miércoles, 13 de marzo de 2013

EMILIO BALLAGAS






Canción sin tiempo (I)




en la pureza de los círculos concéntricos
que crecen y se evaden
  desde secretos puntos de armonía.

Tú, en el minuto que conmemora
la dulzura inefable del perfil
y la inocencia de las manos unidas
en un solo pulso,
en un salto a otro espacio, en una sangre única.

Cielo de aguas de olvido.
Frescor perezoso de palmeras inexistentes.
Fuente recién abierta. Aguasangre
que a través de las venas de la tierra
viene del seno de una campesina,
  nace en el corazón de una madre
que canta una canción de cuna
y brota en ese punto donde se rompe
  la vena más débil y amorosa de la tierra.

Tú, desde el cielo de la frente
hecha para el vuelo de los más puros pensamientos,
hasta el rastro de música apagada
que deja el pie desnudo
en la arena de una playa nocturna, aún
no descubierta.
Las palabras nos separan
y nos demoran el amanecer de los besos.
La madrugada de los ojos en los ojos.

Por eso el dedo índice sobre mis labios
te contruye el silencio,
esa atmósfera dodnde alientas
y que te crea de nuevo,
deleitándose en cada forma
con la pasión de un escultor.

Por mi silencio existes.
No necesitas la realidad de la forma,
ni la piel, ni el relieve de las venas…
ni el contorno del labio superior.
Prescindes ya del nombre.
Yo espero otro para nombrarte,
un nombre que convenga a tu ser nuevo.
El nombre que los ángeles pronuncian en voz baja
y aún no ha abierto su flor al borde de mi oído.

ALDO CALDERÓN




  
Pocos nos alcanzan



Llegamos a la ciudad y pocos nos alcanzan
la chica del peaje perdió su mirada en mi mente
en el aviso caminero que anunciaba los kilómetros que faltan
Un aviso de Michelin nos indica esta tierra de vehículos y motores
cambio de aceites y demases
Los gorriones y palomas tomando el agua de charcos urbanos
nos indica que alguna vez fue tierra de nadie
Los perros en la principal avenida
tras la perra
nos indican
que la vía esta a punto de cambiar de nombre,
no somos santurrones ni buenos para poner motes a nadie
¿Quién soy para bautizar?
Si cada vez que indico con el dedo esta mi madre corrigiéndome




ALEJANDRA PINTO





Hombre bello de tierra



no quiero apagar la luz de este amor incandescente
sumiso y apoltronado en la ventana de lo que espero
no quiero amor de caridad
ni saliva tensa de tus besos tristes
quiero amarte el cuerpo en guerra
en la guerra que somos
en la que haremos
en el dolor de los vencidos, como yo.

quiero la luz de los caballos cuando escuece el tiempo
de morir en tu rostro insurrecto
de beber tus débiles manos antes de mí
de caminar el cuerpo que te pertenece
como me pertenece el dolor secreto de tu silencio.
amor de vida, amor de mi vida
como el sueño que antes de despertar admiramos
y nada puede hacernos caer
nada ni nadie está en la piel de este recuerdo
en el turbio ánimo de mi vientre
en el sonido sepulcral de tu materia noble
mi hombre fuerte
mi hombre amado y bello
sueño con dormir el sueño eterno entre tus piernas
el amor nuestro no tiene fin
no tiene comienzo
no tiene el espíritu de nuestro cansancio
antes de ayer te pude amar y besar
hoy tus besos son planetas en pleno apocalipsis
en perdón del sueño de los pecados
en el amor viejo que nos une antes de morir.

hoy te escucho en la latencia de nuestro silencio
nuestro nombre juntos
nuestro querido anhelado amor de nobles
mi amor bello, sueño de atardecer mirando el desierto
el motel que fuimos y dejamos incendiado
junto a ti
junto a mi cama noble de ti
junto al sueño que espero dormir a tu lado.

ALEJANDRO CERDA





Momento



Todo se ha detenido,

solo el canto del   pájaro
se mueve como una  ola  en mi interior.

Ahora sé
que para volar
hay que abrir las alas,

pero hacia adentro.


ALDA MERINI






Los poetas trabajan de noche



Los poetas trabajan de noche
cuando el tiempo no les urge,
cuando se calla el ruido de la multitud
y termina el linchamiento de las horas.

Los poetas trabajan en la oscuridad
como halcones nocturnos o ruiseñores
de canto dulcísimo
Y TEMEN OFENDER A DIOS.

Pero los poetas, en su silencio,
hacen mucho más ruido
        que una dorada cúpula de estrellas.

ROLANDO MORELLI





II



Dudas, certezas...

La convicción del teléfono
a esta hora cualquiera,
adueñándose
del bien guardado silencio de la sala
Re
pitiendo su demanda de auxilio
Una promesa, quizás.

La convicción de que alguien,
-¿cómo saber de quién se trata?-
espera de nosotros
palabras o silencios
como un río tributario espera
(siempre
revueltas mansedumbres y certezas

¿Será el amado quien insiste
a esta hora tan noche?

¿O será un amigo?

¿Será quizás, la amiga que prometió venir,
pero está siempre?

¿O el computador, tal vez,
que insiste en que le compre un sueño
a precio módico?

¿Quién habrá sido, después, el que llamaba
cuando nadie responde,
y sigue allí su gesto
posiblemente aún esperando
sin saberlo?