lunes, 13 de enero de 2014

MÓNICA LANERI




Santa Inquisición


Si mi amor
fue tan frágil
merece condenarse
en la hoguera:
consumirse
en mis pasiones.


NILA LÓPEZ




Nacer
Sin ningún dato



VIII


¿Cómo serán los otros secretos?
Los que no pueden contarse.
Nacen sin ningún dato,
con la oscura certeza
de un antiguo llamado
que ya estaba aquí
antes de que yo fuera pensada.



ELVIO ROMERO



Al amor un nombre


Quizá porque en ti se asombran
las cosas, voy reinventando
un nuevo nombre a las cosas. 

Quizá por eso buscamos
signarle un color distinto
a todo cuanto abrazamos. 

Al amor un nombre. Al árbol
que nos cobija. Al silencio
que se reduce en tus brazos. 

Quizá empezaran contigo
a renovarse las hojas
con que me abrigo y te abrigo. 

Y a reinventarse el lucero
ese brillo enamorado
del bosque de tus cabellos. 

¿Todo es hoy? ¿Hubo pasado?
¿Alguna huella de un beso
que su sello haya dejado? 

¿Acaso no haya memoria
de aquel rostro, aquellos ojos,
de otros nombres y otras sombras?
¿Contigo el futuro empieza?
¿Contigo el pasado muere?
¿Contigo el presente sueña? 

Quizá porque todo ahora
contigo canta, debiera
reinventarme cada cosa. 

O porque viejos recuerdos
de los ojos se me borran.


De "Un relámpago herido"



EDUARDO QUINTANA




Escritor de la vida



Son los lápices de la vida
los que dan sentido a
la misma, no importa
el escritor de esta gran novela:
la existencia.

Quien se atreva a escribir
incorrectamente, no es aquel que
intenta transmitir con tintas azules
su destino, sino el que no escribe nada
pero disfruta como si fuera un gran premio.

Son pocos ya los escritores de este
camino, son muchas las novelas.
Quedan millones de palabras,
para tan pocos sentimientos.

Adelante, no ganaremos
el Nobel ni el cielo,
tendremos más que eso,
lucharemos hasta sentir de cerca
la hoja pura de la cabeza,
el sabor a papel de la vida.
El olor a juego, a juego
de personas escritas.



HERIB CAMPOS CERVERA




Nivel del mar



Es como yo: lo siento con mi angustia y mi sangre.
Hermoso de tristeza, va al encuentro del mar,
para que el Sol y el Viento le oreen la agonía.
Paz en la frente quieta; el corazón, en ruinas;
quiere vivir aún para morir más tiempo.

Es como yo: lo veo con mis ojos perdidos;
también busca el amparo de la noche marina;
también lleva la rota parábola de un vuelo
sobre el anciano corazón.

Va, como yo, vestido de soledad nocturna.
Tendidas las dos manos hacia el rumor oceánico,
está pidiendo al tiempo del mar que lo liberte
de ese golpe de olas sin tregua que sacude
su anciano corazón, lleno de sombras.

Es como yo: lo siento como si fuera mía
su estampa, modelada por el furor eterno
de su mar interior.
Hermoso de tristeza,
está tratando -en vano- de no quemar la arena
con el ácido amargo de sus lágrimas.

Es como yo: lo siento como si fuera mío,
su anciano corazón, lleno de sombras...


DELFINA ACOSTA



El beso


Voy a contarte un cuento que otras saben.
Las menos como tú jamás supieron.
Era un juego de a dos pues se enfrentaban
un rey hermoso y una reina a besos.
Y érase que ella alegre se moría
como última tecla en cada beso.
Y él riendo tomaba con su boca
un poco de su lengua y de su aliento.
Pasó el verano bajo el puente chino,
sopló el otoño y garuó el invierno,
volvió la primavera y se marchó
detrás de un par de niños aquel juego.
Y érase esa mujer que aún lo amaba,
y moría de pena, pero en serio.
Y érase la tristeza en el ciprés
la hora en que llovía en ese reino.