domingo, 12 de junio de 2016

AQUILINO DUQUE




Verano en la Plaza del Pópulo



Encinas, pinos y palmeras
saben revueltos hacia el Pincio
rampas, estatuas, fuentes,
jeroglíficos, prismas,
arcadas triples, balaustradas dobles
y un cielo de palomas y vencejos.

Qué libertad la del verano,
qué orden de líneas puras,
de aristas limpias, de pilastras fuertes
y de cupulas sólidas.

El aire
invade la ciudad por la puerta del Pópulo
y hay una estrella fija de ocho puntas
y lápidas y conchas y linternas
y escudos de armas.

Todo intacto,
resiste al trote de la muchedumbre,
a la onda expansiva de los cines,
a la insolencia del presente
putrefacto y decrépito.
Uan alud de pancartas
anuncia los rigores del otoño.
En la botica oscura se prepara
la entrada de los bárbaros.
Arden las últimas orgías.
La plebe pide ácido y bencina.
el pescado arroja al Tíber
las llaves de la Historia.

Pero no, que es verano,
el aire libre llena
los antiguos pulmones de las plazas
y salva a la ciudad de morir por asfixia.
Aún suenan las campanas del cielo de Roma.


(Aire de Roma andaluza)


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