sábado, 10 de octubre de 2020

MAURICE MAETERLINCK


 

Horas sombrías



Ved antiguos deseos que pasan,
Aun sueños de hombres cansados,
Aun ensueños que fracasan;
¡Días de esperanza pasados!

¡Hoy mismo huyamos de su asedio!
No se ve más estrella alguna;
Hay sólo hielo sobre el tedio
Y un lienzo azul bajo la luna.

 

¡Y aun llanto preso en trampa aleve
Ved a los enfermos sin fuego
Ya los corderos pacer nieve;
¡Piedad, Señor! ¡Oye mi ruego!

 

Yo, espero algo de despertar
Y que el ensueño haya pasado;
Y en mis manos la luz solar
Porque la luna la has helado



Versión de Edmundo Bianchi

 

BOB DYLAN



 

Soñé que veía a San Agustín



Soñé que veía a San Agustín 
Tan vivo como tú y yo, 
Atravesando a toda velocidad estos cuartos 
En la más absoluta de las miserias. 
Con una manta bajo el brazo 
Y un abrigo de oro macizo 
Buscando precisamente las almas 
Que ya habían sido vendidas. 

«Despertad, despertad», gritó con fuerza, 
Con voces desmesuradas 
«Salid talentudos reyes y reinas 
Y escuchad mi triste queja. 
No hay un solo mártir entre vosotros 
Al que podáis llamar vuestro, 
Pero seguid vuestro camino con conformidad, 
y sabed que no estáis solos". 

Soñé que veía a San Agustín, 
Vivo y echando fuego por la boca 
Y que yo era uno de los que 
Le echaron a morir a la calle. 
Y me desperté encolerizado 
Tan solo y aterrorizado, 
Que apoyé los dedos contra el cristal, 
Y agaché la cabeza y lloré.

 

Versión de Antonio Rasines

 

JOHANNA CARVAJAL

  


 

Rati

 

 


Acoge en el crujir de los huesos

la desesperación hecha roca

la miel corre por los labios

y da el sabor de las hojas

en la lengua

al encontrarse fugitivamente

con la baba goteante…

no se desangra el querer

cuando la sal

toca las venas…

El cuerpo es herida eterna

que se acumula

en las grietas

de los azahares.

 

JOHN DONNE

  


 

Alquimia de amor



Algunos que más hondo que yo en la mina del amor han excavado
dicen dónde se halla su céntrica felicidad.
         Yo he amado, y poseído, y relatado,
mas, aunque hasta la ancianidad amara, poseyera y refiriera,
ese misterio escondido no habría de encontrarlo. 
         Todo, ¡ay!, es impostura.
Y como ningún alquimista obtuvo aún el elixir,
         mas su marmita repleta glorifica
         si por casualidad 
algo odorífero o medicinal le sobreviene, 
   así un deleite pleno y prolongado sueñan los enamorados,
   para obtener una noche de estío, de apariencia invernal.

Por esta vana sombra de burbuja ¿habremos de entregar
nuestro bienestar, esfuerzo, honor y vida?
         ¿En esto amor termina? ¿puede cualquiera 
tan feliz ser como yo si soportar puede
la burla breve de una representación de novio?
         Ese infeliz amante que asegura,
no es la médula del cuerpo; es de la mente,
         lo que él en ella angelical encuentra,
         igual jurar podría que escucha en el rudo,
crudo, griterío de ese día, las esferas.
   No esperes hallar inteligencia en la mujer: a lo sumo,
   dulzura e ingenio; momias , sólo, poseídas.

 

Versión de Purificación Ribes

 

LUIS ANTONIO DE VILLENA

  

 

Brillos del otoño ido 



Era el centro elegante. El lugar de las perfumerías
con sillas delante del mostrador, el lugar de los sastres
y de las sederías donde te tomaban medida para un abrigo...
¿Te acuerdas mamá, de aquellas tardes? En los autobuses
azules de dos pisos yo siempre quería ir arriba, en el asiento
delantero, que era como un panorámico ventanal al mundo.
O abajo, en el asiento más cerca de la puerta, con su
aislada barra blanca, asidero y columpio de quienes entraban
y salían, como se entra y se sale en la beatitud del mundo...
Con mi abrigo azul cruzado y una boina también azul.
Tú y yo, elegantes, camino del médico o
de las tiendas caras. Camino del que
querías que fuera nuestro mundo, pues lo sentías tuyo...
Yo dichoso sin saberlo y tú íntimamente desdichada.
Yo entretanto, como de juego, al mundo perfecto,
y tú en serio, jugando a que nunca hubieses salido...
Mucho tiempo después, llorando, me dijiste una tarde
que ninguno de los dos habíamos sido felices.
Tan cierto y tan falso como es todo. Tan falso
y tan cierto como que aquel mundo de señores
dejó de existir, tan cierto como que lo traicioné
después que me escupiera o que tú nunca hallaste,
mamá, al hombre de tus sueños, al caballero que reinase
en aquel mundo contigo. Y sin embargo estuvimos allí,
tu con tus pieles y yo con mi abrigo azul cruzado,
comprando perfumes y merendando tortitas con nata,
cuando los taxistas llevaban uniforme y se dirían charolados
los azules autobuses de dos pisos, un Madrid tan sofisticado
que tú y yo -y casi todos los demás- nos lo creímos.
O quizás a ti no te hizo falta creértelo, pues lo tuviste.
Yo me lo creí. Yo, que llegué una tarde en autobús de dos pisos...

 

 

VLADIMIR MAÏACOVSKI

  


La blusa fatua



Yo me haré pantalones negros,
del terciopelo de mi voz,
y una blusa amarilla,
de tres metros de atardecer,
y pasaré por la mundial avenida Nievski¹
por sus lustrosas veredas,
compadreando con paso fatuo de Don Juan.

Dejen que la tierra gima en descanso amujerado.
"¡Tú las primaveras verdes las vas a violar!"
Yo le diré al sol, mostrando los dientes:
-¡Sobre el asfalto liso, me gusta compadrear!

Será porque el cielo está muy celeste,
y la tierra, mi amante, está limpia y de fiesta,
yo les regalo mis versos alegres, como un bi-ba-bó,
necesarios y agudos como cepillo de dientes.

Mujeres amantes de mi carne,
y esa niña que fraternalmente me mira.
Cubridlo de sonrisas al poeta,
que yo las bordaré, cual flores,
en mi blusa,
amarilla,
de fatuo.



1.- Avenida principal de San Petersburgo.

Versión de Lila Guerrero