miércoles, 10 de septiembre de 2014

LUIS G. URBINA

 

¡Aleluya!

 
 
¡Aleluya, aleluya,
aleluya, alma mía!
Que en un himno concluya
mi doliente elegía:
Ya me dijo: ¡Soy tuya!
Ya le dije: ¡Eres mía!
Y una voz encantada,
que de lejos venía,
me anunció la alborada,
me gritó: ¡Ya es de día!

Todo es luz y tibieza
lo que fue sombra fría;
se apagó la Tristeza,
se encendió la alegría.
Ya le dije: ¡Eres mía!
Ya me dijo: ¡Soy tuya!
-¡cuánto sol tiene el día!-
¡Aleluya, alma mía!

 

 

SALVADOR DÍAZ MIRÓN

 

Mudanza

 

Ayer, el cielo azul, la mar en calma
y el sol ignipotente y cremesino,
y muchas ilusiones en mi alma
y flores por doquier en mi camino.

Mi vida toda júbilos y encantos,
mi pecho rebosando de pureza,
mi carmen pleno de perfume y cantos
y muy lejos, muy lejos, la tristeza.

Ayer, la inspiración rica y galana
llenando mi cerebro de fulgores;
y tú, sonriente y dulce en tu ventana,
hablándome de dichas y de amores.

Ayer, cuanto era luz y poesía,
las albas puras y las tardes bellas
henchidas de sutil melancolía,
y las noches pletóricas de estrellas...

Y hoy... la sombra y el ansia y el desierto,
perdida la esperanza, y la creencia,
y el amor en tu espíritu ya muerto,
y sembrada de espinas la existencia.

 

 

SALVADOR RUEDA

 


La copla



Tiene la mariposa cuatro alas;
tú tienes cuatro versos voladores;
ella, al girar, resbala por las flores;
tú por los labios, al girar, resbalas.

Como luces su túnica, tú exhalas
de tu forma divinos resplandores,
y fingen ocho vuelos tembladores
tus cuatro remos y sus cuatro palas.

Ya te enredas del alma en una queja,
ya en la azul campanilla de una reja,
ya de un mantón en el airoso fleco.

En el pueblo andaluz, copla, has nacido,
y tienes -¡ave musical! -tu nido
de la guitarra en el sonoro hueco.

 

 

JOSÉ JUAN TABLADA




Nocturno alterno

  

Neoyorquina noche dorada
                      Fríos muros de cal moruna
Rectors champaña fox-trot
                      Casas mudas y fuertes rejas
Y volviendo la mirada
                      Sobre las silenciosas tejas
El alma petrificada
                      Los gatos blancos de la luna
Como la mujer de Loth

              Y sin embargo
                  es una
                     misma
                         en New York
                              y en Bogotá
 

                                                                La luna...!

 

 

JULIA DE BURGOS

 

Amanecida


 

                                   Soy una amanecida del amor…   
 
                     
Raro que no me sigan centenares de pájaros
picoteando canciones sobre mi sombrilla blanca.
(Será que van cercando, en vigilia de nubes,
la claridad inmensa donde avanza mi alma).

Raro que no me carguen pálidas margaritas
por la ruta amorosa que han tomado mis alas.
(Será que están llorando a su hermana más triste,
que en silencio se ha ido a la hora del alba).

Raro que no me vista de novia la más leve   
de aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia.
(Será que entre los árboles va enseñando a mi amado
los surcos inocentes por donde anduve, casta…)

Raro que no me tire su emoción el rocío,
en gotas donde asome risueña la mañana.
(Será que por el surco de angustia del pasado,
con agua generosa mis decepciones baña).

Soy una amanecida del amor…

En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos,
y muchos sueños blancos, y emociones aladas.

Raro que no me entienda el hombre, conturbado
por la mano sencilla que recogió mi alma.
(Será que en él la noche se deshoja más lenta,
o tal vez no comprenda la emoción depurada…)

 

 

LEOPOLDO LUGONES


 

Amor eterno

 

Deja caer las rosas y los días
una vez más, segura de mi huerto.
Aún hay rosas en él, y ellas, por cierto,
mejor perfuman cuando son tardías.

Al deshojarse en tus melancolías,
cuando parezca más desnudo y yerto,
ha de guardarte bajo su oro muerto
violetas más nobles y sombrías.

No temas al otoño, si ha venido.
Aunque caiga la flor, queda la rama.
La rama queda para hacer el nido.

Y como ahora al florecer se inflama,
leño seco, a tus plantas encendido,
ardientes rosas te echará en la llama.