miércoles, 30 de abril de 2014

RUBÉN SURO


 

Rabiaca del haitiano que

espanta mosquitos*

 

 

¡Madite

moquite!,

me tiene fuñíe

con ese sunbíe

que no pue aguantá.

 

Yo quema oja seque,

a be si se ba,

yo quema paper,

yo quema de to...

y él pasa mu cerque

de mi negre piel,

juega con el hume,

hace culiñique

y buebe a sunbá.

 

Yo diga biolente:

¡animá del diable

qué e lo que tu hable!

¡láguese de aquí...

y si no se lap...

me bua di p'Haití!!

 

¡Tú a mi no me asute,

buca genta blanque

pa que te dé gote,

pa que pua picá,

que si pica un negre

te pue enbenená!

 

Honbresite ñoñe

saque tu ponsoñe

punta de añilé,

iy a que si la saque

no la buerbe a be!

 

Yo te caiga a pale,

y te amarre un ale,

iY te meta un bale

de mi rebolbite

pa matá moquite!

 

Tú tené tu mañe,

yo tené la míe,

¡tú a mí no me engañe

ni con brujeríe!

 

Yo resa oracione

a Papá Bocó,

y er moquite fuese...

iY luegue bobió!

 

Yo no tenga miede

de que pua picá,

¡e que ese sunbíe

ya me tiene arsá!

 

Pol útime digue:

ipa qué tú me sigue!,

oye buen moquite,

animá bonite,

si lleba e conseje

tú muera de bieje,

¡no me sunbe ma,

buca genta blanque

pa que pua picá,

que si pica un negre

te pue enbenená!!

(1934)

  

* Este poema, junto con La Negra Pancha" de Luís. M. Despradel, es uno de los primeros de género negroide escritos en el país (Republica Dominicana).

ALTAGRACIA SAVIÑÓN


 

La Serenata de Schubert 

 

A Max Henríquez Ureña

 

Las notas del pesar hirió el artista,
y al doliente gemir del oceano
su música divina habló a mi alma
ese lenguaje trágico
que en noche triste hablaron al poeta
la virgen muerta y el callado piano.

Sollozaban las notas en el éter.
En mi alma el dolor siempre vibrante
sólo espera que un eco lo despierte
y ese eco fue tu piano; delirante
lo sentí palpitar, clavar su garra,
que el poder del artista es siempre grande:
él sólo puede dominar las almas
y en ellas despertar negros pesares.

De una ilusión perdida cada nota
semejaba, al vibrar, la despedida;
y al continuo surgir de amores muertos,
de mi propio dolor compadecida,
parecióme mi vida un gran desierto
mi alma una tumba solitaria,
un páramo sin luz donde el Ensueño
al rudo batallar quebró sus alas,
un sepulcro muy frío y muy oscuro
en donde muerto el Ideal estaba.

Y tú sufrías también; en cada nota
una queja de tu alma se exhalaba:
era el dolor que en flores de armonía
sobre el blanco marfil se deslizaba.
No sé qué ocultas penas,
con tu música mística expresabas,
mientras el mar gimiendo allá a lo lejos
con dolientes murmullos contestaba.

Yo sólo sé que tu dolor tan grande
me pareció de mi dolor hermano,
cuando hablaste a mi alma aquella noche
ese lenguaje trágico,
que en hora triste hablaron el poeta
la virgen muerta y el callado piano...

 

 

DOMINGO MORENO JIMÉNES



 

Confidencias

 
 

Desde que naciste
ya nos había separado el Destino.
Hijo, resígnate
a tener un padre extranjero en el mundo.
Los años pasan
y aprender el ritmo del día él no aprende.
El egocentrismo lo hiere
y él permanece ante la estatua del Sanchopancismo,
desunido!
Su mirada se vuelca
no para "el dos y dos son cuatro"
sino para la estratosfera que existe en la raíz de todo
hombre.
Su pupila tiene un radio espiritual superior a su rostro,
y es justo que sufras,
hambre, tortura y desnudez aun después de la muerte.
¡Qué sería de ti y de los demás hombres
si así no fuera!

 

AÍDA CARTAGENA


 

De la Ausencia Tuya

 

Ausencia tuya nunca ha estado sola:
tu recuerdo es el pasaporte de mis viajes.

si tu ausencia fuera la ausencia de los otros,
y te presintiera como estrella lejana, vacilante,
entonces, no sería tu ausencia la ausencia,
sería el dolor de la muerte.

Tu palabra fué más que una palabra
y te hice ídolo en mi templo en llamas,
donde estaremos hasta siempre... la muerte!

Si tu ausencia no se hubiera eternizado,
como una luz o una sombra,
yo no estaría ausente.
En un continuo viaje iría hacia tí,
persiguiendo tu presencia.


 

SOLEDAD ÁLVAREZ



 

Oración de la mujer sola

A Píelas

 

Señor, la que hiciste a tu imagen está sola
Ha perdido el rumbo y su boca que ha comido de tu cuerpo
tu boca que ha bebido de tu sangre está muda
Tú que la ungiste en el paraíso con palabras nuevas
             como el agua
palabras amadas para espantar la muerte
niegas la lumbre a sus ojos y desgarras sin piedad su corazón
La vida es triste fuera de la muralla de tu pecho
Hay traidores conquistando ciudades, mujeres que lastiman
héroes con los bolsillos llenos de monedas, mentirosos
maniobreros con olor de pulpo muerto
entre la multitud sin otro destino que el destierro
Protégela Señor. Toda la noche ahuyenta a los mercaderes
             de tu templo
apacienta las ovejas del sueño y canta las delicias de tu
             memoria
Toda la noche te espera. Las puertas cerradas, las lámparas
             encendidas como deseo
su vientre como ofrenda
las piernas que la arrastran como ahogada entre mendigos
             y piedras
Protéjela Señor. Regrésala a tu reino de flores desnudas
tu reino custodiado por hermosos guerreros desarmados
amplio y azul como mar desde donde zarparon los barcos
             a todos los puertos
sin las tormentas del odio
sin las bestias que se alimentan de los despojos del amor
Dios de humano corazón como vivir sin tu presencia lejana
             como todo lo que está cerca
¿Es que no oyes la súplica de quien escancia el vino y corta
             el pan
y dispone la mesa para recibirte?
¿No oyes el gorgor del agua que perfumo para lavarte los pies
             y besarlos luego
el agua mi agua escapándose para lavarte los adentros?
Alégrense las criaturas porque mi Señor ha vuelto
Bendito el que viene para el amor
porque hace manar jugos y savias de primavera
porque incendia mis venas y resucita lo invisible
Metamorfosis del ser indefenso que recibe tu luz
omnipotencia en mí
imagen de la pasión en mí
Esta noche reclinará su cabeza en mi hombro
mañana caminaremos sobre las aguas.


 

 

MANUEL DEL CABRAL



 


 

Cantan los cocolos bajo los cocales.
Ya la piel del toro muge en el tambor.
Los temibles lirios de sus carcajadas:
sus furiosas lunas contra el nubarrón.

Está fiero el cielo que cayó en sus ojos.
Lucha con ancas de la hembra el son.
Por entre pestañas de los cocoteros
cuchillos de vida le clava ya el sol.

Nórticos turistas mascan voces negras;
piel color de rosa trópico quemó;
pipas neoyorquinas, tufo de cerveza;
(se tragó la kódak los Papá-bocó).

Las cocolas cantan cánticos calientes,
cantos que retuercen vientres de alquitrán,
y entre sus corpiños tiemblan cocos negros
que a los cocolitos vida blanca dan.

Recia risa, a ratos, hace heridas blancas.
Hoy su noche alumbran, y anda por su piel
ya borracho el son. Mas, la borrachera
que entra por sus belfos, sale por los pies.

Y los dulces huesos de la dura caña
no tienen más mieles ni más duros son,
que la carne negra de la negra alegre
que se alegra a golpes de tambora y sol.

Sube por su cuerpo de bestia divina
fuerte olor a tierra. Su respiración
viene como un viento del ciclón del Cosmos,
(la emborracha el rito mucho más que el ron).

Sale ya del vientre del tambor la selva.
Ya la piel del toro muge en el tambor.
Y contra el silencio de sus ruidos roncos
la negra desnuda parece una voz.

martes, 29 de abril de 2014

RUBÉN SURO


 


 

Sonson, bailarín mulato

Motivos de Rumba y Son

 
 

Las confluencias raciales

se hacen gestos musicales...

 

Bailarín de ojos saltones

alegres cual la maraca;

piel color de goma laca

curtida en las emociones.

 

Paisaje del natural

con mina o cañaveral;

busto de magia y de rito

que alumbra un sol colonial,

y cuerpo entero del grito

ancestral...

 

(Mulata que rompe o raja:

senos y ojos, ¡puñalitos!;

boca, ¡clavel y caimito!;

y en sus curvas, ¡la tinaja!

sus manos, ¡enredadera!;

la cintura, ¡coctelera!).

 

La moza que lo acompaña

sonrisa filtra en los labios;

en la "Rumba de la Araña"

los pies de Sonsón son sabios.

 

¡Se retira... zapatea,

se desfigura y serpea,

brinca, grita!,

teje ritmos con el pie,

y la moza, miel y brea,

es tropical Afrodita

del catre o del canapé.

 

Anestesiado el recato,

¡tiembla el cuerpo del mulato!

y seguidos del temblor,

corren chorros de sudor

en lumínicos reflejos

en la faz del bailarín.

(Y allá, perdido a lo lejos,

suena en sombra el cornetín

tragado por el timbal).

 

Caras de espanto y de reto,

en los hombres del sexteto

vive un muestrario racial,

en el cual

ha visto la Etnología

volverse una tontería

lo del "ángulo facial".

 

Una vieja bochinchera

se lleva una borrachera

que parece que la tumba,

y la letra de la rumba

-impregnada de indecencia-

pone una vaga inconsciencia

de rubores

en aquellas mozas-flores,

que al destilar en aromas

sonrisas de amanecer,

en talle y senos le asoma

el alba de la mujer.

 

Esta es la Antilla africana,

de Luá Candelo y Changó,

la que vibra en la jarana

con los güiros y el bongó,

la de brujos redivivos

a la sombra del bambú,

que sacrifica sus chivos

en la mila del "vodú".

 

Esta es la Antilla salvaje,

la del étnico viraje,

de dril blanco ! panamá,

que grita en el mulataje

su mensaje,

y mata con su "guanguá".

 

***

 

Sangre ardiente. Hembra y ron

(detrás, ¡La Superstición!)

Las razas se dan las manos

en el son.

Negro y blanco son hermanos

del otro lado del son,

con el ron

sin el ron

con el son

sin el son.

 

Salto y mueca corporal:

es el son... afroantillano,

que, al bailarlo tú, Sonsón,

¡¡te ríes de la Moral

y te vuelves un gusano

que anduviera vertical!!

(1937)

 

ALTAGRACIA SAVIÑÓN



 

Mi vaso verde 

A Enriqueta E. Ellis



Mi vaso glauco, pálido y amado,
donde guardo mis flores predilectas,
tiene el color de las marinas algas,
tiene el color de la esperanza muerta...

Las flores tristes, las dolientes flores
en el agua del vaso se refrescan,
y bañan sus corolas pensativas
en una blanca idealidad de perlas.

Y luego se van lejos... se marchitan
abandonadas, pálidas, enfermas,
muy lejos del cariño de ese vaso
que es del color de la esperanza muerta.

Y cuando sola, pensativa, herida
por la eterna nostalgia,
siento un perfume triste, moribundo,
que llega hasta mi alma...
pienso en mis pobres flores, las marchitas,
las enfermas, dolientes y olvidadas,
que antes de marchitarse se despiden
tristísimas y trágicas
de ese vaso de pálidos reflejos
que es del color de las marinas algas...

 

 

DOMINGO MORENO JIMÉNES



 

Río-pueblo

 
 

Alto.
Jocundo!
Pareces una bruma de noche...
El alba siempre te está aguardando porque presiente que te
                                                     entregarás pleno!...

Mejor tálamo jamás pudo soñar la muerte!
Mejor florón de inquietud jamás pudo imaginar la vida!
Mejor espejo de horizontaneidad jamás pudieron anhelar los
                                                        vastos horizontes.

¡Oh río; oh arteria; oh fuente,
que haces posible en el común momento la inalcanzable cima,
que recreas, alzándonos del rudo polvo de que todas las cosas
                                                                 están hechas!

Si abajo, es el amor;
si arriba, son las nubes;
si tu rostro es la más dulce plática del viento!
Tú que has hecho posible que la montaña se desnude,
que se irga el árbol y que la pradera se peine!
Si un pájaro canta su armonía es espíritu
porque tú fecundas de ambrosía el gorgeo.
Corona eres que rodeas a Santiago
y serpiente de eternidad que aseguras el Norte!
Oh, las partidas sin partidas del Atlántico
que palpan a Europa y dejan a la América intacta!
Plumón de ensueño,
gasa de eternidad,
corazón de infinito...
Mis sienes esperan el descanso de tus márgenes
y a mis manos sobre tus ondas no le duele estar prematuramente
                                                                         marchitas!

Río, iba a decir, puerto!
La lluvia cayó sobre la montaña.
Por el Este aparecieron tres astros de rostros minúsculos.
Pero el devenir de la Humanidad estaba parado:
entre la cruz y un alfanje jiraba su mente!


 

 

 

TOMÁS HERNÁNDEZ FRANCO


  

Poema del feto

 

Hamlet arruinado,
príncipe cuerdo de papel secante,
feto:
en la isla desierta de tu arribo
guardaste el cristal dandy de tu frasco,
monóculo,
y en la tranquilidad de tu borrachera
te quedaste sin opinar al margen de la vida.

Feto,
Hamlet sin dilema.

Pescadores salvavidas
te arrojaron el cable umbilical
de una esperanza,
pero no despertó tu dormida intención
y te quedaste
‑Budha sin éxtasis‑
en la impasibilidad de tu elegancia desnuda
soñando desde lo alto de tu frente rota.

Príncipe cuerdo de papel secante
diluído en la saturación de tu embriaguez,
‑causa sin causa,
efecto sin efecto‑
Feto:
ridículo fracaso de un millón de esperanzas,
triunfas en la eternidad
de tu infancia inocente
sin canciones de cuna
‑quedaron puros los pañales que te aguardaban
ante el gesto de asco que hizo el hospital‑
clown,
abecedario de muecas.

Niegas el tiempo
desde el fondo de tus pupilas
abiertas hacia adentro,
Lázaro negativo,
y era falso tu pasaporte
en la frontera de la vida
borracho precoz,
todavía añoras tu circo de entrañas
y desnudo
todavía luces tu traje de payaso desterrado
sin repertorio y sin contrata.
Hoy, pontifica tu nirvana
desde tu garita de cristal:
centinela al acecho de los alertas
de la paradoja.

Ancianito sin canas,
con la experiencia de no tener ninguna.

Mañana,
pontificará tu nirvana
desde tu garita de cristal.

 

 

AÍDA CARTAGENA


 

No ha caído en mis ojos para
saberle forma 

 

 

Que no hay más Dios que Dios,
y su profeta Iñigo es.
Unamuno

 

 

Creo sin creer en ti. En busca de mi Dios

me hallé pequeña y grande. No conozco a Iñigo, ni tengo

más profeta que mi Canto.

Estoy como una ola desmelenada en mares,

verdosa arena perdida en tus caminos.

En retozo de nubes.

 

No tengo más creencia

que la que cabe en la desorbitada

imagen de mi izquierda.

Dios quedaría sin palabras.

No ha caído en mis ojos para saberle forma,

pero lo siento vivo como la risa fresca.

 

 

 

FABIO FIALLO


 



Mis cantos

 
 
         Vierten veneno mis cantos
¡cómo no ha de ser así
si tantísima ponzoña
derramaste en mi existir!
Veneno vierten mis cantos
¡cómo no ha de ser así
si en el corazón mil sierpes
llevo, y ¡ay! ¡te llevo a ti!




 

lunes, 28 de abril de 2014

RUBÉN SURO



 

Alba escrita en la tarde

 

 

Hablaré más allá de mis palabras.

Llegare más allá de tus oídos.

Si pudiera penetrar en tu alma

a través de tus ojos,

le hubiera ya dicho

que tu imagen fatigó mi fatiga.

 

Y ahora,

cuando tu presencia no es carne

y puedo decir en voces

que tu recuerdo

-que es espíritu-

una tentativa de felicidad;

cuando más me siento

esclavo de tu cariño ignorado,

ignorado de tu cariño, esclavo,

empiezo a darme cuenta

de que este amor naciente,

nutrido con miradas,

dormido con pensamientos albos,

puede edificar destinos

y adelantar futuros.

 

No le temo al gris-tristeza de esta tarde;

tu boca trae el rojo-alegre de los levantes mozos,

tu gesto, la gallardía de las razas caribes.

 

Elegida:

tú puedes eternizar los amaneceres

y hacer sonreír al Dolor;

por eso voy a ti,

tan impalpablemente como tu silencio.

 

Caminante ayer,

¡hoy me siento camino

para recibir la caricia de tu planta!

(1941)

 

 

AÍDA CARTAGENA


 

Víspera del Sueño

 

Tierra se hará silencio,
risa no harán los hombre para que me hagan eterna,
llanto no harán las piedras para que me hagan arena.
Mi sangre se ha herido y se parece al fuego,
abísmate en olvido, sueño alma tu sueño,
la luz es solo sombra,
es víspera del sueño.

Nieve se irá al cielo y vestirá la luna,
se talarán los bosques para que la desnuden.
sabrá a dulzura la raíz de la hierba.
Amor:
los ojos de la luz quemarán sus pestañas;
te soñaré a mi lado,
en víspera del sueño.

Mundos de pies cansados,
descansarán. La sed de los recuerdos
tendrá lluvia de olvido.
Mi lecho se hará muelle sobre los cardos agrios;
soñaré con espigas,
es víspera del sueño.

Bocas querrán hablar
y no tendrán palabras.
Las piedras tendrán lenguas,
la arruga de la arena será tapiz de algas;
los mares serán mármoles;
soñaré en sus costales,
en vísperas del sueño.

El Tiempo
desde el cuerpo del Sol
con temblor de ceniza
ha reído a los hombres.
Cielos, mares, tierras.
Nacer, vivir y morir.
Los astros tienen sueño,
soñaré con los astros:
es víspera del sueño.

 

 

 

DOMINGO MORENO JIMÉNES


 

La niña Pola

 

¿Qué será de la niña Pola,
que estaba en el campo,
que su padre figuraba tonta
y echaba a rodar a los vientos de la alborada su risa loca?...

Crepúsculo y alma,
ingenuidad y gloria;
suspirillos de un pecho que no había tenido pesares nunca,
inquietud de unos ojos que habían rondado por la montaña,
tras el arco-iris que los corpúsculos tornasola...

Sobre blanco rojo,
y sobre rosado, moreno.
Brillo como aquel brillo, yo no he encontrado ni en
                                       el diamante ni en el destello;
castidad parecida,
ni en la albahaca ni en el romero,
ni en la petunia, ni en la magnolia, ni en la paciencia;
(el sol de espaldas o el sol de hinojos junto al cerro...)

—Es muy tranquilo; pero me lleva catorce años.
(¡Oh, si supieras, cuántos abismos, cuántos obstáculos,
salvo en la tarde, salvo en el alba, para tenerte junto a
                                                                mi sueño!)

¿Qué será de la niña Pola,
que estaba en el campo,
que su padre figuraba tonta
y echaba a rodar a los vientos de la alborada su risa loca?...

La sangre aborta, y a las miradas que están en éxtasis
no le es posible seguir el curso ya desarbolado de la
                                                                   égloga!...


(1927)

 

 

 

SOLEDAD ÁLVAREZ


  

Itinerario I

 

La desnudez de la noche estremece la memoria
devora cuerpos
alrededor lo que tuve y no
playas hirvientes        ciudades
muebles      adulterios       libros
Piedras como brasas laceran el alma
¿Hasta cuándo esta duermevela de ausencias?
sobre mi cabeza la noche de fantasmas
una niña quiere ser corista y canta
canciones tristes como lágrima
Salamandra domesticada todas las niñas que fui
toda la luz y la inocencia desnuda
en juego interminable de máscaras
de crímenes de ternura
de condenados adolescentes que han bebido
el filtro del escándalo y del amor
Mi adolescencia mi adolescencia
esta noche su cintura breve su pelo
el encuentro feliz los desencuentros
¿Alguien conoce el naufragio de que esta mujer es capaz?
Sus catástrofes son alegres
disfrazada de hechizos se viste y se desviste
como la corista que no fue y ha descubierto
un territorio nuevo para el suplicio
Este es el tiempo de la fiesta
de los amantes que llegan y se despiden con reverencias
la cabeza entre las piernas
las secretas esperanzas entre las piernas
¡erróneas y ebrias noches las del amor!
aquel saqueo del tiempo aquel tumulto de los sentidos
para llegar a ninguna parte
sino a este desteñido paisaje de nada
Pasan mis muertos y se alejan
no hay piedad para ellos
como no hay absolución para mí
Pero estoy viva
y sin tregua


 

FABIO FIALLO





Rima profana

  

         La blanca niña que adoro
lleva al templo su oración,
y, como un piano sonoro,
suena el piso bajo el oro
de su empinado tacón.
Sugestiva y elegante
toca apenas con su guante,
el agua de bautizar,
y queda el agua fragante
con fragancia de azahar.
Luego, ante el ara se inclina
donde un Cristo de marfil
que el fondo oscuro ilumina,
muestra la gracia divina
de su divino perfil.
Mirándola, así, de hinojos,
siento invencibles antojos
de interrumpir su oración,
y darle un beso en los ojos
que estalle en su corazón.