sábado, 4 de enero de 2020


SHIGUEHARU NAKANO





Adiós de la madrugada



Hemos de trabajar
hemos de discutir nuestros asuntos.
Siempre que nos reunimos
nos asaltan los gendarmes
y nos golpean la nariz
nos golpean los ojos.
Por eso nos cambiamos a este segundo piso
con salida a callejones y atajos de refugio.

Aquí duermen seis adolescentes.
En la planta baja, un matrimonio y un niño de pecho.
No conozco a estos adolescentes
sólo sé que son mis camaradas.
No conozco el nombre del matrimonio
sólo sé que nos han prestado su segundo piso
con buena voluntad.

Pronto amanecerá
nos mudaremos otra vez
cargaremos el maletín
discutiremos minuciosamente
realizaremos bien nuestro trabajo
mañana por la noche dormiremos en otro colchón prestado.

Ya empieza a amanecer
este cuarto de seis metros cuadrados
pañales colgados del cordón eléctrico
el foco tiznado y desnudo
los juguetes de celuloide
los colchones prestados
las pulguitas.

De todo esto me despido
hay que continuar el trabajo
para hacer florecer
nuestras flores:

la flor del matrimonio
la flor del niño de pecho
para que florezcan estas flores
de pronto, plenamente.


De: “Asalto al cielo”


GOYA GUTIERREZ




  
Escribiendo lo que huye

               Tengo un rostro lacerado por arrugas secas.
                                                               Margarite Duras



El amante de rasgos afilados
y manos de marfil
tiene una cueva en el pecho
atravesada por hielos milenarios

El amante de la China del Norte
sostiene siglos en los hombros
a cambio de un oro viejo
que hunde también sus manos
en lo obsceno
Semejante a la miseria
de los que nada poseen

Leo los brazos de los tilos abriéndose
Cubriendo el verdepálido
de la noche Indochina
Reconozco a la niña de piel blanca
resucitada de millares de muertes
Dolor de desterrada
más anciana que el tiempo
Sabia como el oído y el ojo
que hacia dentro atesoran
filtrando un elixir:

(latido universal)
Con que una mano pueda los metales fundidos
al calor desnombrar

Escribiendo lo que huye


De "Ánforas"


ENRIC SÓRIA





Conversación nocturna



Hemos hablado hoy mucho,
y saciado la noche de temas que nos gustan:
la Física, el Amor y la Alta Teología.
Ha sido, de verdad, hermosa nuestra charla,
pero ahora estoy cansado.
Ya es hora de apurar bien este vaso
-este daiquiri, el último,
qué color delicioso guardó para el adiós.
Te puedes ir. Desde ahora el alba me acompaña
tal vez mejor que tú.
Vuelve con un poema, mañana, si es que quieres.


De: "Andén de cercanías”
Versión de Carlos Marzal

 

VICENTE NÚÑEZ





Estética



La poesía es siempre un después.
Cuando no existían autores ya existía la literatura. En
       aquella época, trabajaba yo en una Compañía de Seguros.
La jarcha tartamudea de gozo en el lenguaje del amor
      no existente hasta entonces.
De la poesía, amo su insobornable fidelidad a la prostitución.
La enfermedad se hizo romántica cuando fue diagnosticada por el arte.
La elegancia es siempre una promesa.
Ellos Son ordinarios, pero desconocen la ordinariez.
El encargado del registro no se lava las manos.
Un solo bostezo aniquila diez años de intensa pasión.
Todo lo cursi es mariquita. Venga de donde venga. ¡Es tan bello regresar de lo bello! ¡Es tan bella la pérdida!


De: "Sofisma"

ALFONSO CORTÉS





La danza de los astros



La sombra azul y vasta es un perpetuo vuelo
que estremece el inmóvil movimiento del cielo;
la distancia es silencio, la visión es sonido;
el alma se nos vuelve como un místico oído
en que tienen las formas propia sonoridad:
luz antigua en sollozos estremece el Abismo,
y el Silencio Nocturno se levanta en sí mismo.
Los violines del éter pulsan su claridad.


FRANCISCO DE QUEVEDO





Dice que el sol templa la nieve...



Miro este monte que envejece enero,
y cana miro caducar con nieve
su cumbre, que aterido, oscuro y breve,
la mira el sol, que la pintó primero.

Veo que en muchas partes, lisonjero,
o regal sus hielos o los bebe;
que agradecido a su piedad se mueve
el músico cristal, libre y parlero.

Mas en los Alpes de tu pecho airado
no miro que tus ojos a los míos
regalen, siendo fuego, el hielo amado.

Mi propia llama multiplica fríos
y en mis cenizas mesmas ardo helado,
invidiando la dicha de estos ríos.