pero hoy he vuelto a reir de nuevo
y he sentido un anhelo reconfortante al abrir la ventana,
como si el aire barriera los fantasmas de mi suelo.

Día Diez sin ti:
he dejado de huir
porque me he dado cuenta de que soy la
única que me sigue.
Tu recuerdo tampoco: Se ha quedado atrás.
Creo que me acerco a la meta.

Día Once sin ti:
me he olvidado de que te estaba olvidando
y te he olvidado.

Día Doce sin ti:
he conocido a alguien,
soy yo.
Voy a darme una oportunidad.



PABLO GARCIA CASADO




Las afueras



por más que se extiendan las ciudades hasta juntarse
unas con otras por más desengaños que el sexo la muerte
o las oposiciones nos deparen quedarán siempre las afueras

la oscuridad de los polígonos industriales la ineficacia
el ministerio de obras públicas por más que se empeñen
colectivos ciudadanos asociaciones de vecinos seguirán

amaneciendo los restos del amor en las afueras


De: "Las afueras"


GONZALO ROJAS




Latín y jazz



Leo en un mismo aire a mi Catulo y oigo a Louis Armstrong
lo reoigo
en la improvisación del cielo, vuelan los ángeles
en el latín augusto de Roma con las trompetas libérrimas,
lentísimas,
en un acorde ya sin tiempo, en un zumbido
de arterias y de pétalos para irme en el torrente con las
olas
que salen de esta silla, de esta mesa de tabla, de esta
materia
que somos yo y mi cuerpo en el minuto de este azar
en que amarro la ventolera de estas sílabas.

Es el parto, lo abierto de lo sonoro, el resplandor
del movimiento, loco el círculo de los sentidos, lo súbito
de este aroma áspero a sangre de sacrificio: Roma
y África, la opulencia y el látigo, la fascinación
del ocio y el golpe amargo de los remos, el frenesí
y el infortunio de los imperios, vaticinio
o estertor: éste es el jazz,
el éxtasis
antes del derrumbe, Armstrong; éste es el éxtasis,
Catulo mío,
¡Thánatos!


ELVA MACÍAS



Ciudad prohibida
Fragmentos




No sé cuál es ahora el nombre de los hijos que parí. En mi memoria sólo el vértigo de arrullarte. Sol en mis pechos.

Aún guardas mis prendas exquisistas en percheros de blancas astas —ciervos de tu primera cacería—

De mi vida anterior
sólo recuerdo cuando mi arado tropezó
con la piedra ritual que veneré estremecida.

Premonición.
Cambiaron mis humildes faenas
por la tarea de ser tu ama de cría.

* * *

Las mujeres más jóvenes
las mujeres más viejas
no tienen tu sabiduría
ni tu elixir.
Unas perfuman mi lecho.
otras perfumarán mi féretro.
Tú, en cambio, llenas galerías.
Conmigo resplandeces
cuando me aplico en las artes marciales,
cuando estudio las leyes divinas,
cuando alzo mi copa y escucho canciones
de amor profano.

* * *

Nodriza enloquecida
que ha perdido su crianza.
Varón que no parí
pero durmió en mi seno
hasta la pubertad.
Llevo el destierro
hundido en mis costados.
Hoy nadie creería
al verme una mendiga
que amamanté al joven príncipe
como a un cervatillo.

* * *

Voy traspiés, dando traspiés
alrededor de la ciudad prohibida.
Mientras tú, en el último balcón,
lloras también por mí.
Sé que tus lágrimas se habrán secado
antes de que traspase
la puerta del tambor batiente.
Que mi exilio de ti
que tu exilio de mí
es definitivo.
Olvidé mis caminos más viejos,
no hay rencor.
Repaso en mi mente las cartografías
con que te ilustraban los sabios
en busca de un lugar que me dé sombra



ÓSCAR HAHN

  


Meditación al atardecer



Esta calle que baja dura una eternidad

Aquí se cuecen vivos los grandes pensamientos

Ha llegado la hora del descanso en que no se descansa
Cuando los perros creen en santas y en fantasmas

En este punto mi madre y mi hermana preguntaron sin voz
¿Y qué sabes tú de todo eso?

Me han enterrado dos veces este otoño mamá

En esto el huracán me separo las alas con violencia
y el ataúd se rompió.

¿Qué hace mi hermana en el bosque?
Su fantasma salió de mis propias cenizas

Mi espada quiere beber de su sangre
y centellea con ardiente deseo

Mi madre es un viento que seca los árboles frutales

Y qué sabes tú de todo eso preguntaron sin voz

Los niños y las amapolas son inocentes
hasta en su maldad recitaron en coro

Ahora oigo sonar sus viejas caras
Las de mi madre y las de mi hermana

La tierra tiene piel y esa piel padece enfermedades
replicaron llorando

Es cierto hijo que eres una noche de oscuras risas

¿De dónde sacas lo que vomitas?
Sal de tus profundidades oye

Ahora el sol me derrite y los perros me lamen la piel

Eres un charco de muerte en las pesadillas
de los condenados al sueño me gritaron las brujas

Soy un charco de sueño en las pesadillas
de los condenados a muerte queridas

En este punto volvieron a decirme sin voz
¿Y qué sabes tú de todo eso?

Váyanse al mismo diablo les dije

Esta calle que baja
                                 no acaba nunca de bajar

 



JOSU LANDA

  


A no ser



Está escrito lo que nos espera
y no hay por qué nombrarlo.

A qué sumar preguntas
por la suerte de los húmeros.

Lo que sigue es siempre una ceniza:
más prismas de polvo:
otro modo de la tierra.

El estado de esa materia
deslumbra por su ausencia:
el hueco de un espacio en el espacio:
la trayectoria de la rosa en apertura:
el pasaje de la forma pura en su devoración de luz.

El Gran Gozne
de esa Puerta
sería el Gran Goce
(negarlo es el Asesinato
entendido como una de las malas artes).

Nada aumenta
el jadeo de una extenuación definitiva
ni patente alguna a las tautologías:
fin de pozo:
detrás del terminar sólo hay terminar
salvo que se quiera morigerar
(a la postre)
con algo en sepia o tinta china.

Dejémoslo hasta ahí.


De: “Alisios