lunes, 24 de marzo de 2014

PEDRO SALINAS SERRANO

  

De mirarte tanto y tanto



De mirarte tanto y tanto,
De horizonte a la arena,
Despacio,
Del caracol al celaje,
Brillo a brillo, pasmo a pasmo,
Te he dado nombre; los ojos
Te lo encontraron, mirándote.
Por las noches,
Soñando que te miraba,
Al abrigo de los párpados
Maduró, sin yo saberlo,
Este nombre tan redondo
Que hoy me descendió a los labios.
Y lo dicen asombrados
De lo tarde que lo dicen.
¡Si era fatal el llamártelo!
¡Si antes de la voz, ya estaba
En el silencio tan claro!
¡Si tú has sido para mí,
Desde el día
Que mis ojos te estrenaron,
El contemplado, el constante
Contemplado!





JOSÉ HIERRO




Lo que vi (Nombrar perecedero)



                              Supuesto que sueño fue,
                              no diré lo que soñé:
                              lo que vi, Clotaldo, sí.
                                        Calderón de la Barca



          No tengo miedo nombraros
ya con vuestros nombres,
cosas vivas, transitorias.
(Unidas sois un acorde
de la eternidad; dispersas
-nota a nota, nombre a nombre,
fecha a fecha-, vais muriendo
al son del tiempo que corre.)

          No tengo miedo nombraros.
Qué importa que no le importen
al que viva, cuando yo
haya muerto, vuestros nombres.
Qué importa que rían cuando
escuchen mis sinrazones.

          Vosotras sois lo que sois
para mí: mágico bosque
perecedero, campanas
que regaláis vuestros sones
sólo al que os golpea. Cómo
darlos al que no os oye,
fundir para sus oídos
metal que el instante rompe,
metal que funde el instante
para un instante del hombre.

          No tengo miedo nombraros
ya con vuestros nombres.
Sé que podría fingiros
eternidad. Pero adónde
elevaros, arrojaros,
hundiros en qué horizonte.
Por qué arrancaros los pétalos
que la lluvia descompone.

          Mías sois, cosas fugaces,
bajo marchitables nombres.
Actos, instantes que el viento
curva, azota, araña, rompe;
suma ardiente de relámpagos,
rueda de locos colores.
otoños de pensamientos
sucesivos, liman, roen
vuestra realidad, la esfuman
como el sueño en el insomne.

          Pero sois yo, soy vosotras,
astro viejo en vuestro orbe
perecedero, almas, alma.
Orquesta de ruiseñores,
soñáis al alba el recuerdo
de vuestro canto de anoche.

          Nombraros ¿no es poseeros
para siempre, cosas, nombres?


LUZ MARÍA JIMÉNEZ FARO




Reloj…

Reloj: no marques las horas
porque voy a enloquecer;
ella se irá para siempre
cuando amanezca otra vez.
Roberto Cantoral

Para ti, compañero de todas las horas.



Reloj: Alimaña con ejes, rubíes, espirales y hasta
con un tic-tac de corazón; mas no percibe
nunca los sonidos del alma.

Horas: Brazadas de palomas en vuelo. Bisturíes
cortando las cintas plateadas del tacto y
de la carne. Miel rezagada que cae sobre
los muslos. Negrura atormentada de las
noches. Té de las cinco. Damas que te
reflejan en los espejos cóncavos y en los
convexos. Monjas sobre reclinatorios.
Lenguas bisexuales. Rasos y tules para
vestir tu boda. Vientres encinta y en
silencio. Babosas empedrando los ojos y
la piel. Procesión de las ánimas. Fragua
de sueños y de huellas. Garantía de origen.

A los pies, toda mansedumbre, se tiene la alimaña
y simplemente espera.






JOSÉ ZORRILLA Y MORAL



  
Dueña de la negra toca



Dueña de la negra toca,
La del morado monjil,
Por un beso de tu boca
Diera a Granada Boabdil.
Diera la lanza mejor
Del Zenete más bizarro,
Y con su fresco verdor
Toda una orilla del Darro.
Diera la fiesta de toros
Y, si fueran en sus manos,
con la zambra de los moros
El valor de los cristianos.
Diera alfombras orientales,
Y armaduras y pebetes,
Y diera... ¡que tanto vales!,
Hasta cuarenta jinetes.
Porque tus ojos son bellos,
Porque la luz de la aurora
Sube al Oriente desde ellos,
Y el mundo su lumbre dora.
Tus labios son un rubí,
Partido por gala en dos...
Le arrancaron para ti
De la corona de Dios.
De tus labios, la sonrisa,
La paz de tu lengua mana...
Leve, aérea, como brisa
De purpurina mañana.
¡Oh, qué hermosa nazarena
Para un harén oriental,
Suelta la negra melena
Sobre el cuello de cristal,
En lecho de terciopelo,
Entre una nube de aroma,
Y envuelta en el blanco velo
De las hijas de Mahoma!
Ven a Córdoba, cristiana,
Sultana serás allí,
Y el sultán será, ¡oh sultana!,
Un esclavo para ti.
Te dará tanta riqueza,
Tanta gala tunecina,
Que ha de juzgar tu belleza
Para pagarle, mezquina.
Dueña de la negra toca,
Por un beso de tu boca
Diera un reino Boabdil;
Y yo por ello, cristiana,
Te diera de buena gana
Mil cielos, si fueran mil.


MIGUEL DE UNAMUNO Y JUGO







Hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan,
Hay ojos que llaman, -hay ojos que esperan,
Hay ojos que ríen -risa placentera,
Hay ojos que lloran -con llanto de pena,
Unos hacia adentro -otros hacia fuera.

Son como las flores -que cría la tierra.
Mas tus ojos verdes, -mi eterna Teresa,
Los que están haciendo -tu mano de hierba,
Me miran, me sueñan, -me llaman, me esperan,
Me ríen rientes -risa placentera,
Me lloran llorosos -con llanto de pena,
Desde tierra adentro, -desde tierra afuera.

En tus ojos nazco, -tus ojos me crean,
Vivo yo en tus ojos -el sol de mi esfera,
En tus ojos muero, -mi casa y vereda,
Tus ojos mi tumba, -tus ojos mi tierra.



EMILIO PRADOS




Rumor de espejos


El cuerpo en que yo vivía
nunca supo de mi cuerpo.
Nada preguntó por él
y de mí salió sin verlo.

Llegó a una fuente. En sus aguas
vio la flor azul del cielo:
-Di, ¿cómo te llamas, flor?…
-Nombre soy de tu silencio.

Nada entendió. Subió al monte
de la soledad. El viento,
se desnudaba en la cumbre
de Dios, todo su misterio.

-Di, viento: ¿cuál es tu nombre?…
-Nombre soy de tu silencio.
Y dos águilas volaron,
resbalando, hasta mi sueño.

Siguió mi cuerpo tras ellas,
olvidándose en su vuelo,
de sí mismo, y nuevamente
entró en mí, sin yo saberlo.

¿Y está en mí?…  (Busco su nombre;
pero al buscarlo, me pierdo
dentro del mundo que trajo
mi cuerpo hasta mi silencio.)

«¿Lleno de ti mismo estás
y buscas nombre a tu cuerpo?»,
siento que un rumor me canta,
quebrando, en mí, dos reflejos…

Llamo en él y en él estoy.
Salgo de mí y en él entro…

¡Aún no conozco mi nombre
pero sé que lo navego!