domingo, 15 de diciembre de 2019


ROBERT FROST





Fuego y hielo



El mundo acabará, dicen, presa del fuego;
otros afirman que vencerá el hielo.
Por lo que yo sé acerca del deseo,
doy la razón a los que hablan de fuego.
Mas si el mundo tuviera que sucumbir dos veces,
pienso que sé bastante sobre el odio
para afirmar que la ruina sería
quizás tan grande,
y bastaría.


Versión de Agustí Bartra


VICENTE NÚÑEZ





De la vida, de la muerte



   A última hora, la muerte está muy bien pensada. Pero
      hay que sabérsela ganar.
   La vida es un suplicio porque no vivimos con quien
      deberíamos. ¿Y con quién?
 Porque se es fiel, se es libre.
 La vida no tiene más ideología que el olor.
 El ingrediente de la vida huele a potingue.
 La vida no me deja vivir.
 Anular la infinita quietud de la muerte. Ése es el móvil
      vano de las culturas.
 Sólo los cobardes aspiran a la felicidad.
 No aceptéis ningún tipo de realidad que ya no esté
       boca abajo.
 Vivo sin beber en mí.
 La locura no tiene precio.
 Un loco siempre enuncia templos como verdades.
 Vivo con nadie. Porque vivir solo es propio de quienes
      la vida les ha abandonado ya.


De: "Sofisma":


MERCEDES ROFFÉ





27 de diciembre
Conciliación o Celebración De La Belleza



prosas
como mares fecundos

no hay frontera
no hay
término que separe
reflexión y emoción
discernimiento y videncia

la intuición penetra el hontanar
de enigmas que nos cerca
como el camino define
la dirección y el sino de lo vivo
y la penuria el empleo
de lo que está por ser

trama y urdimbre
la vida es

ese destiempo    e-
sa fatiga
siemépre
a flor de piel
ese campo llagado
acometido

esa hendidura

¿no viste
cómo deviene la noche
el final de la frase
hilada en la vigilia?

¿cómo deviene el día
el desliz que delata
el sueño siempre
sofocado?

el silencio y el ritmo
¿lo mismo son?

desnudez y memoria
el infinito y el viento
y las voces
y los ecos

el trepidar del Big Bang
—o su repliegue—
vibrando aún
en cada
iluminado artificio

¿la misma cosa son?
¿el mismo don?
¿el mismo bien-
hadado
sortilegio?


De: “Diario ínfimo”


JUAN JOSÉ ARREOLA





Teoría de Dulcinea



En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta. Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas páginas de hazañas, embustes y despropósitos.
En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.
       El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se echó en pos a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire.
       Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca. Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.


JACK KEROUAC





  

Cierra los ojos
El propietario está golpeando
En la puerta trasera.



De: “The Northport Haiku”

SAUL IBARGOYEN






Preguntas para tu piel




Es éste el tiempo
en que la sangre vuelve
a su estatuto de palabra interrumpida?
Es éste el olvido que recuerdas
para ser una oscura
desmemoria entre nosotros?
Qué brazos te empujan
o te atraen
con fuerza rechazada
que regresa?
Y la lluvia caerá
como un cadáver de piedra
en los mares
que crecen sin espuma?
Y este rostro que tanto resplandece
bajo tu piel aún desconocida:
es una sola señal
que borrarán las sábanas
es una astilla de vidrio
reposando sin luz
entre manteles?
De este mismo rostro se apartan
ya las bocas
los dientes y las lenguas repitiéndose
para que tu piel presente
—de olor de aire
de ropa ahora envejecida—
se pregunte que yo también soy piel
y muchas otras cosas

que ruedan carne abajo.