jueves, 12 de junio de 2014

MIGUEL ARTECHE SALINAS


 


 

... la más suave doncella
me vierte el aguamanos en jofaina de plata;
me sirve pan y vino sobre mesa pulida
antes de que se acerque la noche.


Y me dormí pensando en él, mientras la nieve
Cae profundamente en mi pasado, y cae
Sobre este mar de tinta. Por la noche y el alba
Siguió la nave sola.
La esperanza perdí
De encontrarlo.
Nadie había en la nave;
Y en las islas del viento
Nadie me dio noticias de mi padre,
Ni más allá en la tierra de la pócima mágica.
Por el alba y la noche siguió sola la nave.


Ahora sé que está muerto, que es inútil la nave,
Inútil es el mar y todos los conjuros;
No importa donde esté, si en alguna ribera
Sus huesos se deshacen en los dientes del viento:
Inútil suena todo. Nunca estuvo conmigo,
Ni siquiera el sueño me ha traído sus ojos.


Por el alba y la noche volvió la nave al puerto.

 

 

 

PABLO NERUDA


 

El Sol

  

A plena luz de sol sucede el día,
el día sol, el silencioso sello
extendido en los campos del camino.


Yo soy un hombre luz, con tanta rosa,
con tanta claridad destinada
que llegaré a morirme de fulgor.


Y no divido el mundo en dos mitades,
en dos esferas negras o amarillas
sino que lo mantengo a plena luz
como una sola uva de topacio.


Hace tiempo, allá lejos,
puse los pies en un país tan claro
que hasta la noche era fosforescente:
sigo oyendo el rumor de aquella luz,
ámbar redondo es todo el cielo:
el azúcar azul sube del mar.


Otra vez, ya se sabe, y para siempre
sumo y agrego luz al patriotismo:
mis deberes son duramente diurnos:
debo entregar y abrir nuevas ventanas,
establecer la claridad invicta
y aunque no me comprendan, continuar
mi propaganda de cristalería.


No sé por qué le toca a un enlutado
de origen, a un producto del invierno,
a un provinciano con olor a lluvia
esta reverberante profesión.


A veces pienso imitar la humildad
y pedir que perdonen mi alegría
pero no tengo tiempo: es necesario
llegar temprano y correr a otra parte
sin más motivo que la luz de hoy,
mi propia luz o la luz de la noche:
y cuando ya extendí la claridad
en ese punto o en otro cualquiera
me dicen que está oscuro en el Perú,
que no salió la luz en Patagonia.


Y sin poder dormir debo partir:
para qué aprendería a transparente!


Hoy, este abierto mediodía vuela
con todas las abejas de la luz:
es una sola copa la distancia,
al territorio claro de mi vida.


Y brilla el sol hacia Valparaíso.

 

 

 

GABRIELA MISTRAL

 

La fuga

 

Madre mía, en el sueño
ando por paisajes cardenosos:
un monte negro que se contornea
siempre, para alcanzar el otro monte;
y en el que sigue estás tú vagamente,
pero siempre hay otro monte redondo
que circundar, para pagar el paso
al monte de tu gozo y de mi gozo.
 

Mas, a trechos tú misma vas haciendo
el camino de burlas y de expolio.
Vamos las dos sintiéndonos, sabiéndonos,
mas no podemos vernos en los ojos, y no
podemos trocarnos palabra,
cual la Eurídice y el Orfeo solos,
las dos cumpliendo un voto o un castigo,
ambas con pies y con acentos rotos.
 

Pero a veces no vas al lado mío:
te llevo en mí, en un peso angustioso
y amoroso a la vez, como pobre hijo
galeoto a su padre galeoto,
y hay que enhebrar los cerros repetidos,
sin decir el secreto doloroso:
que yo te llevo hurtada a dioses crueles
y que vamos a un Dios que es de nosotros.
 

Y otras veces ni estás cerro adelante,
ni vas conmigo, ni vas en mi soplo:
te has disuelto con niebla en las montañas,
te has cedido al paisaje cardenoso.
Y me das unas voces de sarcasmo
desde tres puntos, y en dolor me rompo,
porque mi cuerpo es uno, el que me diste,
y tú eres un agua de cien ojos,
y eres un paisaje de mil brazos,
nunca más lo que son los amorosos:
un pecho vivo sobre un pecho vivo,
nudo de bronce ablandado en sollozo.
 

Y nunca estamos, nunca nos quedamos,
como dicen que quedan los gloriosos,
delante de su Dios, en dos anillos
de luz, o en dos medallones absortos,
ensartados en un rayo de gloria
o acostados en un cauce de oro.
 

O te busco, y no sabes que te busco,
o vas conmigo, y no te veo el rostro;
o en mí tú vas, en terrible convenio,
sin responderme con tu cuerpo sordo,
siempre por el rosario de los cerros,
que cobran sangre por entregar gozo,
y hacen danzar en torno a cada uno,
¡hasta el momento de la sien ardiendo,
del cascabel de la antigua demencia
y de la trampa en el vórtice rojo!

 

 

CECILIA PALMA


 

No dejarte solo

 

Quiero tomar una copa
viejo amigo
envenenarme de su jugo de uvas
acompañarte
a tu postrera morada
no dejarte solo Dylan Thomas
para que tú me acompañes
también al último de
mis refugios.

 

De “A pesar del azul”

 

 

 

 

CRISTIAN COTTET


 

No volverá ésta

 

No volverá ésta a ser la casa que soñamos.
El patio irá cubriendo
de recuerdos
la habitación que demolimos. No correrá
por el pasillo la infante vida
que esperamos: el vidrio respira aún
pidiendo explicaciones.


No serán estos los días que soñamos.
Aquellos distantes helechos en el muro,
el horizonte dibujado: no serán éstas las manos
que acaricien tu cabello cuando sufras
y el débil desprecio de los años tampoco
reconocerá la esquina para dejarnos
el puñal sobre la mesa.
No será ésta la madera de mi casa.


No volverá ésta a ser la casa que soñamos.
Más que otras, quisiera una puerta
y por ella aparecieras cada tarde,
como las páginas que escribo. Pero no, no serás tú
el esfuerzo que oprima la mano
de un cadáver como yo. No volverá ésta a ser
la explicación de nada. Para la epístola
extraviada, no será éste el destino
que persigue.
........................No volverá ésta a ser la casa que soñamos.

 

ALEJANDRO LAVQUÉN


 
 

Brilla una luz...

  

Brilla una luz
en el umbral del tiempo.
Junto a la luz una campana
va y viene, ilógica y silenciosa.
Es noche en el planeta.
Es noche en toda música.
Es noche en el semblante de una estatua.
Es noche en los senos de la luna.
Es noche en tu voz, amada.
Es noche en el lenguaje.
(hay extraños adjetivos en mi boca)
Es noche en la fertilidad de los sexos.
Es noche en la muerte, que pasea
desnuda frente a mi puerta.