Periférico
Una
cruz de metal
a
la orilla del camellón,
rosa
plástica sin aroma
aferrada
al hierro,
descolorida,
sola,
abandonada
por el verbo.
Dos
morfemas tristes
invocan
un recuerdo:
“aquí
falleció...”
El
iris de caucho impasible
prosigue
su carrera
al
calor del pavimento
a
las doce del día.
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