El hombre cuya laringe está mal
Esta
época del año se ha hecho indiferente.
El
moho del verano y la nieve apilándose,
Son
ambos semejantes a la rutina que yo acostumbro.
Estoy
demasiado mudamente en mi ser envuelto.
El
viento atento a los solsticios
Sopla
sobre los postigos de las metrópolis,
Inquietando
a ningún poeta en su sueño, y tañe
Las
grandes ideas de los pueblos.
El
malestar de lo cotidiano...
Quizá,
si el invierno alguna vez pudiera penetrar
A
través de todas sus violetas hasta la pizarra final,
Persistiendo
heladamente en una bruma de hielo,
Uno
podría a su vez volverse menos tímido,
Fuera
de tal moho arrancando un moho más ordenado
Y
brotando nuevas oraciones del frío.
Uno
podría. Uno podría. Pero el tiempo no se apiada.
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