"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 8 de diciembre de 2019
GOTTFRIEND BENN
Dime dónde
Si tuvieras anhelos todavía
(dime cuándo, dime dónde),
si aún con besos te encadenas
(amour -bel oiseau),
si con rumor de alas todavía
sobre los Andes planeas
cambiándote en dos mares
sin saber a quién vives,
si hablan aún las penas,
lágrimas por bel oiseau
te derriban y destruyen -
dime cuándo -dime ¿dónde? -
Versión de Eustaquio Barjau
Si tuvieras anhelos todavía
(dime cuándo, dime dónde),
si aún con besos te encadenas
(amour -bel oiseau),
si con rumor de alas todavía
sobre los Andes planeas
cambiándote en dos mares
sin saber a quién vives,
si hablan aún las penas,
lágrimas por bel oiseau
te derriban y destruyen -
dime cuándo -dime ¿dónde? -
Versión de Eustaquio Barjau
ENRIC SÓRIA
Recuerdo o espina lenta, amor; te pienso
Joan Fuster
Joan Fuster
Amo tu adolescencia postergada:
menosprecio, carencias, soledad,
la absurda metafísica infligida,
para lograr que fueras
otra resignación gris del montón,
jugando encadenada, en un patio perpetuo de colegio.
Qué fácil es leer las fotos viejas.
Amo esa mirada muerta de las fotografías,
los desiertos que esconde, las apagadas quejas, la plegaria.
Qué tristes quince años, qué belleza.
Cuánta desolación habrá sido precisa
para cristalizar una mirada así
(cuánto amo esa mirada que eres tú,
trampa trivial, lo sé, de la fotografía).
Ahora, esa mirada es mía, como es mía
la voz de los amigos muertos ya,
algún cielo de Brueghel
y algún verso de Borges, algún cuerpo,
y nuestro desamor, y este poema.
Talismán espinoso que soporto, y que me da soporte:
la sombra más leal en la orilla del tiempo.
Cuánto has cambiado.
Qué fatuamente impúdicos
nos han vuelto los años,
y la vertiginosa continuidad de los gestos.
menosprecio, carencias, soledad,
la absurda metafísica infligida,
para lograr que fueras
otra resignación gris del montón,
jugando encadenada, en un patio perpetuo de colegio.
Qué fácil es leer las fotos viejas.
Amo esa mirada muerta de las fotografías,
los desiertos que esconde, las apagadas quejas, la plegaria.
Qué tristes quince años, qué belleza.
Cuánta desolación habrá sido precisa
para cristalizar una mirada así
(cuánto amo esa mirada que eres tú,
trampa trivial, lo sé, de la fotografía).
Ahora, esa mirada es mía, como es mía
la voz de los amigos muertos ya,
algún cielo de Brueghel
y algún verso de Borges, algún cuerpo,
y nuestro desamor, y este poema.
Talismán espinoso que soporto, y que me da soporte:
la sombra más leal en la orilla del tiempo.
Cuánto has cambiado.
Qué fatuamente impúdicos
nos han vuelto los años,
y la vertiginosa continuidad de los gestos.
De:
"Andén de cercanías".
Versión de Carlos Marzal
Versión de Carlos Marzal
HENRIK NORDBRANDT
Nuestro amor es como Bizancio
Nuestro amor es como Bizancio
tuvo que haber sido
la última noche. Tuvo que haber habido
me imagino
un resplandor en los rostros
de los que se agolpaban en las calles
o formaban pequeños grupos
en las esquinas de las calles y en las plazas
hablando en voz baja,
un resplandor que tuvo que haberse parecido
al que tiene tu cara
cuando te echas el pelo hacia atrás
y me miras.
Me imagino que no hablarían
mucho y solo de cosas
bastante indiferentes,
que tratarían de hablar
y se detuvieron
sin haber llegado a decir
lo que querían
y lo intentaron de nuevo
y lo volvieron a dejar
y se miraron mutuamente
y bajaron la mirada.
Los iconos muy antiguos, por ejemplo
tienen el mismo resplandor
que el flamígero fulgor de una ciudad en llamas
o el brillo que la muerte inminente
deja en las fotografías de muertos prematuros
en el recuerdo de los supervivientes.
Cuando me vuelvo hacia ti
en la cama, tengo la sensación
de entrar en una iglesia
que fue quemada
hace mucho tiempo
y donde solo ha quedado
la oscuridad en los ojos de los iconos
plenos de las llamas que los aniquilaron.
tienen el mismo resplandor
que el flamígero fulgor de una ciudad en llamas
o el brillo que la muerte inminente
deja en las fotografías de muertos prematuros
en el recuerdo de los supervivientes.
Cuando me vuelvo hacia ti
en la cama, tengo la sensación
de entrar en una iglesia
que fue quemada
hace mucho tiempo
y donde solo ha quedado
la oscuridad en los ojos de los iconos
plenos de las llamas que los aniquilaron.
De:
"Nuestro amor es como Bizancio" en “Oda al pulpo y otros poemas de
amor"
Versión
de Francisco Uriz
SHINKICHI TAKAHASHI
Hojas secas
No necesitan estar vivas
Se han muerto calcinadas
Han de ser oreadas al viento.
En la lluvia desolada de otoño
entre los montes de arces sutilmente coloreados,
como son hojas muertas caídas en la tierra,
han de dormir con tranquilidad.
No necesitan estar vivas
Se han muerto calcinadas
Han de ser oreadas al viento.
En la lluvia desolada de otoño
entre los montes de arces sutilmente coloreados,
como son hojas muertas caídas en la tierra,
han de dormir con tranquilidad.
ALFONSO CORTÉS
El silencio
Después de tantos sufrimientos
que mi pupila enturbecieron,
viendo la tierra amarga en donde envejecieron
mis llantos, como pensamientos,
llamóme lejos del Osario,
tras de lo largo del camino,
la música valiente de un clarín divino,
alzó hacia Dios sus tristes ojos
descoyuntados por la suerte,
abrió la flor repleta de su sueño inerte
y contempló puesto de hinojos
a un ángel pálido que —en una
gracia infantil de místicos sollozos—
cortaba ramos de perfume luminosos
con la cuchilla de la Luna.
Después de tantos sufrimientos
que mi pupila enturbecieron,
viendo la tierra amarga en donde envejecieron
mis llantos, como pensamientos,
llamóme lejos del Osario,
tras de lo largo del camino,
la música valiente de un clarín divino,
alzó hacia Dios sus tristes ojos
descoyuntados por la suerte,
abrió la flor repleta de su sueño inerte
y contempló puesto de hinojos
a un ángel pálido que —en una
gracia infantil de místicos sollozos—
cortaba ramos de perfume luminosos
con la cuchilla de la Luna.
HEINRICH HEINE
¡Estad tranquilos!
De Bruto con el sueño dormimos confiados;
Mas despertó, y a César hirió con su puñal;
Que los romanos eran malsines desalmados,
Insignes tiranófagos sin ley y sin piedad.
No vive entre nosotros romano peligroso;
Fumamos buen tabaco; tocó a cada nación
Una grandeza; Suavia, es el país dichoso
Que la mejor morcilla a fabricar llegó.
Nosotros somos probos, germanos que dormimos
Con sueño sano y dulce, con sueño sin doblez;
Al despertar es cierto que a veces sed sentimos,
Mas nunca de la sangre de nuestros reyes es.
Como la vieja encina, como el añoso tilo,
Nosotros somos fieles y fieros a la par:
Del tilo y las encinas en el país tranquilo,
Seguramente un Bruto no nacerá jamás.
Y si es que por acaso un Bruto aquí naciera,
En vano, en vano un César buscar pudiera aquí;
En cambio tenemos, en vez de su alma fiera,
Pasteles con especias, que no hay más que pedir.
Reyes y reyezuelos, que altivos se presentan
(No es una cifra enorme), tenemos treinta y seis.
Estrellas protectoras sobre su pecho ostentan:
De marzo por los Idus no tienen que temer.
Y padres les decimos, y patria apellidamos
A este país honrado, que como herencia real
Fue a nuestros reales padres: también idolatramos
Las berzas con salchichas, magnífico manjar.
Cuando a los tales padres hallamos distraídos,
Nuestros sombreros ruedan ante sus reales pies:
No es la Alemania inmunda caverna de bandidos;
Romanos tiranófagos jamás podremos ser.
Cebamos nuestros reyes, mas no los devoramos
No es nuestra ley pagana, cristiano es nuestro afán
Nuestro sabroso pato por San Martín matamos,
Y lleno de castañas a nuestro vientre va.
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