viernes, 12 de octubre de 2012


JULIA DE BURGOS






Alba de mi silencio



En ti me he silenciado...
El corazón del mundo
está en tus ojos, que se vuelan
mirándome.  

No quiero levantarme de tu frente fecunda
en donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma. 

Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros.
Me voy muriendo en mis años de angustia
para quedar en ti
como corola recién en brote al sol...

No hay una sola brisa que no sepa mi sombra
ni camino que no alargue mi canción hasta el cielo.

¡Canción silenciada de plenitud!
En ti me he silenciado...    

La hora más sencilla para amarte es ésta
en que voy por la vida dolida del alba.  

DULCE MARÍA LOYNAZ






Poema LVIII



Estoy doblada sobre tu recuerdo como la mujer que vi
esta tarde lavando en el rio
horas y horas de rodillas, doblada por la cintura sobre
este rio negro de tu ausencia.

JORGE LUIS BORGES






Son los ríos



Somos el tiempo. Somos la famosa
parábola de Heráclito el Oscuro.
Somos el agua, no el diamante duro,
la que se pierde, no la que reposa.

Somos el río y somos aquel griego
que se mira en el río. Su reflejo
cambia en el agua del cambiante espejo,
en el cristal que cambia como el fuego.

Somos el vano río prefijado,
rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.
Todo nos dijo adiós, todo se aleja.

La memoria no acuña su moneda.
Y sin embargo hay algo que se queda
y sin embargo hay algo que se queja


HOMERO ARIDJIS





Donde el ensoñado y el soñado...



Donde el ensoñado y el soñado
van por un solo camino
se levanta un cuerpo

Por ese adentro de mujeres que hablan
de pasadas contiendas en las que no estuvimos
otro cuerpo se abre

y todo aquello que los cuerpos forman
es en la sombra
un brillo solitario

GIOCONDA BELLI






Áspera textura del viento



Nacida de la selva me tomaste
arisca yegua para estribos y albardas.

Durante muchas noches
nada se oyó
sino el chasquido del látigo
el rumor del forcejeo
las maldiciones
y el roce de los cuerpos
midiéndose la fuerza en el espacio.

Cabalgamos por días sin parar
desbocados corceles del amor
dando y quitando,
riendo y llorando
-el tiempo de la doma
el celo de los tigres-

No pudimos con la áspera textura de los vientos.
Nos rendimos ante el cansancio
a pocos metros de la pradera
donde hubiéramos realizado
todos nuestros encendidos sueños.