"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 2 de marzo de 2016
ARLETTE LUÉVANO
Ella
quería volar sobre el mar que imaginó
una tarde de paréntesis que aún le envidio
Ella quería extender su cuerpo contra el aire
dormir y continuar viajando
gritar y arder sobre las piedras
quería permanecer
en la luz precisa
que enciende los cuerpos sin tocarlos
Supondría yo que la muerte libera
que permite trascender a los desastres
y ante la imposibilidad
mi voz es un reclamo
Ella no vuela
no sabe llegar a donde el mar
Está olvidando qué quiere creo
y no es eterna
ni sonríe
Algún camino debería extrañarla
Sería lo justo
o sería más que este llanto intraducible
o tal vez supongo nuevamente
ella querría.
una tarde de paréntesis que aún le envidio
Ella quería extender su cuerpo contra el aire
dormir y continuar viajando
gritar y arder sobre las piedras
quería permanecer
en la luz precisa
que enciende los cuerpos sin tocarlos
Supondría yo que la muerte libera
que permite trascender a los desastres
y ante la imposibilidad
mi voz es un reclamo
Ella no vuela
no sabe llegar a donde el mar
Está olvidando qué quiere creo
y no es eterna
ni sonríe
Algún camino debería extrañarla
Sería lo justo
o sería más que este llanto intraducible
o tal vez supongo nuevamente
ella querría.
MÓNICA LANERI
De noche en mi retina
ver a
una rata
corriendo
por
las calles
de mi
ciudad-
cuando
cree
que
la cubren
las
sombras-
solo
porque el sol
se
tragó a sí mismo-
Sí-
puedo
ver a las ramas
de un
árbol-
menearse-
como
quien resbala
por
un tubo aceitado-
tubo
de bailarina-
puedo
ver la libido
de un
árbol-
y es
de noche-
la
noche permite
licencias
lujuriosas-
Sí-
puedo
ver a un hombre
arrancando
una cartera-
y
huyendo en moto-
puedo
verlo desaparecer-
a
contramano en una esquina-
y
sólo atinar a sostener
mi
cartera-
y
consolarme-
es
así-
ocurre-
esa
desgracia ajena-
Sí-
puedo
ver que veo-
la
noche permite estas cosas-
y yo
las veo-
y sé
que si bien-
estas
cosas son normales-
yo no
estoy bien-
por
eso las veo-
y
dejo-
dejo
que anochezca-
en mi
retina-
JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO
Dónde
tú no estuvieras,
como en este recinto, cercada por la vida,
en cualquier paradero, conocido o distante,
leería tu nombre.
como en este recinto, cercada por la vida,
en cualquier paradero, conocido o distante,
leería tu nombre.
Aquí,
cuando empezaste a vivir para el mármol,
cuando se abrió a la sombra tu cuerpo desgarrado,
pusieron una fecha: diecisiete de marzo. Y suspiraron
tranquilos, y rezaron por ti. Te concluyeron.
cuando se abrió a la sombra tu cuerpo desgarrado,
pusieron una fecha: diecisiete de marzo. Y suspiraron
tranquilos, y rezaron por ti. Te concluyeron.
Alrededor
de ti, de lo que fuiste,
en pozos similares, y en funestos estantes,
otros, sal o ceniza, te hacen imperceptible.
en pozos similares, y en funestos estantes,
otros, sal o ceniza, te hacen imperceptible.
Lo
miro todo, lo palpo todo:
hierros, urnas, altares,
una antigua vasija, retratos carcomidos por la lluvia,
citas sagradas, nombres,
anillos de latón, sucias coronas, horribles
poesías...
Quiero ser familiar con todo esto.
hierros, urnas, altares,
una antigua vasija, retratos carcomidos por la lluvia,
citas sagradas, nombres,
anillos de latón, sucias coronas, horribles
poesías...
Quiero ser familiar con todo esto.
Pero
tu nombre sigue aquí,
tu ausencia y tu recuerdo
siguen aquí.
tu ausencia y tu recuerdo
siguen aquí.
¡Aquí!
donde
tú no estarías,
si una hermosa mañana, con música de flores,
los dioses no te hubieran olvidado.
si una hermosa mañana, con música de flores,
los dioses no te hubieran olvidado.
HÉCTOR DE PAZ
(Dibujas
sobre sábanas tu cuerpo)
Dibujas
sobre sábanas tu cuerpo
como si nunca fueras a irte.
como si nunca fueras a irte.
De: Ahogada lumbre la sangre
JOSÉ LEZAMA LIMA
Bahía de la
Habana
Al pie de las murallas
el aire tartamudo
desliza sus sirenas,
plata mansa sin hoy
mana sus lunares
entre lunas cansadas
sin balcones. ¿Qué será,
qué será? Bajo el arco
y pestañas, la tarde,
-codorniz de Ceilán-
rompe en flechas sus colores.
Descuidas las islas
pie ligero y concha reciente,
de sonrisas y flautas,
sobre faldas tan lindas
pasajeros con cintas
y mañanas redondas!
Verdinegros incógnitos
los celos de la noche
¿Qué será, qué será?
El alfiler del rocío
redobles del aire tierno,
se extingue en ay, ay, ay, ay.
La sorpresa de la rosa en el agua,
vida entre vidas,
la rechazan las olas
con heridas sin gritos.
Las estrellas se mecen
al compás que no existe
del agua amanecida,
y así puede mecer
a los niños de Arabia,
con heridas y gritos.
Y loca entre balcones
la tarde recurvando,
empina entre algodones
su voz que ni se escucha
perdida entre latidos:
¿Qué será, qué será?
ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ
La vida es un camino...
Sobre
rápido tren va un peregrino
salvando montes; otro va despacio
ya pie; siente la hierba, ve el espacio...
Y ambos siguen idéntico destino.
A los frívolos ojos del primero
pasa el desfile raudo de las cosas
que se velan y esfuman. El viajero
segundo bebe el alma de las rosas
y escucha las palabras del sendero.
De noche, el uno duerme en inconsciente
e infecundo sopor; el tren resbala
fácil sobre el talud de la pendiente,
y el viajero no siente
que en la campiña próvida se exhala
un concierto de aromas...
El prudente
que marcha a pie, reposa bajo el ala
de un gran ensueño, y trepa por la escala
excelsa de Jacob. Cuando el Oriente
clarea, se echa a andar, pero señala
el sitio aquel en que posó la frente.
Ambos llegan al término postrero;
mas no sabe el primero
qué vio, qué oyó; su espíritu desnudo
de toda adoración se encuentra mudo.
El otro peregrino recuerda cada voz, cada celaje,
y guarda los encantos del paisaje.
Y los hombres lo cercan, porque vino
a traer una nueva en su lenguaje
y hay en su acento un hálito divino...
Es como Ulises: hizo un bello viaje
y lo cuenta al final de su destino...
Porque la vida humana es un camino.
salvando montes; otro va despacio
ya pie; siente la hierba, ve el espacio...
Y ambos siguen idéntico destino.
A los frívolos ojos del primero
pasa el desfile raudo de las cosas
que se velan y esfuman. El viajero
segundo bebe el alma de las rosas
y escucha las palabras del sendero.
De noche, el uno duerme en inconsciente
e infecundo sopor; el tren resbala
fácil sobre el talud de la pendiente,
y el viajero no siente
que en la campiña próvida se exhala
un concierto de aromas...
El prudente
que marcha a pie, reposa bajo el ala
de un gran ensueño, y trepa por la escala
excelsa de Jacob. Cuando el Oriente
clarea, se echa a andar, pero señala
el sitio aquel en que posó la frente.
Ambos llegan al término postrero;
mas no sabe el primero
qué vio, qué oyó; su espíritu desnudo
de toda adoración se encuentra mudo.
El otro peregrino recuerda cada voz, cada celaje,
y guarda los encantos del paisaje.
Y los hombres lo cercan, porque vino
a traer una nueva en su lenguaje
y hay en su acento un hálito divino...
Es como Ulises: hizo un bello viaje
y lo cuenta al final de su destino...
Porque la vida humana es un camino.
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