sábado, 19 de diciembre de 2020

NIKOLAI GUMILIOV

 

 

 

Un sueño




Extraviado en un sueño tonto
Desperté muy afligido:
Soñé que tú amabas a otro
Y que él te había ofendido

Entonces me arrojé de mi cama
Como un asesino huye del cadalso
Y miré con aire sombrío
Los faroles opacos brillando.

Quizás, nadie tan solitario
Ha vagabundeado tanto esa noche
Por las calles tristes y obscuras
Y por los cauces secos de los ríos.

Te he amado así sin remedio
No tengo alternativa
Mas sabes bien que no podría
Inquietar tu corazón .

Sé que él te ofendió
Aunque todo haya sido un sueño
Sin embargo, yo sé que me muero
Por ese sueño sin razón.

 

1918

Versión de Jorge Bustamante García

 

WILLIAM BLAKE

 


  

Augurios de inocencia

  

 

Para ver el Mundo en un Grano de Arena
Y el Cielo en una Flor Silvestre:

 

Abarca el infinito en la palma de tu mano
Y la Eternidad en una hora

 

Un Petirrojo en una Jaula
Ocasiona Furia en todo el Cielo.

 

Cada aullido del Lobo y el León
Levanta del Infierno a un Alma Humana.

 

El cruel Muchacho que mata a la Mosca
Será aborrecido por la Araña.

 

No mates a la Polilla ni a la Mariposa
Pues el Juicio Final acercarás.

 

Una Verdad dicha con malas intenciones


Es peor que todas las mentiras juntas que puedas inventar.

Está bien que sea así:
El Hombre fue creado para el Júbilo y la Aflicción
El Júbilo y la Aflicción están finamente tejidas
Siendo para el Alma Divina un Atuendo.
Bajo cada pena y cada padecimiento
Corre un júbilo de hilo de seda.

 

Cada Lágrima de Cada Ojo
Se convierte en una Criatura en la Eternidad.

 

Aquel que se burla de la Fe infantil
Será burlado en la Vejez y en la Muerte.
Aquel que enseñe al Niño a Dudar
De la Tumba putrefacta nunca saldrá.
Aquel que respeta la Fe infantil
Triunfa sobre el Infierno y la Muerte.

 

Los Juguetes del Niño y las Razones del Viejo
Son los frutos de las dos estaciones.

 

Aquel que Duda de lo que ve
Nunca creerá, que haga lo que quiera.
Si el Sol y la Luna dudasen,
Inmediatamente se apagarían.

 

Para estar en una Pasión puede que hagas el Bien,
Pero no hay nada qué hacer si una Pasión está en ti.

 

Cada Noche y cada Mañana
Algunos nacen para la Miseria.
Cada Noche y cada Mañana
Algunos nacen para la dulce delicia.
Algunos nacen para la dulce delicia,
Algunos nacen para la Noche Interminable.

 

 

ENRIQUE GONZÁLEZ ROJO

 

 

 

Elefante

 

Para Arturo Córdova Just

 

 

El elefante es, entre todos los animales de la jungla,

la criatura más digna, parsimoniosa y noble;

un primor de orejas grandes

y un proyecto de cola fina y circunspecta

a medio hacer.

Cuando el calor lo pastorea hacia la inquietud

desbocada del arroyo

-donde el agua construye sus jabones

efímeros de espuma-

arrastra toda su pesada majestad

a refrescar la epidermis arbórea de su cuerpo

y a satisfacer tanto la sed que le quema las entrañas

como la -no menos grande- de limpieza

que nunca lo abandona:

su trompa deja por un segundo

de medir el tiempo

y se encarga de diseñar los duchazos indispensables

a una piel que demanda ser lustrada

y brillar, con su arrugada pulcritud,

en los claros de la selva rodeados de miradas.

Mas si de repente lo invade el deseo

y siente que su sangre

se incendia en la caldera de la brama,

sufre un insólito cambio de talante,

le pone pies alados a su olfato,

sus ojillos, nerviosos, se sienten prisioneros

de sus órbitas,

busca desesperadamente a una elefanta

y se encarama, todo urgencias, a sus ansias

soltando el aleluya del jadeo.

Si nos fijamos bien (y no fingimos

que “aquí no pasa nada” al advertir

el punto escandaloso

que se instala, flameante, en plena jungla),

vemos que el paquidermo desvergüenza

una porción del cuerpo endurecida,

como vara de tronco que, en moviéndose,

desordena el universo.

¿Dónde quedó su porte majestuoso?

¿Dónde su dignidad

de palacio sagrado en movimiento?

El elefante se arroja sin escrúpulos

y rasgando los velos de la estética

castidad cotidiana,

al mundo de lo extraño, lo asombroso,

en las inmediaciones, sí,

de lo ridículo.

Ay el sexo, el sexo,

siempre trae consigo el viejo escándalo,

los dulces, persistentes, excitantes

desfiguros de la naturaleza.

 

 

AUSIÁS MARCH

 

 

 

LXXX

 



A todo labrador se le paga el jornal,
y al abogado que pierde el pleito ganado.
Yo, por servir a Amor, quedo despojado
de todo cuanto tengo, que no me falta servir;
he hecho señor del juicio a mi querer,
al ver a Amor por mi juicio mal servido;
rapaz lo he hecho, y Dios dejado aparte,
y son dieciséis años que espero el galardón.

Amor, Amor, poco es vuestro poder
para hacer amar a otro tanto como yo;
¡andad, andad a probar vuestras armas
en contra de quien no quiere ser vuestro!



RICARDO HERNÁNDEZ PEREIRA

 

 


 

 

No es que se me haya muerto el amor por ti

Simplemente lo he perdido

Lo busqué en todos los rincones de mi alma

En la sala de la conciencia

En los pasillos olvidados del remordimiento

Y no lo encontré

Quizá se me escapó lentamente hasta desaparecerse

Se me fugó así de lento

Como se le escapa el helio a un globo rosa

Cuando lo pinchan con la punta de un alfiler

Se me ha ido solito

Y  me ha dejado un enorme hueco entre el pecho y la culpa

Un enorme vacío que sabe a vinagre y hielo

un hilo de aliento muerto

una sombra de calor

un cariño

un recuerdo.

 

MAURICE MAETERLINCK

 



Deseos invernales



Lloro los labios ya gastados
donde los besos no han nacido,
y los deseos abandonados
sobre dolores abatidos.
La nieve cubre el arenal.
Del cielo gris, es duro el ceño.
Y en el alcázar de mis sueños
lobos que rondan el umbral,
y observan en mi alma cansada,
mirando aquello que pasó,
toda la sangre derramada
por el cordero que se heló.
Sólo alumbra la luna errante,
con su tristeza siempre igual,
en la helada hierba invernal,
mis ansias, de hambre agonizantes.