"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 25 de abril de 2025
EUGENIO DE ANDRADE
Las
cigüeñas
Las
cigüeñas.
Me traen el atrio,
dos casas, o tres, si fueran blancas,
la torre donde se posaban
lentas. tenía yo entonces
la edad de las moras,
el sol sobre la boca sofocaba.
¿te acuerdas?, o el peso de otra boca.
de otra razón. No sé.
Corría a pedradas
a los perros de los que tenías miedo.
y huía de ti para acariciar
en secreto
el caballito bayo que enamoraba entonces.
Versión
de Aníbal Núñez
YEHUDA HA-LEVI
¡Con
cuidado!, duro de corazón, blando de caderas,
trátame con cuidado y caeré sobre mi rostro.
Sólo mis ojos se han extraviado por tu causa,
mi corazón es puro, aunque no mis ojos.
Deja que los ojos recojan en tu semblante
rosas y lirios que juntos se sembraron.
Fuego tomaré de tus mejillas para apagar llama con llama;
cuando esté sediento, allí encontraré agua.
Chuparé tus labios rojos, ardientes como
brasas, y mis mandíbulas serán como tenazas.
Suspendida está mi vida de dos hilos de púrpura
escarlata, de los atardeceres mi muerte.
Hileras de mirra virgen recaman bordado de gala
como las tardes alrededor del mediodía.
Versión
de Xavier Quintana
JAMES JOYCE
Ecce
Puer
Del
oscuro pasado
Nace un niño;
De gozo y de pesar
Mi corazón se desgarra.
Tranquila
en su cuna
La vida yace.
¡Que el amor y la piedad
Abran sus ojos!
Versión
de José Antonio Álvarez Amorós
JORGE ENRIQUE ADOUM
Entonces
¿no hay olvido?
y no
podré jamás confundirme de puerta
y a nunca equivocarme de rostro de tranvía
comenzar el destino en la otra mano
con una llave o un sombrero diferentes
sin recorrer la misma duda y a la misma hora
la misma calle con el mismo pie
no
entrar de nuevo al cuarto de uno
donde uno se espera y nunca sale
esperando al teléfono llamadas de una voz
que antes se escuchaba con el vientre
noticias de ojalá
el horóscopo para ayer que no acierta tampoco
y se mira crecerle los adioses en la cara
y no hay gillette para el recuerdo
no hay jabón para lo sido lo cernido
de las ruinas de uno mismo argamasa de la edad
como un templo donde ya no sucede nada cierto
y tantas moscas rondándome
simple muñón de ti mi antes
y en la mirada también queda lo sucio de estos dolores
puesto su sucio a remojar a fondo
por
lo menos con esto me distraigo
me corrijo la vida como debió haber sido
hago cuentas de cuánto debo irme
para no estar conmigo en otra parte
escondiendo analgésicas teorías
olvidando soluciones criminalmente justas
manuscritos de la tempestad al fin y al cabo
con lo demás no hay cómo son las piedras honestas
del que no fui y seguí siendo otras veces
del que quise nacerme sin mancha de pasado
y si remueven un poco me verían debajo
echando una lagrimita por aquello
atónitos con melanosis
santos retorcidos por la sabiduría
equilibristas con espasmo y catalepsia
raquíticos hipertróficos enfisematosos
lánguidos místicos agónicos
esqueletos forrados de pergamino pardo
esqueletos envueltos con mosquitero
dos rodillas recuerdo de otra pierna dos dientes
reliquia de la vieja religión en la mejilla
EUGENIO MONTALE
Delta
La
vida que se gasta en los trasiegos
secretos he ligado a ti:
ésa que se debate en sí y parece
casi que no te sabe, presencia sofocada.
Cuando
el tiempo se atasca en sus rompeolas
tu acaso al suyo inmenso reconcilias,
y afloras más precisa, memoria, de la oscura
región donde bajabas, como ahora
al escampar se espesa
el verde en los ramajes, el bermejo en los muros.
Todo
ignoro de ti, sino el mensaje
mudo que me sustenta en el camino:
si existes, forma, o escrúpulo en el humo
de un sueño te alimenta
y la costa que se afiebra -turba- y contra
la marea crepita.
Nada
de ti en el vacilar de horas
grises o desgarradas por un lampo de azufre
sino el silbido del remolcador
que de las brumas llega al golfo
Versión
de Armando Uribe
JOSÉ MARÍA FONOLLOSA
Bowery Street
Mi placer te creó. Cuando naciste
te destiné ya un hombre. El apropiado
para que él y tú fuerais muy felices.
Modelé
tu figura como un barro
precioso, tiernamente, con esmero.
Y forjé tus costumbres con cuidado
artesanal, aislándote del medio.
Vigilé
cada día tu sonrisa.
Te enseñé a sonreírme dulcemente.
Y aprendiste muy bien. Te felicito.
Nos hemos merecido ambos el premio.
El
premio es este goce tuyo y mío.
El placer que me das, yo lo sentía
cuando estaba, en tu madre, elaborándote.