martes, 20 de mayo de 2014

HELENA RAMOS


 

 


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Las luces sólo
lastiman el gris frío
de la pobreza.

 
De: Polychromos (haikus)

 

 

RUBÉN DARÍO


 
 

¡Oh, mi adorada niña!


 

¡Oh, mi adorada niña!
Te diré la verdad:
Tus ojos me parecen
Brasas tras un cristal;
Tus rizos, negro luto,
Y tu boca sin par,
La ensangrentada huella
Del filo de un puñal.

 

GIOCONDA BELLI



 

Los portadores de sueños

 

 

En todas las profecías

está escrita la destrucción del mundo.

Todas las profecías cuentan

que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida

que siempre se renueva

engendraron también una generación

de amadores y soñadores;

hombres y mujeres que no soñaron

con la destrucción del mundo,

sino con la construcción del mundo

de las mariposas y los ruiseñores.

Desde pequeños venían marcados por el amor.

detrás de su apariencia cotidiana

guardaban la ternura y el sol de medianoche.

Las madres los encontraban llorando

por un pájaro muerto

y más tarde también los encontraron a muchos

muertos como pájaros.

Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas

y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos

por un invierno de caricias.

Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños,

atacados ferozmente por los portadores de profecías

habladoras de catástrofes.

Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías

dijeron que sus palabras eran viejas

y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso

es antigua al corazón del hombre.

Los acumuladores de riquezas les temían

lanzaban sus ejércitos contra ellos,

pero los portadores de sueños todas las noches

hacían el amor

y seguía brotando su semilla del vientre de ellas

que no sólo portaban sueños sino que los

multiplicaban y los hacían correr y hablar.

De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida

como también había engendrado

a los que inventaron la manera

de apagar el sol.

Los portadores de sueños sobrevivieron a los

climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por

generación espontánea.

Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias

torrenciales tuvieron algo que ver con esto,

la verdad es que como laboriosas hormiguitas

estos especímenes no dejaban de soñar y de construir

hermosos mundos,

mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se

llamaban compañeros,

que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban

en las muertes,

se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se

ayudaban en el

arte de querer y en la defensa de la felicidad.

Eran felices en su mundo de azúcar y de viento,

de todas partes venían a impregnarse de su aliento,

de sus claras miradas,

hacia todas partes salían los que habían conocido

portando sueños soñando con profecías nuevas

que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores

y de que el mundo no tendría que terminar en la

hecatombe.

Por el contrario, los científicos diseñarían

puentes, jardines, juguetes sorprendentes

para hacer más gozosa la felicidad del hombre.

Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas

Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos

Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.

Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas

Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos

Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.

Los portadores de sueños conocían su poder

por eso no se extrañaban

también sabían que la vida los había engendrado

para protegerse de la muerte que anuncian las

profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte.

Por eso cultivaban jardines de sueños

y los exportaban con grandes lazos de colores.

Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros

vigilando los pasajes y los caminos

buscando estos peligrosos cargamentos

que nunca lograban atrapar

porque el que no tiene ojos para soñar

no ve los sueños ni de día, ni de noche.

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de

sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte;

por doquier hay paquetes con grandes lazos

que sólo esta nueva raza de hombres puede ver

la semilla de estos sueños no se puede detectar

porque va envuelta en rojos corazones

en amplios vestidos de maternidad

donde piesecitos soñadores alborotan los vientres

que los albergan.

Dicen que la tierra después de parirlos

desencadenó un cielo de arcoiris

y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.

Nosotros sólo sabemos que los hemos visto

sabemos que la vida los engendró

para protegerse de la muerte que anuncian las

profecías.

 

ANA ILCE GÓMEZ



 

Ama del día

 
 

Yo soy la suma de todas ustedes,
mujeres encerradas en la Biblia
con sus sencillas o cruciales historias.
La suma de todas las que andan
sueltas por el mundo
haciéndolo más claro o más liviano.
De ustedes vengo. De las fuertes,
las vírgenes, las grávidas,
las que pagaron caro, las esclavas.
Vengo de la caracola convertida a través
de los siglos en doncella,
de la piedra estrujada que luego devino
en cuerpo de alfarera.

La voz de ustedes es mi voz,
                         mujeres lejanas
                         mujeres de mi tiempo
por ustedes canto y brillo como la más
simple de todas las estrellas.

Yo soy la suma de todas ustedes
hilanderas, amantes, agoreras,
de la historia de ustedes nace
el río inacabable de mi pelo,
por ustedes canto y oficio
la liturgia estremecida del poema,
sabias mujeres que me sucederán luego
descabelladas
tercas
increíbles mujeres
amas absolutas de las cenizas
y del fuego.

 

De: Poemas de lo humano cotidiano

 

FANOR TÉLLEZ


  

Funeral en la familia

  

Que hace toda esta gente
dándome la mano, madre,
y por qué esa música acompasada
y hay hombres que hablan
y hemos caminado tanto,
hasta la noche casi,
oyendo voces
y por qué mi papá duerme tanto
y no ríe y baila como siempre,
sino que desaparece
y nos volvemos en bus
después de haber llorado
toda la tarde
y estamos todos tan tristes. 

 

 

 

 

ISOLDA HURTADO





Mimo vestida de negro

  

                                   Vestida de negro aparece
                                   una mimo
                                   la cara
                                   las manos pintadas
                                   de blanco

                                   Sin luna ni estrellas
                                   entrada la noche
                                   en gesto de angustia
                                   petrifica su forma

                                   Gimiendo se escucha un saxo
                                   en el fondo
                                   al ir alejándome
                                   absorta en el arte
                                   solitaria
                                   rodeada de gente
                                   en carnaval

 

                                                        New Orleans/1990

 
De: Silencio de alas