sábado, 8 de febrero de 2025


 

LINA ALONSO

 


 

 

La abuela Rosa

Chusmera, cachiporra, roja y lenguilarga,
india yerbatera, sibila y mirla,
de ella este no agachar el cuello,
este abrir a cabezazos las puertas de la percepción,
para que las bestias duerman en mi patio.
De ella el anhelo de ser prado donde la luz madura.
Por ella esta determinación
de que algún día un samán sea mi patria.

 

 

ANTONIO SOLANO

 

 

 

Y todos decís no reconocerme…
no… es que nunca me habíais conocido.

Mario Míguez

 

 

Cuando yo era un niño tenía un nombre,
pero pocos eran los que me nombraban.
Por eso incesantemente me palpaba el cuerpo,
me pellizcaba el brazo, abofeteaba mis mejillas
o buscaba mi reflejo en los cristales.
Yo creo que sí existía,
porque los ojos del reflejo miraban a mis ojos
y sus labios me nombraban y decían muy bajito:
¿eres tú el niño de las palabras apagadas?
¿el que deja caer la voz por un cordel
y tiene las manos inundadas de arena?
Por eso sé que sí existía,
y porque camino de la escuela
agotadas las miradas hacia atrás,
vaciaba la arena tras mis pasos
construyendo una prolongación hasta esa isla
donde el agua brotaba magnífica y templada.
Cuando yo era un niño sentía pudor de mis fronteras
y buscaba un razonable bienestar en la de otros,
pero el precio quebraba el ángel de cristal
que asumía la lluvia
como un náufrago el mar.

 

 

De: Los motivos del ventrílocuo

 

 

ÁGATA NAVALÓN.

 

 


 

Día 3



Estoy aquí en la Piscina del Oeste
y afuera está el obrero que vigila la obra,
8 horas, 6 días.
Los hombres reforman un supermercado,
colocaron el piso de cemento pulido, sin la cera, al principio. Los ventiladores soplan en la noche,
los obreros bucean en sus móviles,
los obreros conducen toros mecánicos,
los obreros se llevan estanterías, piensos de reciclaje y máquinas

de hacer zumo,
hablan lenguas babélicas,
toman café en el bar que da fútbol gratis y buena comida

latina,
cafés en tazas pequeñas.
Se escucha español fragmentado.
Los obreros en la siesta.
Tumbados, enajenados, agotados, soñando siestean. Y yo continúo en la Piscina del Oeste,
sabiendo que te amo.

 

De: “Piscina del oeste” 

 

XAVIER RODRÍGUEZ RUERA

 

 


 

Mercurio

 

 

La constitución del poema.
Por qué nace, y si es imprescindible
que lo haga. Qué momento
de incertidumbre describe,
en qué momento del tiempo
se coloca, como puerta
que marcara el límite
entre la noche que acaba
y el alba que comienza.
Brillan aún en la pupila
de la ciudad puntas de luz,
ventanas o farolas, hospitales
donde una mujer sola
se mesa los cabellos,
o un hombre solo
hunde su rostro entre las manos.
Lejanos puntos rojos
que indican la frontera
donde termina el parque
y da comienzo el bosque.
Antenas como lejanos faros
iluminados que parpadean.
Autobuses que arrastran
a un solo viajero que dormita
con la cabeza apoyada en el cristal,
algún trueno lejano como piedra
rompiéndose
Un diminuto pájaro
hiende el aire
buscando
las negras cerezas
que crecen suspendidas
sobre charcos de azogue.

Las últimas cerezas.

 

  

De: “Las consecuencias”

 

BLANCA RIESTRA

  


 

Así estabas tú
dentro de ti misma
ensimismada adusta
aquel mes
en que aquello vino a ti

pequeña máquina
calibrada
extendías las manos
sin tocar
y era como si todo se encontrase
fuera de tu alcance,
descolgado,
lejos

Estirabas los dedos
inútil
ávidamente
Y no alcanzabas
más que vidrio, metal, materias frías
Nunca carne ni sangre
ni tejidos deliciosos desgraciados

Te decías
así no
déjame acceder a lo que existe
cueste lo que cueste
me da igual
pagaré el precio

  

De: “All Things Must Pass”

 

VICENTE VILLARROCHA

 

 


 

No
quiero pensar en nada.
Y, sin embargo,
me gusta
ser
actor.

 

De: “Ya no escribo versos por la noche”