jueves, 30 de abril de 2020

GISÈLE PRASSINOS





Una conversación



En un campo de trigo,
El hombre viste una túnica de encaje ocre manchada de rojo.
El caballo está desnudo. De su cola cuelga una caja de cerillas de donde asoman las antenas de un saltamontes.
El hombre está sentado sobre un cojín blanco adornado de dibujos verdes.
El caballo sobre el hombre.

El hombre: ¿Hemos despreciado el diamante verde?
El caballo: Creo que la ley nos obliga a hacerlo. La ley ha sido disminuida y mi espíritu exige la reducción de las bujías.
El hombre: Recuerda, bribón, que el hombre no tiene el derecho de satisfacer los empleados y que incluso el teléfono se niega a pagar los impuestos.
El caballo: Comprender es disminuir.
El hombre: No, puesto que todavía no hemos intentado nuestra posibilidad. Podríamos hacerlo, ya que es más fácil.
El caballo: No, no, no crea en estas cosas concretas que pese a su dignidad, deben agorar su charlatanería. Insúltelas, dígales estupideces que carezcan de valor, verá cómo nos seguirán.
El hombre: ¿Y eso por qué? ¿No tengo ya bastantes groserías para tener que ocuparme, además, de la cola de un millonario?
El caballo: ¡El amor que he amado me ha apreciado siempre!
El hombre: Sí, a mí también.
El caballo: Somos de la misma cumbre.


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