"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 2 de mayo de 2022
VÍCTOR TOLEDO
Tiki
Yo
tenía una gata
Se llamaba Tiki:
“Flor bonita” en zapoteco
Brotó cuando yo nací.
Crecimos
tan juntos
Que me crie en su sangre
En
un río profundo
Ronroneando ron,
Mar me murmuró
Ahogado de sol.
Cumplí
quince años
Y se me murió.
Veía
con sus ojos
—Vacío de oropeles—
Luna de oro y mieles,
El sol era un ángel
Con alas núbiles.
Sé
hablar con los gatos
La cósmica lengua
Pues soy un felino
Y soy un poeta.
La
ingrata Kontiki
Me llevó a otro lado
Del tiempo y del mundo
Lejos de mi infancia
Y de Flor Bonita.
Pero
sé que ella siempre está mirando
Con sus ojos verdes a través del mar
Con sus ojos rojos a trasluz del tiempo
(Más allá del mal), el oír que salva
(Y el río en la selva:
Su cola que mueve
A la oscura noche)
Y
cien mil estrellas cintilan sus ojos
Si allá arriba corre, si en arribo salta:
Pergaminos blancos
Sonoros del mar.
Mueve
sus orejas y surgen los versos
Con la voz del Viento
Para
confirmarme
Que yo no estoy solo
Que ya no estoy solo.
Nota:
Víctor Manuel Contreras Toledo nombre completo del escritor Víctor Toledo
JULIA UCEDA
El
encuentro
Llegué
bajo el sol vivo de días inmortales
con
retazos de bosques en mis dientes sin huellas.
De
bosques virginales,
de
milagrosos bosques,
y
los brazos cargados con mil tallos de brisas.
De
brisas no tocadas,
de
cristalinas brisas,
para
aplastar mis labios al borde de tu frente,
alto
cristal iluminado y grave.
Me
vibraste como una campanada
que
me inundó, que resonó en lo íntimo,
en
los recodos últimos de mis cuevas salvajes
y me
envolvió en una inmensa ola
que
me dejó en tus brazos, por primera vez viva.
Y
pasaron los siglos.
Y al
separar mis labios de tu cristal herido
tú
tenías mis bosques y mis brisas
De:
“Mariposa en cenizas”
GUSTAVO TATIS GUERRA
Epifanía
Como
una flor efímera,
como un relámpago,
en un jardín,
como una nube dorada
que ilumina la noche,
así
la vida.
ENNIO MOLTEDO
Novedades
Absolutamente
tranquilo. Tan tranquilo como en la cara oculta de la luna. Han vuelto a
renacer viejas costumbres: maleza barrida por el viento. Han llegado con
remozados vendajes, con mantos luminosos, con flores de la abuela. Han girado
-quién lo creería- como trompos, contorneándose, mostrando sus fósiles, bulas,
ordenanzas.
Algunas
vacas, ciertos reptiles y pájaros de mal agüero han levantado cabeza. Es un
desfile de muertos. Una exposición de esqueletos temblando sobre andamios.
Aparte
de la novedad, el resto normal y tranquilo. Tan tranquilo y en paz como en el
antiguo cementerio.
SONIA DÍAZ CORRALES
Retrato
de la florista
La
locura me propuso ser la florista
esa que vende flores de silencio
flores de arenas movedizas
flores para el protocolo de los fuertes
flores para la cama de la diva
flores de malévola relación con la miseria
extrañas flores para los húmedos rincones de la casa
una flor de agua para el pubis de la niña
una flor de castrada soledad para la solapa del tirano
flores blancas y redundantes para el amigo.
En
la locura
soy la que vende las más caras flores a los hombres.
Pero han cerrado las puertas
y hoy la florista es un pájaro de bronce
sobre el escritorio de la casa
un pájaro detenido en el bronce
en el amarillo cálido de la estatua.
Habrá
para cada quién un verso
un estado imparcial
una amnistía
y los gladiolos de la florista
serán de un rosa comestible
verás como claudican
con la rabia de quien odia morir.
Ella encenderá lámparas
para los oscuros días que vendrán
nos dará el antídoto que me salvó de venderme
como un simple pájaro de feria.
Fui
la dueña de todos los pájaros
y eran míos en la locura
sobreviví sus graznidos
sus cantos hipnóticos
sus desesperados gritos.
Una torre estas flores y los pájaros
fue todo lo que tuve
cuando ustedes me encerraron
para describir en mi rostro la locura
como se describen los paisajes.
ALFRED DE MUSSET
¡Acuérdate
de mí!
Acuérdate
de mí cuando la aurora
abra el Sol el mágico palacio,
cuando la meditabunda, soñadora,
cruce la noche el silencioso espacio,
cuando al placer tu corazón palpite,
cuando la tarde a delirar te invite,
oye una voz que se dirige a ti
diciéndote a través del Océano:
¡Acuérdate
de mí!
Acuérdate
de mí cuando el destino
te
haya para siempre para mi eclipsado,
cuando
ya sienta el pobre peregrino
marchito el corazón desesperado,
piensa en mi amor, en nuestro adiós supremo,
que yo sé amar y serte fiel no temo,
y el pecho que una vez latió por ti
mientras palpite clamará doliente:
¡Acuérdate
de mí!
Acuérdate
de mí cuando ya inerte
mi destrozado corazón sucumba,
cuando la flor piadosa de la muerte
sonría sobre el mármol de mi tumba,
¡ay! ¡Ya no te veré! Pero mi alma
de la alta noche en la solemne calma
como una hermana fiel volverá a ti
y oirás que te murmura dulcemente:
¡Acuérdate
de mí!
Nota:
Louis-Charles-Alfred de Musset nombre completo del escritor Alfred de Musset