domingo, 20 de febrero de 2022


 

FRANCES HARPER

 

  

El beso de mi madre

 

 

El beso de mi madre, el beso de mi madre,

siento su huella ahora;

Como en los días brillantes y felices

Ella lo presionó en mi frente.

Dices que es una cosa imaginada

Dentro de mi memoria cargada;

Para mí tiene un lugar sagrado:

la casa del tesoro del pensamiento.

Una vez más, siento sus dedos deslizarse

entre mi pelo enmarañado;

Veo la luz del amor en sus ojos,

Cuando toda mi vida fue hermosa.

De nuevo, escucho su dulce voz

En advertencia o en amor.

Cuán preciosa fue la fe que enseñó

a Mi alma de las cosas de arriba.

La música de su voz se aquieta,

Sus labios palidecen en la muerte.

Como perlas preciosas estrecharé sus palabras

Hasta mi último aliento.

El mundo ha esparcido a mi alrededor

Honor, riqueza y fama;

Pero nada tan precioso como los pensamientos

que se reúnen en torno a su nombre.

Y los amigos han puesto sobre mi frente

Los laureles del renombre;

Pero ella primero me enseñó cómo usar

Mi virilidad como una corona.

Mi cabello está plateado con la edad,

estoy deseando partir;

Volver a estrechar la mano de mi madre,

Y ser un niño de corazón.

para vagar con ella por la tierra de la gloria

donde saludan los santos y los ángeles;

Echar nuestras coronas con cantos de amor

A los pies de nuestro Redentor.

 

JULES LAFORGUE

 

 

Otra endecha de Lord Pierrot

 

 

¡La que debe ponerme al tanto de la Mujer!
Primero le diremos, con mi aire menos frío:
“La suma de los ángulos de un triángulo, alma mía,
“Es igual a dos rectos.”

Y si le sale el grito: “¡Dios de Dios! ¡cómo te amo!
—”Dios va a reconocer a los suyos.” O picada en lo más vivo:
—”Mis teclas tienen corazón, serás mi único tema.”
Yo: “Todo es relativo.”

Y con sus ojos todos, ¡vamos! sintiéndose de más banal:
“¡Ah! tú no me amas; tantos otros tienen celos!”
Yo, con una mirada que se embala al Inconsciente:
“Gracias, no está mal; ¿y usted?”

—”¡Juguemos al más fiel!” —”¡Para qué, Naturaleza!”
“¡A que el que pierde gana!” Vamos, otra canción:
—”¡Ah! tú vas a cansarte primero, estoy segura…”
—”Después de usted, por favor.”

Si, en fin, por una noche, ella muere en mis libros,
Dulce; fingiendo no creerles ya a mis ojos,
Tendré un: “Ah bien, pero, ¡teníamos De Qué vivir!”
“¿Entonces era en serio?”

 

RAÚL ZURITA

 

  

Aún abandonados florecerían



Abandonados no verían las llanuras sino sólo un vocear recorriendo los
valles alucinantes creciendo como si un chillido les partiera hecho añicos
sobre sus pastos

I. Porque un crío era Chile chillando por el pasto

II. Por eso todos se partían estremecidos sintiendo sus chillidos

III. Por eso todos aguardaban quebrados por otros pastos que les
enverdecieran sus penas

Para que abandonados empiece a oírse desde los valles el vocear de
nuevos crios enverdeciéndoles sus penas y sólo pastos miraran allí los
abandonados hijos de Chile

IV. Porque allí podrían enverdecer las penas de Chile
V. Incluso los valles crecerían como los crios de una pena
VI. Porque todos los hijos de Chile volverían a tender el verdor
que olvidaron del valle

Para que chillando todos los hijos de Chile se tiendan como un verdor
que les renaciera desde sus penas y allí se les vea venir corriendo sobre
estos pastos todos partidos de gozo cantando aún abandonados florecerían.

 

RENÉ SEGURA

 

  

El maestro

 

 

Tengo el poder de la transformación
Dominando las consecuencias.
Maestro del absurdo
Y de sus cambios.
Transformo ansiedad en placer
Y humo en imaginación.
Maestro de los rituales de fuego
Y Señor de la destrucción.
Con un pie en el cielo y otro en el infierno mantengo el equilibrio
Aunque para que lo mantengo
Si ya no importa caer.



JORGE LOBILLO

 

 

 A Eugénio de Andrade

 

A través de Internet llega tu muerte.
Sin embargo, desde una ventana
veo y escucho en este mes de junio
la armonía inagotable de las primaveras,
hacia el bosque sobreviviente
de la esperanza y el hombre.
El agua corre todavía limpia
en el cielo próximo de verano
y en tus palabras,
Señor del nítido verbo
devuelto a los orígenes.
Los caballos, blancos e impacientes,
tiran hacia delante.
La tierra canta, resplandece,
pertinencia de un tiempo cíclico,
como si no conociese la muerte.

 

 

 

ALEJANDRO ROEMMERS

 

  

Un trocito de mí

 

 

Sé que has de llegar un día,
antes o después, lenta o abrupta,
inexorable, silenciosa y perenne.
Estaré dispuesto,
te aceptaré sin reparos
como acepté la vida
con sus espinas y sus rosas.
No me pidas perdón, no es necesario,
llévame contigo, así fue el trato.
Pero quiero advertirte,
que deslucirá tu triunfo
pues serán migajas de mí
lo que te entregue.
Verás,
he dejado buena parte de mi sentimiento
en las personas que he querido,
y abundantes porciones de mi ser
en mis compañeros más cercanos.
Mi alma le infundió a cada poema
un poco de su luz y su belleza
como una flor que se ha ido deshojando.
En cada casa que me albergó,
en cada camino que emprendí,
en cada amistad que me bendijo,
algo de mi corazón se fue con ellos.
Y en cada sueño que me habita,
en cada árbol que planté,
en cada libro que escribí,
puse lo mejor de mi esperanza.
Comprenderás entonces,
que no hay mucho de mí que permanezca,
y poco me quedará para ofrecerte
habiendo dado todo.
Quizás,
algunos bosquejos y proyectos,
algún resto de juventud en la apariencia,
un brillo sabio y pícaro en los ojos,
y unas pocas palabras que no llegaron a completar una poesía…
Es cierto, encontrarás mi fe intacta
y un palacio de amor resplandeciente
que regresó hasta allí multiplicado.
Perdona pues que sea apenas
un trocito de mí lo que te deje:
un trocito de mí será lo que se muera….
¡Y tanta la vida que me lleve!