El
encuentro
Llegué
bajo el sol vivo de días inmortales
con
retazos de bosques en mis dientes sin huellas.
De
bosques virginales,
de
milagrosos bosques,
y
los brazos cargados con mil tallos de brisas.
De
brisas no tocadas,
de
cristalinas brisas,
para
aplastar mis labios al borde de tu frente,
alto
cristal iluminado y grave.
Me
vibraste como una campanada
que
me inundó, que resonó en lo íntimo,
en
los recodos últimos de mis cuevas salvajes
y me
envolvió en una inmensa ola
que
me dejó en tus brazos, por primera vez viva.
Y
pasaron los siglos.
Y al
separar mis labios de tu cristal herido
tú
tenías mis bosques y mis brisas
De:
“Mariposa en cenizas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario