martes, 18 de septiembre de 2018


ALICIA CAMPOS CERVERA





IV



Es una pena
Que no podamos amarnos siempre.
Tú no sabes por qué
yo por qué no puedo.
Es una pena no ver a nuestros hijos juntos.
Es triste no engendrar entre los dos
otros hijos que llenarían mañana
aquellos huecos
que el silencio dejo vacios en el tiempo.
Es una pena
que no podamos amarnos siempre.
Pero hay cosas en ti
Que agradeceré ya sin remedio:
tu ademán
como siempre fuese el primero de la mañana
y tu cuerpo y tu corazón tan sanos,
la ternura de tus brazos seguros
tu amor por la vida
tus semillas que son hijos
en fin.
todo eso
Crecerás aun.
todo lo tuyos irá creciendo
y en alguna parte
algo de ti seguirá germinando
hasta el final del tiempo
Yo
estaré abonando la tierra
Donde harán cantando una ronda
tus nietos.
Los hombres como tú
son arboles besando siempre el viento.

AMANDA BERENGUER





Primavera I



A veces en que estamos sobre el mundo
para ver la espantable maravilla,
en que vemos nacer la primavera
bajo un grito mortal, como los niños.
Hay veces tan difíciles, y estamos
de pie, en la irrespirable tolerancia
de la tierra, entre luces de peligro,
comiéndonos las uñas, escribiendo
una letra con tierra sobre el cielo,
para vernos el hasta dónde, el hasta
cuándo, y vernos a veces como muertos
con los huesos floridos, así reyes
yacentes y enjoyados. Para vernos.
Y hay veces entre otras, tan serenas,
en que vamos de sombra, y no se ve.


ARISTÓTELES ESPAÑA





Partida



Me avisan que debo alistar mi maleta,
ordenar las frazadas,
quedo mudo y perplejo.
No me atrevo a despedirme.
Somos un grupo numeroso.
¿Adónde vamos?
Se cruzan nuestras miradas,
escondo mi cuaderno,
son momentos de mucha intensidad,
me duele el estómago,
hay un gran despliegue de tropas,
inusual y desmedido,
surgen conjeturas,
caen granizos,
todo se llena de ausencias,
escribo mis iniciales en la parede.
Afuera hay un vehículo con destino desconocido
y después una lancha torpedera o un avión,
hay cierta claridad glacial
que va blanqueando nuestro andar;
veo orilllas que se hunden como barcos,
troncos quemados,
hombres que entran y salen de sí mismos.
Siento un leve escozor en las rodillas,
cierro mis párpados ahora.
Hasta siempre camaradas,
toda esta lección no ha sido en vano.


ARTURO ARCÁNGEL





Poema 44



Llenos estamos
de serpientes inmundas
que resbalan
......asqueantes
sobre nuestra estructura miserable.
Llenos
de lobos
azuzando el cerebro que protesta
y el corazón obscuro
...que ama claramente.
Llenos
de buitres
que otean el podrecer de las ideas
y esperan 
la noche de nuestro sér horrendo
esparciendo verdades carcomidas.
Llenos estamos
de polilla y olvido
de soledad y tedio
de odio y amargura
de infinitos planetas fementidos.
Llenos
de virus comatosos
y de puñales
y de látigos
y de palabras in extremis.
Llenos
de sueños difumados
y de leyes atroces.
Llenos estamos
de fantasmas y peste.
En fin : 
..........llenos
..........de vida.


CARLOS MARZAL






Metal pesado



Igual que sucedía, siendo niños,
con las mágicas gotas de mercurio,
que se multiplicaban imposibles
en una perturbada geometría,
al romperse el termómetro, y daban a la fiebre
una pátina más de irrealidad,
el clima incomprensible de los relojes blandos.

Algo de ese fenómeno concierne a nuestra alma.
En un sentido estricto, cada cual
es obra de un sinfín de multiplicaciones,
de errores de la especie, de conquistas
contra la oscuridad.

Un individuo
es en su anonimato una obra de arte,
un atávico mapa del tesoro
tatuado en la piel de las genealogías
y que lleva hasta él mismo a sangre y fuego.

No hay nada que no
hayamos recibido
ni nada que no demos en herencia
Existe una
razón para sentir orgullo
en mitad de esta fiebre que no acaba.

Somos custodios de un metal pesado,
lujosas gotas de mercurio amante. 


DAVID ESCOBAR GALINDO





El episodio terrorista 3



Amor, pleno misterio,
sonido de algún bosque, pánica agua,
llavero del armario con papeles sagrados,
cabello de mujer mientras el día remonta sus chatarras,
podría así seguir, pulsando el laberinto fantasioso,
todo esto tiene una fugaz explicación mesiánica,
como en una asamblea de ídolos inocentes,
mitos de iridiscencia compulsiva,
también amores de sabor plural,
palmas de mitológica palmera,
collar iluminado de los mares del sur,
espejismo de aurora entre los chupamieles,
y callados remedios del zodíaco,
¿por qué digo estas sordas palabras entre el humo
que todo lo gobierna con su acre desatino?

Se acerca a pasos vivos la hora señalada,
la sombra de mi cuerpo es juez y parte;
por el barro, animales domésticos destrozan
una piltrafa -amor, pleno misterio-,
y el vendedor de diarios ya va de espaldas en su bicicleta
con el gran cargamento de odios universales,
de consumibles sueños -sonido de algún bosque,
dócil revelación-, mientras me acerco
a la ventana la rutina suena, cascabel de culebra escondida,
las señoras se asoman a las puertas moviendo sus escobas,
en una transparencia de pudor -agua pánica-,
qué espacio dulce borra el abandono,
se disipa un segundo el remolino de lo inexpugnable
-peligro de morir en luz de día-,
y es que en el riesgo adquiere cada cosa,
cada gesto, un color intenso, amable,
quisiera uno besar viejas paredes,
recordar cada uno de los jazmines ya vividos,
esto es un reto vivo a la intemperie,
un silencio de amor hacia cosas ajenas y sencillas,
quizás ya demasiado mentadas por escrito,
una luna encendiéndose sobre un techo oxidado,
risas de servidumbres en las casas vecinas,
agua de chorro para rostro en fiebre,
y ese olor a aserrín que recuerda
un suave amor total por lo cercano,
san Salvador espejo, rayo virgen,
ámbito desvelado con sólo que mis ojos ardan en la penumbra,
camino de palabras desde la piedra pómez
hasta el tubo de azul desodorante;
y de repente hay un fulgor inédito
por donde la ciudad tiene otra cara,
un amarillo que hace aparecer en las esquinas seres sospechosos,
un mirto en la tiniebla se destiñe,
siento quebrarse el pulso de la luna,
amor, pleno misterio, sonido de algún bosque,
valor frugal que envuelve lo viviente,
la flor ensimismada amanece con garras,
¿dónde está el almanaque con sus dulces mareas,
la eficiencia del aire que acaricia las malvas esas joyas antiguas?

Por las paredes cruzan las sombras a caballo,
¿qué realidad transita por mis sienes?

Como en una película, los niños
preguntan por la magia del recuerdo,
y la respuesta es una roja máscara
que sonríe sin fin, oigo y me callo,
late el polvo al cruzar las francas puertas,
olor a queso rancio despiden los papeles,
y alguna majestad de vigilante
mueve las secas brasas de la ira:

¡Cuidado, la verdad es un destello!

Sin embargo este día está apagándose,
queda un rescoldo verde debajo de mi lengua,
una licuada sal expectativa
que es la hermana menor del musgo mismo;
ahí, junto a la llama del revólver,
la almohada abre sus ojos transparentes,
y el grave amor al ámbito visible
pasa alzando pañuelos por los cuartos vacíos.

Contraste fervoroso, huella en ascuas.

De esa región perlada de alas vividas
se filtran estas públicas palabras.


De: "Discurso secreto"