martes, 20 de mayo de 2014

RUBÉN DARÍO


 
 

¡Oh, mi adorada niña!


 

¡Oh, mi adorada niña!
Te diré la verdad:
Tus ojos me parecen
Brasas tras un cristal;
Tus rizos, negro luto,
Y tu boca sin par,
La ensangrentada huella
Del filo de un puñal.

 

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