"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 17 de junio de 2020
WANG WEI
Bajíos de Piedras Blancas
En
los claros Bajíos de Piedras Blancas
Varas
verdes casi al alcance de la mano
La
gente a ambos lados del río
Lava
aquí su seda bajo la brillante luna.
STÉPHANE MALLARMÉ
Aparición
La
luna se entristecía. Serafines llorando
sueñan,
el arquillo en los dedos, en la calma de las flores
vaporosas,
sacaban de las lánguidas violas
blancos
sollozos resbalando por el azul de las corolas,
Era
el día bendito de tu primer beso.
Mi
ensueño que se complace en martirizarme
se
embriagaba sabiamente con el perfume de tristeza
Que
incluso sin pena y sin disgusto deja
el
recoger de su sueño al corazón que lo ha acogido.
Vagaba,
pues, con la mirada fija en el viejo enlosado,
cuando
con el sol en los cabellos, en la calle
y
en la tarde, tú te me apareciste sonriente,
y
yo creí ver el hada del brillante sombrero,
que
otrora aparecía en mis sueños de niño
mimado,
dejando siempre, de sus manos mal cerradas,
cien
blancos ramilletes de estrellas perfumadas.
WALLACE STEVENS
El hombre cuya laringe está mal
Esta
época del año se ha hecho indiferente.
El
moho del verano y la nieve apilándose,
Son
ambos semejantes a la rutina que yo acostumbro.
Estoy
demasiado mudamente en mi ser envuelto.
El
viento atento a los solsticios
Sopla
sobre los postigos de las metrópolis,
Inquietando
a ningún poeta en su sueño, y tañe
Las
grandes ideas de los pueblos.
El
malestar de lo cotidiano...
Quizá,
si el invierno alguna vez pudiera penetrar
A
través de todas sus violetas hasta la pizarra final,
Persistiendo
heladamente en una bruma de hielo,
Uno
podría a su vez volverse menos tímido,
Fuera
de tal moho arrancando un moho más ordenado
Y
brotando nuevas oraciones del frío.
Uno
podría. Uno podría. Pero el tiempo no se apiada.
MARIO LUZI
En la inminencia de los cuarenta años
La
idea me persigue en este pueblo
oscuro
donde sopla un viento de altiplano
y
el vencejo, al zambullirse, corta el hilo
sutil
en lontananza de los montes.
Pronto
serán cuarenta años de ansia,
de
hastío, de hilaridades repentinas, fugaces
como
en marzo es fugaz el ventarrón
que
esparce luz y lluvia; es la zozobra,
gente
amada que me arrancaron de las manos,
de
mis lugares, costumbres arraigadas
rotas
de pronto, que ahora debo entender.
El
árbol del dolor agita su ramaje...
De
mis hombros se levantan los años
en
enjambres. No fue en vano; es la obra
que
realiza cada quien, la de todos
los
vivos y los muertos, penetrar el mundo
opaco
en calles claras y subterráneos
llenos
de efímeros encuentros y de pérdidas,
o
de amor en amor, o en uno solo,
de
padre e hijo, hasta lograr la limpidez.
Y
al decir esto puedo encaminarme
de
prisa ante la eterna concurrencia
del
todo en la vida y en la muerte,
esfumarme
en el polvo o en el fuego,
si
el fuego dura más allá de la llama.
JULIO TRUJILLO
XV
Subirse
al ojo de la proa,
precipicio,
camino
que se inventa bajo el pie
como
la ola espléndida que a un tiempo
se
teje y desenrolla.
De: “Proa”
JORGE MADRID
Tizoc
desde
un llano remeda el aullido
de
los coyotes,
como
presagio de la llegada
de
una serpiente colmada de hombres,
desplazados
de los pueblos de Lempira.
Tizoc
asustado le habla a Xólotl
y
escuchá su lengua desde un pájaro
oculto
en un tamarindo.
La
silueta del xoloitzcuintle es una obsidiana,
que
oculta la nostalgia del maíz.
Cae
la lluvia
y
la noche es un fruto que se pudre,
colgado
en los espejos.
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