"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 30 de abril de 2020
TUDOR ARGHEZI
Gloria
La
ciudad es un inmenso montón de murallas truncadas;
hasta
la sombra huyó de sus calles,
y
se ignora cuántos hombres, vivos aún,
agonizan
bajo las vigas y los escombros.
Alguna
vez se sabrá,
cuando
su muerte, ya olvidada,
sea
una cifra en el registro frío.
Ocurrió
una vez, algún día desde luego;
pero
hasta eso pasará
como
pasan tantas cosas y pasarán siempre,
sin
saber qué muertos y qué muertes yacen debajo.
Al
menos, los muertos pueden tener un consuelo:
la
historia hace justicia a los mártires.
Pero
la historia está escrita con pluma,
con
tinta y con palabras,
y
la mitad de ella es muda y la otra mitad falsa;
queriéndolo
o no, por piedad o por deber
hará
de plañidera, y un burro tonto les recordará con
palabras
altisonantes,
mientras
ellos, esperando la limosna de la eternidad,
mendigos,
se quedarán a las puertas del recuerdo.
LÍBER FALCO
Oración a la desesperanza
Noche
sin luna
y
yo aquí.
Ni
velamen ni vientos,
ovillado
en la noche
interrogante
signo sin frase.
Y
este dolor
sin
raigambre en las cosas
–fantasma
sin memoria–
¿vino
de un mundo donde no hay ojos,
que
velen a la muerte?
Quiero
solamente,
en
bautismos de alegría y de dolor,
apretarme
a la Tierra
bajo
el ala quebrada del desvelo.
IVÁN CARVAJAL
Los amantes del Sumpa
Para
Gloria
But
wherefore do not you a mightier way
Make
war upon this bloody tyrant, Time?
Shakespeare,
soneto XVI
1.
Diez
mil años contra la sal perdura
tendido
el abrazo que la tierra protege
del
deseo
la
frágil escultura
la
muerte
constelación
de los huesos
echada
al azar
sobre
las dunas
¿rastro
de amor?
huesos
proféticos
(es
sólo tuyo el ritual junto a la Tumba).
2.
diez
mil años
el
abrazo defiende
al
agónico gesto
contra
la afrenta del óxido
con
que el Tiempo conspira
despojados
de rictus y de máscaras
sólo
huesos
fémur
del hombre
sobre
pelvis de mujer
y
sobre el húmero
dura
reposa la calavera
en
el abrazo yerto.
3.
ninguna
rosa
ninguna
agua benéfica
en
el caldeado mediodía
sólo
arena y sol
el
cementerio
¿qué
lejana huella
de
la pasión aún provoca?
4.
pacientes
entre
los escombros de esas órbitas
y
de las bocas
el
gusano y las lluvias
despojaron
la piel
desnudaron
al hueso
5.
ya
nada puede el sueño de perpetuidad
aún
si los cuerpos al abrazo se aferran.
6.
pero
aún si sólo escombros residuo calcio
junto
prosigue el pulpo en su instinto
persiguen
sus tentáculos al sueño
y
anhela el cuerpo
diez
mil años el mar persigue
con
su pausado canto de sirenas
a
la locura humana
y
anhela el cuerpo.
7.
huésped
de paso
levantará
el hombre casa y canto
cultivará
los huertos y los usos
labor
sueño y escombros
en
la sucesión que mide la clepsidra
hasta
que el agua se pierde
quedan
los restos de la fatiga humana
huesos
arcillas máquina ocarina
tránsito
del hombre por los lechos
que
el Tiempo desnuda
huésped
de paso
deja
en la casa el canto
tu
huella en las arenas.
8.
no
sólo la carne
más
la pasión se extraña
se
consume se consuma se anonada
¿qué
queda de las batallas cuerpo a cuerpo?
¿esa
acuciante huella del deseo
en
estos huesos?
9.
lateral
cae la luz sobre la Tumba
fulgura
en la Pareja eterno el gesto:
el
abrazo desespera de la carnal ternura
el
abrazo de otra pareja junto a la Tumba
a
la luz cenital repite el gesto:
desespera
del amor que no perdura.
10.
¿qué
queda de la pródiga búsqueda del cuerpo?
¿qué
de las voces de llamada?
¿qué
del ardor de la caricia de los labios?
¿qué
del eléctrico contacto de los sexos?
¿qué
resta en estos rastros guardados por un pueblo
que
escondió ferviente el misterio
bajo
las piedras?
cadáveres
ocultos a los ojos del profanador
legados
a nuestra mirada
consagrando
en esqueletos la unión
diez
mil años la tierra escuda
al
efímero gesto.
11.
ninguna
frase queda de su lengua
ningún
nombre registra su duración
todo
su cosmos:
la
Pareja
estos
huesos
ordenados
en el suelo bajo el sol
gaviota
pez delfín y garabatos
la
pura atmósfera sobre el mar infinito
pero
adivina sus ojos de obsidiana
mirándose
por sobre el fuego
adivina
su voz
silbido
de serpiente
que
arrastra su magia hacia la espuma
allí
desova la serpiente emplumada.
12.
sexo
de mujer
abierta
boca del mundo
ruedan
las estrellas de lo interno
abalorios
de coral en su pecho
y
entre el viento y el mar
su
cabellera de torbellino
emergiendo
de la profundidad
profuso
en ruidos el caracol
los
peces en fosforescencias
el
sexo de flor de concha de ensenada
habitación
resguardo rincón de acogimiento
en
la noche más oscura
que
la pequeña selva que el beso
desentraña
y
el sexo masculino
báculo
de la ceremonia
árbol
que se enfila hacia el abismo
gavilán
que desciende vertical
sobre
su presa
y
asciende el humo
desde
el fogón del sacrificio
alcatraz
que se precipita
detrás
de la anchoveta
émbolo
de la máquina
que
en la tierra penetra.
13.
la
fortaleza del cuerpo
en
la danza en el juego
y
del abismo afloran
furor
y fervor
persistir
es vivir
y
volver a morir
insistir.
14.
jamás
escucharemos sus palabras
jamás
escucharemos
nos
quedan los supuestos
y
la superstición
sólo
los abrazados espectros
los
cautivos del sueño.
15.
morir
pudieron en plenitud perseverando
más
allá del ruego y del espasmo
muriendo
uno con otro uno en el otro
acabando
en este juego de espejos
o
repitiendo nosotros el abrazo
o
nuestro encuentro reflejado en los huesos
morir
perseverando en el abrazo
vano
triunfo del amor por sobre el Tiempo.
16.
pronto
la rosa agota su esplendor
en
días perece el bello escarabajo
que
en la larva germinara en meses
y
también la piel lustrosa del felino
se
aja y el rugido enmudece y al fin
nos
causa lástima su pupila sin brillo
el
tiempo humano es vértigo
de
instauración
destrucción
ya
nos devastará del todo el Tiempo
borrará
de tus pupilas todo el brillo
y
surcará tu rostro y en tus labios
no
sonarán joviales las palabras
y
yo iré para viejo y ya distantes
iremos
uno y otro
a
las arcanas sospechas de la muerte.
17.
la
plenitud no está en la eternidad
reposa
breve en el instante de invención
cercano
a lo mortal estalla el gozo
bien
puede el Tiempo arrasar y ser perverso
logrará
acabar con tu amor y con mi cuerpo
mas
qué importa si ya la rosa vivió su esplendor.
SHINKICHI TAKAHASHI
Valva
Porque
no hay nada,
no
hay nacer o morir.
Vacía
la valva,
Arrancada
su carne por las aguas,
Humedecida
por la luna,
reseca
por el sol,
duerme
en la arena.
No
será nunca el mar
Gestado
en sus entrañas.
Nada
se corresponde con nada.
Así
como las olas se deshacen
se
desgasta la valva lentamente.
GISÈLE PRASSINOS
Una conversación
En
un campo de trigo,
El hombre viste una túnica de encaje ocre manchada de rojo.
El caballo está desnudo. De su cola cuelga una caja de cerillas de donde asoman las antenas de un saltamontes.
El hombre está sentado sobre un cojín blanco adornado de dibujos verdes.
El caballo sobre el hombre.
El hombre: ¿Hemos despreciado el diamante verde?
El caballo: Creo que la ley nos obliga a hacerlo. La ley ha sido disminuida y mi espíritu exige la reducción de las bujías.
El hombre: Recuerda, bribón, que el hombre no tiene el derecho de satisfacer los empleados y que incluso el teléfono se niega a pagar los impuestos.
El caballo: Comprender es disminuir.
El hombre: No, puesto que todavía no hemos intentado nuestra posibilidad. Podríamos hacerlo, ya que es más fácil.
El caballo: No, no, no crea en estas cosas concretas que pese a su dignidad, deben agorar su charlatanería. Insúltelas, dígales estupideces que carezcan de valor, verá cómo nos seguirán.
El hombre: ¿Y eso por qué? ¿No tengo ya bastantes groserías para tener que ocuparme, además, de la cola de un millonario?
El caballo: ¡El amor que he amado me ha apreciado siempre!
El hombre: Sí, a mí también.
El caballo: Somos de la misma cumbre.
El hombre viste una túnica de encaje ocre manchada de rojo.
El caballo está desnudo. De su cola cuelga una caja de cerillas de donde asoman las antenas de un saltamontes.
El hombre está sentado sobre un cojín blanco adornado de dibujos verdes.
El caballo sobre el hombre.
El hombre: ¿Hemos despreciado el diamante verde?
El caballo: Creo que la ley nos obliga a hacerlo. La ley ha sido disminuida y mi espíritu exige la reducción de las bujías.
El hombre: Recuerda, bribón, que el hombre no tiene el derecho de satisfacer los empleados y que incluso el teléfono se niega a pagar los impuestos.
El caballo: Comprender es disminuir.
El hombre: No, puesto que todavía no hemos intentado nuestra posibilidad. Podríamos hacerlo, ya que es más fácil.
El caballo: No, no, no crea en estas cosas concretas que pese a su dignidad, deben agorar su charlatanería. Insúltelas, dígales estupideces que carezcan de valor, verá cómo nos seguirán.
El hombre: ¿Y eso por qué? ¿No tengo ya bastantes groserías para tener que ocuparme, además, de la cola de un millonario?
El caballo: ¡El amor que he amado me ha apreciado siempre!
El hombre: Sí, a mí también.
El caballo: Somos de la misma cumbre.
CARL SANDBURG
Niebla
Llega
la niebla
con sus mullidas almohadillas de gata.
con sus mullidas almohadillas de gata.
Se
sienta a mirar
la ciudad y el puerto
sobre sus ancas calladas
y luego sigue su camino.
la ciudad y el puerto
sobre sus ancas calladas
y luego sigue su camino.
De: "Puñados":
Versión de Miguel
Martínez-Lage
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