lunes, 14 de enero de 2013

ANGÉLICA SANTA OLAYA





Periférico



Una cruz de metal
a la orilla del camellón,
rosa plástica sin aroma
aferrada al hierro,
descolorida, sola,
abandonada por el verbo.


Dos morfemas tristes
invocan un recuerdo:
“aquí falleció...”


El iris de caucho impasible
prosigue su carrera
 al calor del pavimento
a las doce del día.

CARMEN TOSCANO





Hurto de presencia



Hurto de presencia ensayas
al radio de mis miradas
por temor de ser esclavo
y esclavo ya, de tus ansias.

Pues te cercó mi sonrisa
y te siguió mi palabra,
tu indecisión y tu miedo
fueron mis mejores armas.

Por sobre duras ausencias
y excursiones prolongadas,
eras más mío al rehuirme
porque ya en ti me llevabas.


NELLY SACHS







Ya no recuerdo



donde pájaros cantan
o
si hay sollozos en el mar
lleno de ángeles de la profundidad
que tiemblan el pavor sagrado
de ser tirado al aire 

Nunca sé
si los deseos pavorosamente devorantes
esos peces-espada
calando
las pieles suaves de los milagros del alma
se acaban en la almendra llameante de la tierra
y si el universo afligido
en una vuelta de la noche
no apagó de un soplo mi negra luz
porque durmiendo perdí de nuevo
una palabra de amor 

Versión de Klaus Dieter Vervuert y Rodolfo Alonso

JOSÉ LUIS HIDALGO





Mi corazón, mi vida, mi sangre enarbolada...



Mi corazón, mi vida, mi sangre enarbolada,
bajo esta noche hosca, tumbada como un perro,
te busca para siempre, honda huella del llanto,
para estrechar tu alma estremecida y pura
contra este pecho mío tan grande como el mundo.

Quiero tenerte aquí, quiero hundir tu tristeza
con el hacha amorosa de mi ardiente alegría.
Quiero, como una llama, arrancarte la duda
y probar que el dolor nos enseña la herida.
Mi amor no muere nunca, pero renace siempre.
Esta noche se ha alzado con la verdad desnuda
como una espada inmensa cuando sueña en la muerte
aferrándose al puño que conduce su vida.
Tú calmarás mi fiebre, yo beberé en tus manos,
me miraré en tus ojos cuando encontrarme quiera.
De cada día haremos un corto paraíso,
una conquista nueva arrancada al vacío.
Serán cortas las horas, los meses y los años
para tanta hermosura en esta dicha altísima...

Aquí estoy, en la noche, llorando como un niño,
frágil cuerpo de hombre que estremecido espera.

Alrededor de ti crezco como la hierba
junto a la encina clara que le presta su sombra.
Porque en tu sombra habito y para ti me alzo,
corazón, hacia arriba, sangre mía cimera,
en busca de tu tierna delicadeza fresca
que en un talle dulcísimo se me entrega ofrecida.

No quiero más, me basta, se me sosiega el ímpetu.
Como el agua a la mano me ciño a tu presencia
y te mojo la entraña de amor inexpresable.

Quiero vivir amándote, quiero morir contigo,
quiero que nuestras sangres circulen paralelas
hasta que nuestros cuerpos se pudran en la tierra.


OLAVO BILAC




Vía láctea


Sale al jardín cuando la aurora aclara,
y envuelta en muselinas vaporosas,
muestra a las rosas del jardín las rosas
trémulas y encendidas de su cara.

Todo el jardín al verla se prepara
a la oblación. Y hay voces misteriosas
que, al pasar, la saludan jubilosas
como si leve sílfide pasara.

La luz la besa; el aire es más sonoro;
tiemblan las flores cándidas; el bando
de las aves salúdala en un coro,

y ella va, dando al sol el rostro blando,
dando a los vientos el cabello de oro,
y a los rosales sus sonrisas dando.

Versión de Miguel Rasch-Isla

MINERVA MARGARITA VILLARREAL




Con tan solo volver…



Con tan solo volver
y mirarlas allí
tendidas en la penumbra
cuando el púrpura
escurre la caricia
Las señoritas tienen sed
y bajan a profanar el cuerpo
clavan sus tijeras
Las señoritas tienen sed
y bajan a beber
la fuente
del resplandor
que irradia
el aura
sus colores sedientos
lo que va más allá
aquello que envuelve
la pareja de hombres solos
el rubio que dice escribir y el sirviente
perros encerrados
droga
traspasados
óxidos
este desierto
que te lleva