"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 6 de abril de 2016
JOSÉ MARÍA EGUREN
Reverie
Y
soñé, de un templete bajaban
Dos dulces bellezas matinales;
Y oí melancólicas hablaban
De las nobles dichas forestales.
Las vi en el blasón de la poterna
Azulinas y casi borradas
Despierto años después, la cisterna
Las mecía medio retratadas.
Y al fin las divisé lastimosas
Por los caminos y por las abras;
Y hablaban las bellas melodiosas;
Pero no se oían sus palabras.
Así, su memoria me traía
Las baladas de Mendelssohn claras;
Pero ni Beethoven poseía
La tristísima luz de esas caras.
Dos dulces bellezas matinales;
Y oí melancólicas hablaban
De las nobles dichas forestales.
Las vi en el blasón de la poterna
Azulinas y casi borradas
Despierto años después, la cisterna
Las mecía medio retratadas.
Y al fin las divisé lastimosas
Por los caminos y por las abras;
Y hablaban las bellas melodiosas;
Pero no se oían sus palabras.
Así, su memoria me traía
Las baladas de Mendelssohn claras;
Pero ni Beethoven poseía
La tristísima luz de esas caras.
ANDREA COTE
Casa
de Piedra
Era
corriente
y
deslucido
y
mohíno
el
ademán,
con
que dábamos la espalda a la casa de piedra de mi padre
para
hondear faldas floreadas
y de
luz
en
nuestro puerto desecado.
Por
primera vez
y sin
nodriza,
bordeábamos
la arcada de la tarde,
todo
para no ver
las
manos de piedra de mi padre
oscureciéndolo
todo,
apresándolo
todo,
sus
palabras de piedra
y
cascarrina
lloviendo
en el jardín de la sequía.
Y
nosotras en fuga hacia calles blanqueadas
y
farándula de mediodía
y
ellos repitiendo
en la
puerta de piedra:
catorce
años,
falda
corta,
zapatos
rojos sin usar.
Éramos
en avidez musical
y de
fasto
y
malabares,
ante
la lustrosa acera,
antes
de quedarnos parados
y sin
voz
para
ver la desolada estampa,
la
ruina.
Pues
el silencio,
que
no el bullicio de los días,
atraviesa.
El
silencio,
que
es que son treinta y dos los ataúdes
vacíos
y blancos.
ROLANDO REVAGLIATTI
Todos
me envidian en tus sueños
En
mis sueños
nunca es otro más que yo
el boludo
En los tuyos
siempre soy el más beneficiado
nunca es otro más que yo
el boludo
En los tuyos
siempre soy el más beneficiado
En
mis sueños
pocas veces te tengo sólo para mí
pocas veces te tengo sólo para mí
En
los tuyos
con frecuencia
estás conmigo
con frecuencia
estás conmigo
En
mis sueños
caí como un chorlito
(como sea que los chorlitos caigan)
En los tuyos
soy un titán feliz, feliz, feliz.
caí como un chorlito
(como sea que los chorlitos caigan)
En los tuyos
soy un titán feliz, feliz, feliz.
JUAN RAMÓN ORTIZ GALEANO
Lunaentéramedianoche
No se
si eres medano o duna,
luna
entera o medianoche;
quisiera
definirte con la lengua y no con la tinta:
el
más líquido y azul de mis reproches,
por
ahora, al menos voy a nombrarte:
Lunaentéramedianoche.
Quise
detallarte sobre la madera
pero
no entendía si eras de lana o de pluma,
ni de
dónde tu hondo llanto provenía
(¿caudalosa
ría o bahía?)
tampoco
sabía el sabor
de
tus lágrimas de agonía,
ni a
qué fluido de congoja mutarían
(¿inagotable
salicina o lejía?);
Lunaentéramedianoche,
¿por
qué lloras... ?
Quisiera
sepultarte en un suspiro,
para,
así, revocar tu llanto,
si
tanto así, Lunaentéramedianoche,
te
acongoja mi canto;
pero
creyendo que es mi canto
quien
mantiene tu alma viva,
dime:
¿qué será de ti, Lunaentéramedianoche,
si mi
canto se termina?
Iba a
declararte “agua”,
pero
dije “mía”, “lago”, “calma”,
“marjal
o marea”.
Iba a
declararte “tierra”,
pero
dije “lamía”, “miñosa”, “minucia”,
“marjal
o marisma”.
Iba a
declararte “aire”,
pero
dije “fuego”.
Y
aunque para ti -y tal vez para otros-
mucho
de esto poco importe,
yo
debo indagarte en cada parte,
ya
que sólo así estaré dispuesto,
Lunaentéramedianoche,
a
cuidarte.
En
cada rincón te busco tu origen,
te
indago en cuerpo y alma,
te
aprieto en cuerpo y cuerpo
aunque
desnuda tu pasado no es vital,
Lunaentéramedianoche.
Veo
fríos o fulgores en tus ojos,
pero
temo o intuyo que su llama real
en
todo su brillo nunca aflora:
¿es
que alguna vez, Lunaentéramedianoche,
has
querido más que ahora?
Sé que
quieres marcharte ya…
(mi
frío análisis, a veces las ahuyenta...)
son
tantas las cosas que debo saber
¡y tú
que no dices una palabra que me llene!
dímelo
que no lo sé, Lunaentéramedianoche,
¿quién
eres... ?
¿Pondré
en juego sano mi destino
arrimándome
a quererte o más aun:
aventurándome y amarte o
más aun:
a
desatarme, encandilarme, revolcarme,
romperme
y adorarte?;
déjame
saberlo previo al acto:
antes
del filo y la fogata;
previo
a la curva blanda del rubí
y al
brillo aciago del diamante;
antes
de la promesa muda y su lágrima de carne,
de
savia;
previo
al fuego y su derroche;
antes
del muro de silencio y la sombra de la daga...:
Lunaentéramedianoche...
¿quién eres?
(Lunaentéramedianoche pertenece al libro en
preparación "Que eres de planta y estás triste... ".
LUNA MIGUEL
¿Queréis saber si es niño o niña?
La
mariposa Ulises mide 14 centímetros.
Si el
lepidóptero es macho,
la
cara dorsal de sus alas brilla azul eléctrico.
Su
hembra, sin embargo, es de color grisáceo
parecido
a una media luna
que
resiste todavía al amanecer.
Hasta
hoy, las doctoras hablaban de ti
como
si fueras ese astro diminuto
al
que nosotros llamábamos nuestra niña.
En la
semana veinte de gestación
cuando
el peligro de perderte ya es mínimo,
decides
abrir tus alas de par en par
luciendo
el destello que guardabas,
presumiendo
de un futuro azul eléctrico.
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