domingo, 15 de junio de 2025


 

GABRIEL BOCÁNGEL

 

 

 

Amante ruiseñor que das al viento

 


Amante ruiseñor que das al viento
las quejas donde vive mi esperanza;
que, aunque el viento es imagen de mudanza,
sólo en él mi dolor vive de asiento.

En ti turbó la paz de tu elemento 
aquel brazo, que a toda vida alcanza;
también me hirió, mas con mayor pujanza,
cuando el golpe de envidia es más violento.

A los dos sólo un golpe dio la muerte
(porque de único asunto no presumas): 
a mí los ojos, cuando a ti las balas.

¡Oh, cuánto más te mejoró la suerte!
Hiérete amor y déjate con plumas,
para seguir un ofensor con alas.

 

ARQUÍLOCO

 

 

 

Estas son las palabras que yo le dije

 


Estas son las palabras que yo le dije;
y a la muchacha entre las flores
exuberantes abracé
y la hice acostarse; con un blando
manto la cubrí, apoyando en mis brazos su cabeza,
temblando de miedo
como un cervatillo
dulcemente con mis manos acaricié sus pechos.

 

 

GLADYS GONZÁLEZ

 

 

 

Última noche

 


Me hablas a mí

De hombres oscuros

Que llegan

a la barra de los bares

Pretendiendo beber

A costa de quienes

Guiñan el ojo

En la presa equivocada

Y terminan arrastrándose

Hacia la puerta

Tarareando cuchilladas

Entre los dientes

 

me hablas a mí

de hambre

cuando solo el olor

del aceite

de los mercados

saciaba el apetito

y daban ganas de llorar

por el asco

 

me hablas a mí

del miedo

de la paranoia

del terror

a entrar

en una cabina telefónica

para esperar un automóvil

con las marcas de la muerte 

 

no me hables

de lo que se siente

cuando te rompen el corazón

después de bajar la guardia

y el sudor

te arrastra bajo tierra

a un pozo encementado

 

no me hables

como si fuéramos niños

dejando migas de pan

en las calles

para encontrar el camino

a la cordura

 

sólo encontramos

hoteles sucios

y malos negocios

al guardarlas en los bolsillos

 

déjalas ahí

para que sean alimento

de las cucarachas

que se esconden

entre las fisuras

del concreto

 

no me hables

mientras bebo

no me interesa

escuchar a alguien

decir lo mismo que yo

 

-mirémonos

en el espejo de los licores

una conversación silenciosa-

 

observa a los demás

todos sienten lo mismo

un perro rabioso

les arrancó el amor

de las manos

 

ninguno

tuvo el valor

para mirar de frente

a la eternidad

 

ahora

se quejan

como tú lo haces

de que nada tiene sentido

de la desilusión

del desencanto

de las formas en las cuales

se suicidarán

para vengarse

 

no me hables

de segundas oportunidades

porque son

las que siempre

duelen más

 

si quieres

improvisamos una canción

para que todos puedan llorar

mientras reímos

sarcásticamente

 

si quieres

golpeamos las mesas

de esta cantina

o subimos al centro

a buscar balas perdidas

en las esquinas

 

porque da lo mismo

ya no queda nadie

a quien le importemos

 

no me hables

de hijos

de llevarme lejos

y protegerme

de mí misma

 

no me hables

de la civilidad

de los trenes amarillos

de la seguridad social

del frío

que hace explotar

las tuberías

 

yo soy un mounstruo

y esta selva

de boxeadores viejos

es mi jardín secreto

y mi familia

 

no me hables

de corazas

de rencores

de odios

 

yo

sólo tengo

mi reputación

que es la llave

para que las navajas

silben en el silencio

que dejo

tras de mí

 

no me hables

de amor

de seguirte

a otras ciudades

de conseguirme empleo

y matrimonio

 

yo solo

voy detrás

de quien me siguió primero

de quien me cuidó

y me dio un lugar

en su pobreza

de quien trinchó

con sus dedos 

los trozos de vidrio

de mi destilado

para que siguiera bebiendo

 

no me hables

por favor

que duele

tanta falsa rudeza

y los amigos van cayendo

uno a uno

enredados con la saliva

 

esto

es lo que dejaste

para cultivar

 

esto

que te asusta

demoró años

 

en volverse

tan severo

tan crudo

tan inclemente

 

no te acerques

muchacho

 

que las luces rojas

de este barrio de negros

comienzan

a caerte encima

ya no eres invisible

cuando caminas

junto a la grasa

 

estas arenas movedizas

solo son

para los que tienen

un cajón desvencijado

lleno de promesas

de la peor clase

para no naufragar

 

para los que arden

en el reflejo de los cristales

de un hotel

durante una tormenta eléctrica

sin saber nada

el uno del otro.

  

 

De: “Hospicio”

 

ANDRÉS GARCÍA CERDÁN

 


  

Agujeros

 


Encuentro en el armario

un jersey que llevé de adolescente.

Está arrugado,

deshecho.

Tiene agujeros de distintas formas.

 

La lana que eligió mi madre

-antes rojo burdeos-

se desvanece en la erosión.

 

La vainica es un libro

que se ha descuadernado,

un ovillo de signos

dados de sí.

 

¿Al otro lado

hay alguien?

 

¿Quién nos escucha en su indolencia?

 

El descosido, la rotura,

las hebras sueltas:

semántica

de un texto lleno de agujeros,

unas pocas palabras destrenzadas

en las que algo

se está perdiendo siempre,

 

en las que siempre hay algo más.

 

De: “El gran amor”

 

JUAN DOMINGO AGUILAR

 

  

 

Río Napo

 


Una vieja agarra mi mano

y me regala un par de frutas,

sonríe y dice que en este río

los barcos cruzaban

tan juntos unos de otros

que era como si se besaran,

que no me preocupe

porque mi mal pasará

mientras desliza

un manojo de ruda

por mi cabeza,

porque todo lo importante

termina siempre de repente,

dice, mientras señala

con su dedo índice la orilla:

el camino por aquí

se estrecha de pronto,

dice que a esta altura del país

los ríos se hacen más viejos

que se encogen y se dividen

por varias bifurcaciones

como nuestras vidas,

hasta que es imposible

encontrar lo que una vez

los unía.

 

  

De: “Un mal de familia”

 

CARLOS IGLESIAS DÍEZ

 


 

Cuatro estaciones

 


Primavera

La caricia del sol
te recorre la piel
como la de un amante fugitivo.

 

Estío

Llegó el verano:
en tu piel de manzana,
un mordisco breve.

 

Otoño

La clandestina redondez
de las manzanas caídas
me recuerda al amor.

 

Invierno

Cuando duermes,
sueñas con paisajes nevados
más allá de mi melancolía.

 

  

De: “El peso del silencio”