domingo, 12 de octubre de 2025


 

AURELIANO CARVAJAL

 

 

A ustedes que mueren en lo alto

 

 

Podría seguir mirando cada una de las burbujas
que buscan emanciparse del refresco en mi vaso.
Ellas han de imaginar que son jazmines
y se mueren tan rápido,
marchitando el hecho mismo de existir;
o se duermen en las paredes
y se dejan llevar, soñando.

Así, sin más, conocen su destino,
escogen un aeropuerto
y repentinamente: pffff
se han ido –y ni siquiera se escuchan.

…Ay, burbujas,
si tan sólo supieran
que hay vasos de plástico
e ignorantes como yo
que nos dedicamos
a beber el cielo.

 

 

ASHRAF ABOUL-YAZID

 



Una calle en El Cairo
(Fragmento)


[…] Una calle en El Cairo
abandonada, sin vehículos ni alma desde hace dos mil años,
donde los árboles y la gente se secaron
y el barro y los huesos se mezclaron
pero que sigue pareciéndose a un río,
como se parece la vida a la muerte.

El hombre que vuelve en sus cortas vacaciones
es como una calle en El Cairo,
sobre la que la ventana de la desesperación se asoma
y bailan en ella las calamidades
sumergiendo sus pies en la sangre y en los cadáveres
que duermen en su corazón después de cumplir su papel
en los noticieros…

El hombre que vuelve para unas cortas vacaciones
vierte el corazón y la vista
en la palma de la mano entre dos ciudades
dibujadas por los años
de arena y viento, y pregunta:
¿Cuántas desgracias bastan?

 

Versión de Nadia Gamal Eddin

 

 

LEONARDO ALEZONES LAU

 

 

Del cine porno

 


la contenida náusea puede ser amor
no a todas les va bien esa complacencia
de saborear membranas destinadas a unirse
por debajo de los cuerpos

lo inmundo es nacer de una felación



MAURIZIO MEDO

 

  

Pavor

 

 

Asustada ella dejó en el anaquel la novelita.

No quiso saber qué ocurriría en el capítulo final,
ni comprendió entendió la otra, realidad.

—Profusa fruición— repitió confusa.

— ¿Con tilde?

No dijo más.

 

 

JUSTO SIERRA MÉNDEZ

 

  

Playera

 

 

Baje a la playa la dulce niña,
perlas hermosas le buscaré,
deje que el agua durmiendo ciña
con sus cristales su blanco pie…

Cuando en levante despunte el día
verá las nubes de blanco tul

Venga la niña risueña y pura,
el mar su encanto reflejará
y mientras llega la noche oscura
cosas de amores le contará.

como los cisnes de la bahía –
rizar serenos el cielo azul.

Enlazaremos a las palmeras
la suave hamaca y en su vaivén
las horas tristes irán ligeras
y sueños de oro vendrán también.

Y si la luna sobre las olas
tiende de plata bello cendal,
oirá la niña mis barcarolas
al son del remo que hiende el mar,

mientras la noche prende en sus velos
broches de perlas y de rubí,
y exhalaciones cruzan los cielos
lágrimas de oro sobre el zafir!

El mar velado con tenue bruma
te dará su hálito arrullador,
que bien merece besos de espuma
la concha nácar, nido de amor.

Ya la marea, niña, comienza,
ven que ya sopla tibio terral,
ven y careyes tendrá tu trenza
y tu albo cuello rojo coral.

La dulce niña bajó temblando,
bañó en el agua su blanco pie,
después, cuando ella se fue llorando,
dentro las olas perlas hallé.

 

 

ENRIQUE DE RIVAS

 

  

Voz del Tíber

 

 

Si es tumba viva mi corriente dura,
cuando el pintor me ausculta con pinceles,
tú, que naciste tumba entre laureles,
¿qué has de ser, sino doble sepultura?

Si en mi cuerpo desdoblas tu figura
mortalmente al revés, y somos fieles,
yo, al agua, tú a la piedra que ser sueles,
sólo mi cuerpo vida te asegura,

pues tu mole de almenas es ceniza,
polvo ya de futuro; y yo, presente,
doy mi carne a tu imagen que desliza
desde los ojos blancos de mi puente
la mirada pensante que eterniza;
mira como te salva: sabiamente.