"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 6 de mayo de 2018
VIOLETA LUNA
La hierva
Cuántas
cosas que pude haberlas dicho
y no
las dije.
Cuántas
horas que pude disfrutarlas
y no
fueron.
Cuántas
letras que se quedaron sueltas
sin
remedio.
Cuánta
vida que pudo ser raíz
y es
hoy astilla.
Por
conservar las normas de algún juego,
por no
poder salirme de las reglas
no pude
ser gaviota
ni
marinera espuma.
Y
apenas me quedé como la hierba:
tenaz y
humedecida.
ADRIAN SOTO
Paisaje transfigurado
(Der Morgen)
Qué
belleza me revela la niebla
cuando
baja de la montaña e inunda el valle;
el
horizonte reluce como un oculto misterio:
es la
luz del sol que palpita y se transfigura tras la bruma matinal,
como el
nacimiento de los ángeles
que
caen cual gotas turbias al mundo.
ALFREDO R. PLACENCIA
Bienvenido sea (I)
¿Eres
Tú la Sunamitis pura y blanca
que soñaron los patriarcas y entrevieron los profetas?
Aunque atruene tierra y cielos el acorde que se arranca
de los astros y las plumas de los santos y poetas,
para darte el parabién,
no despiertes, Niña blanca;
duerme bien.
Las mujeres que tenidas son por fuertes;
los patriarcas, los profetas;
los que, ciegos de llorar, van extraviados;
los poetas...
todos juntos volverán, cuando despiertes,
para darte el parabién,
con las ansias de los justos y el amor de los collados.
Duerme bien.
Puede ser que estés cansada;
bien pudiera ser.
Fue tan larga la jornada...
¡Sobre todo para una mujer!...
Porque vienes de muy lejos. Sé que nada
antes del tiempo existía, y ya estaba tu beldad
graciosamente jugando ante Dios. Esa verdad
lo declara y dice todo: ¡Vienes de la eternidad!...
que soñaron los patriarcas y entrevieron los profetas?
Aunque atruene tierra y cielos el acorde que se arranca
de los astros y las plumas de los santos y poetas,
para darte el parabién,
no despiertes, Niña blanca;
duerme bien.
Las mujeres que tenidas son por fuertes;
los patriarcas, los profetas;
los que, ciegos de llorar, van extraviados;
los poetas...
todos juntos volverán, cuando despiertes,
para darte el parabién,
con las ansias de los justos y el amor de los collados.
Duerme bien.
Puede ser que estés cansada;
bien pudiera ser.
Fue tan larga la jornada...
¡Sobre todo para una mujer!...
Porque vienes de muy lejos. Sé que nada
antes del tiempo existía, y ya estaba tu beldad
graciosamente jugando ante Dios. Esa verdad
lo declara y dice todo: ¡Vienes de la eternidad!...
JAVIER ACOSTA
La viudedad del viento
En la
Luna hay banderas
viudas inmóviles del viento
No las mueve el escándalo
lento de las astronaves
su cargamento de hormigas y espermatozoides
Ni la rosa enlatada de los vientos
abierta ahí
con ternura tal vez
cuando incluye muchachas la tripulación
Nada las mueve. Lo intento yo
con poderes mentales. Leo
prontuarios de telekinesia
desde aquí soplo con mi aliento pineal
Y rezo el novenario de los vientos
Les advierto que hay
tantos lugares tristes
donde sorber café y conversar de a dos
en el planeta. Hay tantas sábanas que ondean
los divorciados
tantos zapatos por los que matarían los huérfanos
Tantas cosas que el aire no levanta:
mi corazón
mi alma
mi cadáver. Encorvadas palabras
que no se lleva el viento.
viudas inmóviles del viento
No las mueve el escándalo
lento de las astronaves
su cargamento de hormigas y espermatozoides
Ni la rosa enlatada de los vientos
abierta ahí
con ternura tal vez
cuando incluye muchachas la tripulación
Nada las mueve. Lo intento yo
con poderes mentales. Leo
prontuarios de telekinesia
desde aquí soplo con mi aliento pineal
Y rezo el novenario de los vientos
Les advierto que hay
tantos lugares tristes
donde sorber café y conversar de a dos
en el planeta. Hay tantas sábanas que ondean
los divorciados
tantos zapatos por los que matarían los huérfanos
Tantas cosas que el aire no levanta:
mi corazón
mi alma
mi cadáver. Encorvadas palabras
que no se lleva el viento.
De “Cuadernillo del viento”
MARÍA CLARA GONZALEZ
RICARDO MOLINARI
Helada en su corona de deseo...
Helada en su corona de deseo
quién la verá, perfume de otro día,
ramo de aire perdido, todavía.
Espacio, luz de amor, lengua de aseo.
Terrible, incomparable, alta la veo
quebrar la espuma insomne -alma mía-,
en su sabor hallando la alegría,
el sonido, su flor; la voz de Orfeo.
Dura en su nieve, en su adiós de la tierra,
qué ámbito iluminado o noche ciega
la espera. Dónde irá el viento, su día.
Qué mar, qué luna; qué espejo la cierra
desdichado. jQué río alto la riega
sin amargura y bebe su agonía!
Helada en su corona de deseo
quién la verá, perfume de otro día,
ramo de aire perdido, todavía.
Espacio, luz de amor, lengua de aseo.
Terrible, incomparable, alta la veo
quebrar la espuma insomne -alma mía-,
en su sabor hallando la alegría,
el sonido, su flor; la voz de Orfeo.
Dura en su nieve, en su adiós de la tierra,
qué ámbito iluminado o noche ciega
la espera. Dónde irá el viento, su día.
Qué mar, qué luna; qué espejo la cierra
desdichado. jQué río alto la riega
sin amargura y bebe su agonía!
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