domingo, 17 de marzo de 2019


CATALINA GONZÁLEZ RESTREPO





El poeta de la bailarina anónima


Una bailarina ronda tus páginas,
mis pies ni siquiera aparecen.
Ella se ha ido,
pero se detiene en tu retina.
Podría ponerme zapatillas,
danzar,
y sólo la verías a ella.
Seguirás disfrutando banquetes en soledad
que quemarán los paladares,
ella será alimentada por tu memoria
mientras muero de hambre.

ALEYDA QUEVEDO ROJAS




  
Metamorfoseada



Cuerpo y aliento ingresan al agua haciendo uso del mecanismo de la libélula. Hablo del cuerpo y del aliento en estado puro. Sin equipo. Pez o criatura parecida. Libre y despojada de deseos sin teorías de instructores de buceo. Tensión del cuerpo y fluidez constante en el ritmo. Libélula de látex equilibrio respiratorio. El agua se vuelve un ramaje de cristal de cuarzo. Densa estructura de burbujas. Campo de corales donde eres tan liviana y tan compleja planta acuática. Las vastas profundidades que logra alcanzar tu espíritu te rescatan del mundo que arriba apesta. Pero te adentras más y eres agua.


CORAL BRACHO





La voz indígena



Es un dolor
de voz que se apaga. De voz eterna
y profunda
que así se apaga. Que así se apaga
para nosotros.

JORGE EDUARDO EIELSON




Cuerpo enamorado



Miro mi sexo con ternura
Toco la punta de mi cuerpo enamorado
Y no soy yo que veo sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el remanso y ríe
Amo el espejo en que contemplo
Mi espesa barba y mi tristeza
Mis pantalones grises y la lluvia
Miro mi sexo con ternura
Mi glande puro y mis testículos
Repletos de amargura
Y no soy yo que sufre sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el espejo y llora


De: "Noche oscura del cuerpo"


JUAN SANCHEZ PELAEZ





Posesión



los témpanos engullen gaviotas en mis caricias.
El mundo pesa inicuo y solemne en mis raíces.
Acepto tus manos, tu dicha, mi delirio.
Si vuelves tú, si sueñas, tu imagen en la noche
      me reconocerá.
Te encamino al talud campanular de mis venas.
Mi sangre de magia fluye hacia ti, bajo la
      profecía del alba.


De: "Elena y los elementos"

JULIA PRILUTZKY





No sé si espero, amor, ni si te espero...



No sé si espero, amor, ni si te espero
pero de pronto estás, inesperado,
con tu visaje cruel y desolado
en este abrazo cálido de enero.

Reconozco tus ojos de viajero,
tu inseguro silencio, tu llamado,
tus labios sin mañana y sin pasado:
eres el rostro del dolor primero.

Vuelvo a mirarte aún. Y eres el mismo
milagro de ternura y egoísmo,
triste y feliz, eterno y pasajero,

burlón, desesperado, inquieto, firme.
Cómo quedarme, amor, y cómo irme,
cómo estar sin estar. Ya no te quiero.