"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 24 de abril de 2025
EUGENIO DE ANDRADE
El
amor
Estoy
amándote como el frío
corta los labios.
Arrancando
la raíz
a lo más diminuto de tus ríos.
Inundándote
de dagas
de saliva esperma lumbre.
Estoy
rodeado de agujas
tu boca más vulnerable.
Marcando
en tus costados
el itinerario de la espuma.
Así
es el amor: mortal y navegable.
Versión de Alberto Ruy Sánchez
YEHUDA HA-LEVI
Trocaría
mi vida por el viento que visita
a ese hombre que siente mis propios males como suyos.
¿Sabe cuando revolotea si va volando
sobre las aguas del Éufrates o sobre sus mejillas?
Le digo: “¿Has venido a enjugar mis penas?”
y responde: “Mas bien a renovar sus jirones,
pues se alarga la separación de tu amigo,
y es muy fuerte su ausencia, igual que sus leones”.
Le respondo: “Mas está lejos y cerca,
¡mi vida toda depende de su vida!
Que viva y tenga paz en donde more,
y según su corazón se realicen sus deseos”.
Versión
de Xavier Quintana
JAMES JOYCE
Mi
amor está con un ligero atuendo
Mi
amor está con un ligero atuendo
Entre los manzanos,
Donde las brisas bulliciosas más anhelan
Correr en compañía.
Allí,
donde las brisas joviales moran para cortejar
A las tempranas hojas a su paso,
Mi amor va lentamente, inclinándose
Hacia su sombra que yace en la hierba.
Y
donde el cielo es una taza de claro azul
Sobre la tierra risueña,
Mi amor camina lentamente, alzando
Su vestido con grácil mano.
Versión
de José Antonio Álvarez Amorós
JORGE ENRIQUE ADOUM
Fugaz
retorno
La
cocina estaba todavía salpicada
de harina y oraciones; la nodriza
arropaba al fantasma de la noche,
buscaba el itinerario de las naves
que trajeran de regreso a un vagabundo.
Habían
enmohecido las imágenes, envejecido
el ruido. En las grandes tinajas
el eco de voces conocidas repetía
la cuenta del dinero. Se hablaba
de adulterios cercanos, de inversiones.
“Hay
afuera un día de luz, de humana
paz y de manzanas. Hay canciones y avanza
una multitud que vive y crece. De ella
es el reino del futuro. El que sea digno
ahora merecerá ese día y será amado.
Yo sé qué hora es, cómo me llamo, a dónde
voy lleno de orgullo y de noticias.
Y no estaré mucho tiempo entre vosotros”.
No
hubo sacrificio de vino o de cordero.
La madre, entre dos lágrimas severas,
me habló por mi bien, me indicó bondadosa
el buen camino, preguntó si tenía otro sombrero.
Mas mi hermano, el que solía fabricar delgadas
flautas para acompañar el canto de los sembradores
y que aún temía la dureza de la herencia
y la mirada del búho como un sacerdote,
no pudo dormir.
“Yo
quiero merecer
el amor que tú has visto. ¿Cuándo
es la felicidad?”
“Mañana”.
Y
corrimos, como dos fugitivos, hasta
la dura orilla donde se deshacían
las estrellas. Los pescadores nos hablaron
de victorias sucesivas en provincias cercanas.
Y nos mojó los pies una espuma del alba,
llena de raíces nuestras y de mundo.
EUGENIO MONTALE
El
olor de la herejía
¿Fue
Miss Petrus, secretaria y hagiógrafa
de Tyrrell, su amante? Sí, fue la respuesta
del barnabita, y un movimiento gélido de horror
serpenteó entre los familiares, los amigos y otros
ocasionales huéspedes.
Yo,
apenas un niño, permanecí indiferente
a la cuestión; el barnabita era
un discreto tapeur de pianoforte
y a cuatro manos, quizá a cuatro pies,
zapateamos o cantamos
«En esta tumba oscura» y otros varios
divertimientos.
Que
desprendiera un tufo de herejía
parecía ignorarlo la familia. Muerto
y ya olvidada la persona, supe
que estaba suspendido a divinis y quedé boquiabierto.
¿Suspendido de qué? ¿De qué cosa y por qué?
¿A medio aire, en fin, sujeto con un hilo?
¿Sería lo divino un gancho o colgadero?
¿Entra por el olfato como cualquier olor?
Sólo
más tarde comprendí el sentido
de la expresión y ya no me quedé
suspendido de aliento. Aún me parece ver
al viejo fraile en la pineda,
que ardió hace tiempo, inclinado sobre textos miasmáticos,
bálsamo para él. Y nada en el olor recuerda
lo demoniaco o lo divino, soplos de voz o pneumas,
de los que sólo queda huella en algunos papeles ilegibles.
Versión
de José Ángel Valente
JOSÉ MARÍA FONOLLOSA
Beaver
Street
Para
lucirla por la calle, hermosa.
Y para convivir, la razonable
belleza que Lucrecio aconsejaba.
Pero para la cama más bien fea.
La
hermosa y casi hermosa se te tienden
en el lecho y esperan muy seguras
el rápido homenaje que merecen.
Mas son algo pasivas. Y con límites.
La
chica más bien fea, sin embargo,
agradece el haber sido elegida
entre otras de más bellas. Participa
con mayor entusiasmo en el amor.
La
oscuridad ambiente la sitúa
en plano de igualdad ante la estética.
Y un ciego guía a un ciego, mas los dos
-los cuerpos- hallan juntos sus caminos.
Y
deja hacer y accede de buen grado
a cuanto la requiera aquel momento.
Para pasarlo bien en una cama
escoged una chica más bien fea.