jueves, 8 de agosto de 2013

SILVIA CARBONELL



Un año sol



Nadie nos enseñó a decir adiós, muchas gracias.
Nadie nos preparó,
nadie supo qué decir cada que una vida se marchó.
De ahí mi dolor, de unas voces que se quedaron sin abrir.
El mejor homenaje que te puedo rendir,
son mis lágrimas calladas
por un mundo que no llegaste a tocar con tus propias manos.
Que no llegaste a contemplar con tus propios ojos.
Que no llegaste a soñar con tus propios tropiezos.
No sé cuánto más seas capaz de doler,
pero hoy a una distancia que para el sol parece un año,
te me haces cercana y reciente a esta herida que me hace daño.
Partes hacia un nuevo camino a un año sol, pero te quedas conmigo.
No sé qué hacer con estos gritos que se quedaron callados.
No sé cómo apagar estos ecos que se quedaron gritando.
Tal vez lo sé, pero no hago ruido,
no quiero despertarlos.
Llorarían mares y lo que menos necesitas
es más sal corriendo en las mejillas de tu madre.
Nadie nos enseñó a decir a Dios, muchas gracias.
Por haberte prestado, por llegar a casa
y por el corto tiempo que permaneciste cantando.


JOSÉ JUAN TABLADA




El Ruiseñor


Bajo el celeste pavor
delira por la única estrella
el cántico del ruiseñor.


ANA MARÍA RODAS

  


En aquel tiempo la soledad era un cilicio



En aquel tiempo la soledad era un cilicio
prendido constantemente a mi cuerpo.
Ahora es la estancia perfecta
mi refugio
cuando salgo/finalmente/de ti.



JORGE CUESTA




Anatomía de la mano


La mano, al tocar el viento,
el peso del cuerpo olvida
y al extremo de su vida
es su rastro último y lento. 

No da al sabor instrumento
su lengua ciega y hendida,
y sólo otra duda anida
su duda de movimiento. 

Mas como una sed en llamas
que incierta al azar disputa
toda la atmósfera en vano, 

imita al árbol sus ramas
en pos de una interna fruta
la interrupción de la mano.



PALOMA PALAO


  

Son importantes tantas cosas...


Son importantes tantas cosas
-madre-. El olor
de naftalina, los baúles
en los que vamos destripando
sueños, años pasados
bajo la misma sombra. Sin embargo,
preparo con prisa mis maletas, vacío
los cajones rencorosa
de una alegría que no pudiste
darme, y es todo tuyo
-madre-. Las maderas
que rechinan vengativas, los cuadros
de dudosa
firma, las bandejas de plata que transportaron
turrones navidades
pasadas y nunca perseguidas.
Hago el inventario
-cruel siempre- que me anuncia
tu presente
concepción de silencios. Hago
y olvido, varias
docenas
de bordadas enaguas y colchas
con mi nombre. Las mantas
-madre- quedan con su olor a naftalina
enmohecida, quedan
dos pares de zapatos viejos, mi primer
par de medias, el bolso
que estrené una mañana, cuando tuve
que esconder mi pañuelo
demasiado grande para una sola
lágrima. Mi estatura
se parte -frente a ti- y sólo
queda un murmullo
de alas vencidas por la vida. Me olvido
de las cosas importantes. Del vaso
de mis fiebres, de las horas
pasadas sobre mí como en la muerte. Me llevo
todo -madre-. Hasta esa lágrima
dormida entre mis ojos. Dejo
a cambio el inventario -firmado y rubricado-
de mis sueños. Abres la puerta, salgo
cierras. Vuelves
por el largo pasillo de la casa. Enderezas
ese cuadro
torcido, que yo moví al pasar y quizá
pienses en pintar las paredes
de mi cuarto, en cambiar las cortinas,
en recoger pisadas que aún
nos viven,
que nos pueblan de adioses
presurosos, como alargados trenes
que no paran. Que no te importe
nada, madre, madre. Que no te importe
la sangre -madre mía- que en río
de silencios nos separa. Que no te importen
las llaves que perdiste
para impedir mi marcha.


De "El gato junto al agua"


RAFAEL CADENAS




Despedida


Nuestras inscripciones fueron barridas,
nuestros lugares devorados por la arena,
nuestras fiestas convertidas en fogatas que avientan
    su ilusorio mediodía.
Contemplamos la devastación.
Todas las creaciones de nuestros ojos
se hunden.
Respiramos
separación. El cisma
es nuestro
refugio.
No hay luz que nos enlace
pero una vez
corrió el licor abandonado,
desconocidas fuerzas de unión
manaron para marcar a fuego
toda la vida.
Ahora
quiero sentir sobre mí la alianza
que anonadó nuestros rostros.
Devuélveme el fulgor
y los ojos que le pertenecen.
El vino se ha eclipsado.
Los días de los amantes también pasan.
Excelencia de lo vivo sobre lo vivido.
Costa que se aleja,
puedes
darme el poder
de vivir en otra parte.