domingo, 12 de junio de 2016


ANTONIO MACHADO




Elegía de un madrigal



Recuerdo que una tarde de soledad y hastío,
¡oh tarde como tantas! , el alma mía era,
bajo el azul monótono, un ancho y terso río
que ni tenía un pobre juncal en su ribera.

¡Oh mundo sin encanto, sentimental inopia
que borra el misterioso azogue del cristal!
¡Oh el alma sin amores que el Universo copia
con un irremediable bostezo universal!

Quiso el poeta recordar a solas
las ondas bien amadas, la luz de los cabellos
que él llamaba en sus rimas rubias olas.
Leyó... La letra mata: no se acordaba de ellos...

Y un día -como tantos-, al aspirar un día
aromas de una rosa que en el rosal se abría,
brotó como una llama la luz de los cabellos
que él en sus madrigales llamaba rubias olas;
brotó, porque una aroma igual tuvieron ellos...
Y se alejó en silencio para llorar a solas.

  

AQUILINO DUQUE




Verano en la Plaza del Pópulo



Encinas, pinos y palmeras
saben revueltos hacia el Pincio
rampas, estatuas, fuentes,
jeroglíficos, prismas,
arcadas triples, balaustradas dobles
y un cielo de palomas y vencejos.

Qué libertad la del verano,
qué orden de líneas puras,
de aristas limpias, de pilastras fuertes
y de cupulas sólidas.

El aire
invade la ciudad por la puerta del Pópulo
y hay una estrella fija de ocho puntas
y lápidas y conchas y linternas
y escudos de armas.

Todo intacto,
resiste al trote de la muchedumbre,
a la onda expansiva de los cines,
a la insolencia del presente
putrefacto y decrépito.
Uan alud de pancartas
anuncia los rigores del otoño.
En la botica oscura se prepara
la entrada de los bárbaros.
Arden las últimas orgías.
La plebe pide ácido y bencina.
el pescado arroja al Tíber
las llaves de la Historia.

Pero no, que es verano,
el aire libre llena
los antiguos pulmones de las plazas
y salva a la ciudad de morir por asfixia.
Aún suenan las campanas del cielo de Roma.


(Aire de Roma andaluza)


ELENA SOTO




Métrica del encantamiento, la predicción y el conjuro


para que mis pasos y tus pasos.


He recogido el polvo de tus pasos,
y lo he puesto en un cesto de mimbre sobre el agua,
lo he esparcido en el viento,
lo he arrojado en la hoguera,
para que mis pasos y tus pasos se encuentren tras la lluvia,
y llames a mi puerta,
y busques el fuego de mi casa
cuando azote tu rostro el crudo viento del norte.


El libro "Métricas del alma"



ESTHER GIMÉNEZ




Después del examen



Y contigo aprendí
el vuelo con motor de los vencejos,
la urbanidad precisa
de un gorrión
y su descuido espía.

La distinción de estimas y de aprecios;
a plancharle la ropa
a la pasión
y dónde se coloca.

Y también aprendí
los nombres en el nombre del silencio.
y que hay que darle gusto
al profesor
lo mismo que al alumno.



WASHINGTON DELGADO




Conducta razonable



Porque la libertad es un fuego
que pule, afina, organiza
y destruye la vida.

Porque a un lado está el bien
y al otro el mal y yo no sé
cuál es la conducta razonable.

Porque después de todo, nada
importa sino es el amor,
sino es el odio.

Yo estoy aquí para vivir o para morir,
para cantar o para morir,
para respirar, comer y amar.
O para morir.


(de Para vivir mañana)


MIGUEL GONZÁLEZ GERTH

  


Travesía en rojo



El rojo afán de mi tristeza
navega su nuevo itinerario,
invitando a todo el complejo circundante.

La participación resulta inevitable,
y la falacia patética de Ruskin
se cumple feliz y locamente
mientras mi luto enrojecido
conflagra árboles y aves,
céspedes humildes,
ondulaciones y trinos.

¡Qué verdor sombrío y ensimismado!
Todo un querer subir a espacios improbables
se desmorona en quiebros de arena fugitiva.
Ricos trozos de naturaleza,
compactas piedras desleídas,
maderas álgidas en medio del verano,
un reino completísimo de insectos y de flores
sufre su ciclo breve y repetido
como deseando condensar su esencia
para llamarse muerte en carne viva,
y, fértil rito, ofrece un constante grito
que se aúna con el terremoto,
con la tempestad y con la tromba,
con el alud, con el relámpago feroz
que invaden, que habitan y pululan
mi alma decididamente en ruinas,
mi pobre alma cuyo afán vacila,
se hunde en el abismo de sí misma
por ser tristeza y luto enrojecidos.