miércoles, 14 de septiembre de 2022


 

DANTE GABRIEL ROSSETTI

 


 

La belleza del cuerpo

 

 

Se cuenta de la primera mujer de Adán, Lilith,
(la hechicera a quien amó antes de recibir el regalo de Eva)
que su lengua engañaba antes que la de la serpiente
y su pelo embrujado fue el oro primigenio.
Inmóvil permanece; joven, mientras el mundo se hace viejo;
y, delicadamente contemplativa de sí misma,
hace que los hombres contemplen la red brillante que teje,
hasta que corazón y cuerpo y vida en ella quedan presos.

La rosa y la amapola son sus flores, pues ¿dónde
podremos encontrar, oh Lilith, aquél a quien no engañen
tus fragancias, tu sutil beso y tus sueños tan dulces?
Ah, en el mismo instante en que ardieron los ojos del joven en los tuyos,
tu embrujo lo penetró, quebró su altivo cuello
y retorció su corazón con uno solo de tus cabellos de oro.

 

 

CHRISTINA ROSSETTI

 

 

Hada Morgana

 

 

Un fantasma de ojos azules se ríe
en la distancia, saltando hacia el poniente:
por un camino que persigo eternamente,
Tomo aliento y hacia allí voy.

La luz del sol se quiebra gota a gota:
va cantando y saltando alto
entre las flores con un sonido de ensueño,
en una canción de sueños.

Me río, es tan rápido y alegre;
tan distante que llora mi fantasía:
Espero que pueda yacer algún día,
yacer por siempre y soñar.

 

RÓMULO BUSTOS

 

  

Poiesis

 

 

Cada mañana
con las calladas maneras de la ostra
reconstruyes con esmero
tu pequeño dios
a la medida de tu ignorancia
a la perfecta altura de tu abismo
Ínfima o deforme, te dices
una perla bien puede merecer el esfuerzo

 

 

DALIA ALONSO

 

 

Arrugas

“repente in osculis Liviae et in hac voce
defecit: Livia, nostri coniugii memor vive,
ac vale!”

SUETONIO, Vita Caesarum



Ahora que declina el día
y en tus ojos se echan a dormir
suaves líneas de tierra lejana
y playa,

ahora que en torno a tus labios
reposan sonrisas antiguas
y del hogar los besos últimos
de amor,

ahora más que nunca te deseo:
deseo tu sed, tu voz, tu tiempo,
y tu cuerpo que ya es más tacto mío
que cuerpo.

 

 

MARÍA CODES

 

 

El asesino del chico que se movía demasiado

(a JLAA)



«Nunca he sido detenido antes
ni sancionado, ni procesado.
Vivo con mis tíos y cuatro primas.
La situación económica de mi familia
es desahogada.
Sí, claro, estoy estudiando
el graduado escolar.
No, no milito
en ningún partido político
ni central sindical.

Estuve en Fuerza Joven,
rama juvenil de Fuerza Nueva.
Aquel 13 de septiembre acudí al Retiro
junto a otros nueve conocidos
a una acción de hostigamiento.

En varias ocasiones
habíamos sido asaltados
por gentuza que nos robaba
lo que llevábamos encima.

Los bateadores nos habíamos unido
por nuestras ideologías de derechas
pero no teníamos ningún fin político.
Cuando acudimos al Retiro
a realizar la limpieza
no pensamos que pudiera resultar muerta
una persona, y supongo
que, debido al nerviosismo,
nos cegamos y no llegamos a ver
el alcance de nuestro acto.

Eran como los mangos
de los instrumentos de labranza.
Los teníamos ocultos
bajo el balcón de un primer piso
en unos bloques de viviendas
de la calle Poeta Esteban Villegas.
Subimos por una rampa
y avanzamos hacia una cuesta
que da al paseo de Coches del Retiro.

Cuando yo llegué
el chico ya estaba en el suelo
recibiendo golpes de todos.
Ignoro en qué sitio del cuerpo le pegué
se movía continuamente.
Hubo un golpe final
no sé si mío o de otro
hizo que se convulsionara
repentinamente
y quedara inmóvil.

Llevo guantes negros hasta en verano.
Las manos me sudan.»

La noche se ata alrededor
de las farolas del Retiro
su aura nívea retiene el vuelo
de los insectos infernales.

 

De: “Conservar al vacío”

 

 

 

JUAN VICENTE PIQUERAS

 

  

Museo de la acrópolis

 

 

Una mano de mármol, pero sólo los dedos,
sobre un hombro de mármol sin cabeza.

Un brazo erosionado que nadie tiende a nadie.

Un caballo sin patas.
Un jinete que es sólo sus muslos.

Dionisos a pedazos, recompuesto.

Un toro sin cuernos que está siendo devorado
por un león que no está,
sólo sus garras.

Admiramos lo desaparecido.
Tal vez nuestra cultura nace de estas ausencias,
de lo vacío, de lo que no hay.

También nosotros somos lo que queda
de nosotros,
lo que nos falta,
el hueco que nos cuida. 

 

De: “Qué hago yo aquí”