martes, 19 de octubre de 2021


 

LUIS VIDALES

 



Filosofía de los ademanes

 

 

Mis versos han descubierto
que las gentes
no valen por sí mismas
en lo físico
sino que son bellas o feas
según como estén construidas
sobre sus ademanes.
Y que los ademanes
son los armazones maravillosos
e invisibles
de los seres humanos.

  

De: “Suenan timbres”

 

ANTONIO ENRIQUE


 

La sopa

 

 

Las letrinas eran como los dormitorios:
Donde hileras de literas,
poyetes con agujeros.
Y las moscas aplacadas en el techo,
abultados sus ojos
por la gula.
Las letrinas se anunciaban
desde la Puerta donde
Arbeit Macht Frey,
el trabajo nos hace libres.
En verano a las seis y media,
a las ocho y media durante invierno
nos levantaban, porque antes no había sol.
Pero a la una o las tres era la sopa
de tubérculos, nabos o remolacha.
No había más. Los más sabios
remoloneaban en la cola:
en el poso está la sustancia.
Las letrinas son como dormitorios
donde en vez de dormir se defeca.
Es un cuerpo el Campo
y su cloaca la fosa ilíaca.
Dormido en cuclillas quedabas.
Las moscas con los ojos abultados
velan tus sueños de pesadilla.
La sopa es el alma.
Así como en el Campo entras sólido
para salir hecho tufo por la chimenea,
la sopa viene a ti
para convertirse
en detrito deletéreo de la letrina.
Somos nosotros la sopa del exterminio.

 

De: “La palabra muda”

 

 

MARTA LÓPEZ VILAR

 

 

 

Tormenta

...la lenta pluja

no va a cap banda

(Salvador Espriu)

 

 

Duele en mi rostro la lluvia.

Su caricia feroz se vuelve herida,

como si ya mi piel 

solo supiera respirar en el desierto.

Cae tan lenta la lluvia

o está tan lejos mi casa

que imagino estar cruzando un país de olvido,

inacabable,

donde no dormir nunca.

 

De: “En las aguas de octubre”

 

PABLO GARCÍA CASADO

 


Cum

 

 

El sabor se queda entre los dientes, en la saliva. Está en cada cosa que comes. En los yogures, en el queso. Te lavas los dientes después de cada comida, te los cepillas bien, colutorio de fresa mentolada. Lo mantienes en la boca unos segundos, luego lo escupes.

 

De: “La cámara te quiere”

 

UNAI VELASCO

 


 

 

Estabulación del Buey Apis

para Carlos Loreiro

 

 

Se ha hecho ya medianamente tarde y el viento

da una costumbre avara a los manteles.

Si todavía alguien quisiera trabajar los cuchillos,

cansar la corteza de los quesos o dar aquel sorbo que sobra

a una conversación vencida, deberá hacerlo ahora, con esta luz,

                                                                                           venir

a la mesa de lo mayores, mover su poca silla al lugar

donde las voces ya han escogido su timbre y practican

la seguridad alegre de lo pronunciado.

Pero veréis: todo lo que se oiga en esta hora difícil

pagará con su tierna entonación

la altísima cuenta, la cifra larga de todo lo que hasta aquí

hemos dicho.


En alguna parte alguien deja correr el agua, hierve un cazo,

y la grasa

se va soltando de los platos.

Insistir, desistir, pedir más pan para otra tanda

es simular un camarero absurdo

para hacer pelotas de miga con los dedos:

el humor no acierta si no es precisa ya la puntería, y no hay

esculturas nobles en los pasillos del cansancio. ¿En qué cesta

te traerán la hogaza que no alimenta?


Tratar de pensar el día será decir los lugares en los que te detuviste:

la hornada del día con niños ardiendo,

la opacidad advertida, las geometrías disímiles que has visto

en algunos coches de ferrocarril, en la subida,

en tu regreso a la calle en Sant Pau,

la contabilidad facilísima de amigos en los trabajos de arriba –dos–

y haber pensado en Carlos Loreiro en Madrid

cuando te habló de su amor en San Petersburgo y de la abolición

de la capa gascona por orden de algún rey –el rey no lo recuerdas–,

y haber pensado también que, en caso de escribir hoy un poema, mencionarías de pasada

a Carlos. Eso, y el anuncio de una película con Fassbender

encapuchado y todavía héroe homérico, pura

pieza de ajedrez tallada sobre el nombre de una madera oscura que no sabes o crees quizá saber aunque

esa convicción caerá con la consulta de un precioso libro de láminas.


Desatender, atender estos asuntos, decírmelos en la edad y sus palomas,

no será una omisión, tampoco un episodio de malos modales.

Quienes conmigo se sientan a esta mesa apenas me habrán visto

agacharme y ajustar un poco más el nudo de los zapatos.

Cuando me levante, porque desde luego querré levantarme,

pisar fuerte será un deseo, sí. Por eso

he decidido ignorar mis lecturas de agricultura,

los métodos sobre el terreno, los muchos previos ensayos de tipo general que indican

que andamos sobre la tierra por humildad del suelo,

que el provecho de esta andadura a quien más nos asimila

es al cerdo proverbial.


Sí, así lo he dispuesto todo para mañana por la mañana.

Como esas mujeres del poema en Montale, el cántaro bien alto,

más cerca de la sed. Traer nuevas sartenes negras.

Iré con cuidado, revisaré el sermón de tapa dura.

Le he quitado sol a la ternera más puta del rebaño,

la que peina el través de la cerca, la que se envalentona con la invención.

 

 

MARIANO PEYROU

 

 

 

Es culpa de la puerta

 

 

Es culpa de la puerta que está cerrada
nada que ver contigo buscando en el
bolsillo izquierdo con la mano derecha
buscando la llave o el timbre en el
bolsillo izquierdo

 

De: “El mar hospital es el mar aeropuerto”