domingo, 22 de mayo de 2022


 

JOHN ASHBERY

 

 

Pensamientos de una muchacha joven

 

 

“Hace un día tan bonito que tenía que escribirte una carta
desde la torre, y para decirte que no estoy enfadada:
lo que pasa es que resbalé en la pastilla de jabón del aire
y me ahogué en la bañera del mundo.
Vales demasiado para llorar mucho por mi causa.
Y ahora renuncio a ti. Firmado, La enana”.

Pasé por allí a última hora de la tarde
y la sonrisa todavía iluminaba sus labios
igual que desde hace siglos. Ella siempre sabe
cómo ser absolutamente deliciosa. ¡Oh, hija mía,
preciosa, hija de mi último jefe, princesa,
ojalá no tardes en aparecer!

 

 

MARÍA EMILIA CORNEJO

 

 

 

la casa
nuestra casa,
hoy es
un libro,
una flor,
un bosque
y un río.
es un amigo,
un saludo,
música ligera
en soledades
invernales;
y es
tu mano en la mía
juntos,
tu cuerpo y yo.

 

MAGDA PORTAL

 

 

Ciega

 

 

Como un Lázaro
envuelta en vahos cálidos
rasgada su mortaja de silencio

Pero más tarde habrá perdido toda su sonoridad
—en el ruido de las grandes ciudades
en la angustia de los puertos atravesados de promesas
y en el afán multicolor de
los barcos dejados a prisa—

Mas su eco —hebra de seda suave—
atara el corazón al pensamiento
para establecer la corriente del
Recuerdo

 

 

EDGAR ALLAN POE

 

  

Annabel Lee

 

 

Hace de esto ya muchos, muchos años,
cuando en un reino junto al mar viví,
vivía allí una virgen que os evoco
por el nombre de Annabel Lee;
y era su único sueño verse siempre
por mí adorada y adorarme a mí.

Niños éramos ambos, en el reino
junto al mar; nos quisimos allí
con amor que era amor de los amores,
yo con mi Annabel Lee;
con amor que los ángeles del cielo
envidiaban a ella cuanto a mí.

Y por eso, hace mucho, en aquel reino,
en el reino ante el mar, ¡triste de mí!,
desde una nube sopló un viento, helando
para siempre a mi hermosa Annabel Lee
Y parientes ilustres la llevaron
lejos, lejos de mí;
en el reino ante el mar se la llevaron
hasta una tumba a sepultarla allí.

¡Oh sí! -no tan felices los arcángeles-,
llegaron a envidiarnos, a ella, a mí.
Y no más que por eso -todos, todos
en el reino, ante el mar, sábenlo así-,
sopló viento nocturno, de una nube,
robándome por siempre a Annabel Lee.

Mas, vence nuestro amor; vence al de muchos,
más grandes que ella fue, que nunca fui;
y ni próceres ángeles del cielo
ni demonios que el mar prospere en sí,
separarán jamás mi alma del alma
de la radiante Annabel Lee.

Pues la luna ascendente, dulcemente,
tráeme sueños de Annabel Lee;
como estrellas tranquilas las pupilas
me sonríen de Annabel Lee;
y reposo, en la noche embellecida,
con mi siempre querida, con mi vida;
con mi esposa radiante Annabel Lee
en la tumba, ante el mar, Annabel Lee.

 

 

CARLOS OQUENDO DE AMAT

 

 

Jardín

 

 

Los árboles cambian
el color de los vestidos
Las rosas volarán
de sus ramas
Un niño echa el agua de su mirada
y en un rincón
LA LUNA CRECERÁ COMO UNA PLANTA

 

 

RICARDO PAU-LLOSA

 

 

 

Trapo

 

 

Cuando se le cayó esta camisa al hombre
que salía de la playa con novia y cerveza,

no se podía imaginar lo que yo haría
con este trapo. Casita, laberinto suave.

Tienda de campaña, mono de nubes.
Naipe sin número, signo, o cara—

naipe en el tablero de mi playa,
porque el que hace de sus encuentros

pertenencia soñada, se hace el único dueño,
el que tiende trampas a los trapos.