lunes, 28 de mayo de 2018


SHAMSUDDIN HAFIZ





Alba



Esto dijo al alba el ave a la rosa recién despertada:
«Sé amable, pues muchas como tú florecen en esta explanada.»
La rosa rió: «Verás que en verdad no mostramos dolor,
Mas nunca un amante con tan duras palabras acosó a su amor.
Si tu deseo es beber vino de rubí de la copa enjoyada
Debes ensartar perlas y corales traspasados por pestañas.
No puede atraer a las ventanas de su nariz el sabor del Amor
Quien el polvoriento suelo de la taberna con la mejilla no barrió.»

Anoche, en el jardín de Iram, cuando en el aire agradecido
La brisa del nuevo día meció las hermosas trenzas de jacinto
Pregunté:«Trono de Jamshid, ¿dónde está la copa que revela el mundo?
Suspiró: «Esa despierta fortuna yace ahora en un sueño profundo.»
No siempre de la lengua brotan amorosas palabras:
Ven, trae vino, oh tabernero, pon fin a esta charla.
Las lágrimas de Hafiz arrojan al mar su paciencia y talento.
¿Qué hacer si no puede ocultar cómo el amor desgarra su ser?


De: "El despertar del amor"

Versión de Carmen Liaño


CONCHA URQUIZA





Sulamita

                                                     Pues ya si en el exido
                     de hoy más no fuere vista ni hallada,
                                             diréis que me he perdido,
                                         que andando enamorada...
                                                          San Juan de la Cruz



Atraída al olor de tus aromas
y embriagada del vino de tus pechos,
olvidé mi ganado en los barbechos
y perdí mi canción entre, las pomas.

Como buscan volando las palomas
las corrientes mecidas en sus lechos,
por el monte de cíngulos estrechos
buscaré los parajes donde asomas.

Ya por toda la tierra iré perdida,
dejando la canción abandonada,
sin guarda la manada desvalida,

desque olvidé mi amor y mi morada,
al olor de tus huertos atraída,
del vino de tus pechos embriagada.


23 de junio, 1937


PERE QUART





Codicilo de poeta



Os lego, amigos, sencillamente,
los tres humildes quehaceres de siempre:
vivir (y comer) con decoro cada día;
si podéis, encauzar codicia y lujuria;
pensar (creer o dudar)
en la certeza y las hipótesis
de la muerte de la carne
y la vida nueva del alma.

No hay nada más que hacer; y ya basta.
El resto es literatura.


De: "Vacaciones pagadas"

Versión de José Batlló


WENDY GUERRA





Muerto



Los brazos llenos de muerte blanda
él no es más que uno de esos
cuerpos que el mar escupe de los esteros,
tronco de árbol, animal u hombre
y baila en una playa remota
una danza con el tiempo que transcurre
de las olas a la arena.
El cuerpo sin rostro enfrenta el infinito
y del cielo ni siquiera un gesto
de bendecida amargura.
Un pedazo de cielo entre rocas
golpeadas por el agua correría la misma suerte.
¿Quién eres tú?
¿Cuál de todas las criaturas comió
tus ojos o tus labios?
Nadie
Nadie
Nadie
responde el bosque de pinos,
las cañas de bambú,
los negros esteros.
Ya no eres un hombre,
cualquier bichejo, ave o molusco
de los que te devoran podría asegurártelo.


RAMÓN GARCÍA





Turista nativo

En cualquier lugar de estas tierras una iglesia nunca está lejos…
Luis Cernuda, “Las iglesias” Variaciones sobre tema mexicano



Siempre que entro a una iglesia en México
Una infancia en Michoacán revive:
Generaciones de rituales sin resolver, ancestros indistintos.

Un aire de frío y purificación en el solemne espacio de culto.
Los santos se presentan de nuevo en la erradicación del tiempo:
San Martín de Porres, San Miguel Arcángel, San Judas Tadeo, la Virgen…

Cristo, todo heridas y sangre, enraíza mi carne
A centurias de agonía,
La veneración inamovible de mi gente.
Soy un exilio de su sufrimiento domesticado, con cicatrices.

Una mujer pobre se arrodilla, ojos cerrados,
A los pies del intimidante martirio del Salvador.
Reza las oraciones de esclavos que la violencia le enseñó.
Y recuerdo a las mujeres de las que vengo, las madres mexicanas,
Las hermanas cuya traición continúa…

Y sigo camino afuera, para recuperar la vida
Que no es propiedad de los inertes íconos de la historia.



JOSÉ IGLESIAS DE LA CASA





Oda en sáficos-adónicos



¿De qué me sirve, Primavera hermosa,
que nueva vida a tus pensiles vuelvas,
y aquestas selvas llenas de frondosos
álamos verdes.
¿De qué me sirve que por estos valles
esparzas rosas, siembres violetas,
tiernas mosquetas, azucenas blancas,
cárdenos lirios.
¿De qué me sirve que por sus orillas
vierta la fuente perlas orientales,
y en sus cristales el divino Febo
néctares beba.
¿De qué me sirve que por la campiña
salte tocando el dulce pastorcillo
el caramillo con que da a su ninfa
música alegre.
¿De qué me sirve que los pajaritos
a coros trinen al romper del alba,
y en dulces salvas llamen al radiante
cándido Apolo.
¿De qué me sirve que mis corderillos
corran jugando tras la madre blanca,
y sin carlancas, sueltos mis mastines
júbilo muestren.
¿De qué me sirve cuando al mundo vuelvas
si no me vuelve mi Licori amada,
flor marchitada por la saña impía
de ábrego fiero.
¡Ay, cara esposa por mi mal difunta!
¡Ay, dulce prenda por mi mal perdida!
¡Ay, vida ida! ¿cómo no me has dado
trágica muerte.
¿Qué viste en Tirsis. Dime ¿en qué delito
pudo ofenderte. ¿cómo le dejaste
que no llevaste tras de ti al cuitado
su ánima triste.
Allá te has ido a la región más pura
ausente y lejos de tu Tirsis amado,
quien inundado en denegrido llanto
mísero muere.
¡Ay, queda, queda en sempiterno olvido
de estos cipreses lúgubres colgada,
y destemplada a los futuros siglos
cítara mía!