"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 9 de enero de 2016
OMAR SANTOS
XVI
Sé
contestataria,
mujer
de lo irreparable,
sé
extraña justiciera.
Incontrolable
sobre tu mesa,
reniega
de tus fingidas costumbres,
del
opaco mármol de tu idioma.
No te
calles por el reloj.
Extiende
tus tenazas.
Apura
el gancho y los conjuros
para
tu contienda imaginaria.
Sé
nefasta e inquebrantable,
Paranoica
entre los días,
implacable
en los saqueos
de tu
benevolencia.
Habla
de tus rechazos.
Ensaya
el golpe innoble.
No
existe la esfera del amor,
no
hay más posesiones,
es
exacto, es simple,
acepta
el cuerpo humillado,
sé la
hembra del remordimiento.
De: Las criaturas de la negación
IRENE GRUSS
El
mundo incompleto
El
reverso del mundo plagado de
margaritas
ondulantes,
iluminadas.
El
mundo, tal como es,
difícilmente
pueda completar
la
llegada a las
ondulantes
margaritas.
¿Quién
necesita esas flores,
quién
se queda en describirlas
tal
como están, allá lejos,
quién
sabe cómo son esas flores?
¿Y si
no son margaritas?
¿Si
no se llega,
si no
se completa el mundo?
a mi
hijo
DIANA DEL ÁNGEL
Vendedora
de flores
Quisiera
tender como ella
un puesto sobre la calle sucia y sonora,
sumergir las flores en agua, misteriosa,
salpicarlas de rocío.
Rimar pino con margaritas diáfanas,
alhelíes naranjas con amarillos claveles,
blancas azucenas con gladiolos rojos,
astromelias de la selva con simples nubes,
conciliar las espinas de la rosa con delicadas gardenias,
y atarlas suavemente con un cordón
provisto por el acaso.
Transformarme, como ella,
bajo la falda de lana cruda y la blusa percudida
en el vértice de un abanico fragante,
en hacedora de ofrendas, de perdones,
de te quieros vegetales, hacedora
sin prisas, ni modelos.
un puesto sobre la calle sucia y sonora,
sumergir las flores en agua, misteriosa,
salpicarlas de rocío.
Rimar pino con margaritas diáfanas,
alhelíes naranjas con amarillos claveles,
blancas azucenas con gladiolos rojos,
astromelias de la selva con simples nubes,
conciliar las espinas de la rosa con delicadas gardenias,
y atarlas suavemente con un cordón
provisto por el acaso.
Transformarme, como ella,
bajo la falda de lana cruda y la blusa percudida
en el vértice de un abanico fragante,
en hacedora de ofrendas, de perdones,
de te quieros vegetales, hacedora
sin prisas, ni modelos.
SUSANA REYES
Por
qué no jugamos...
Por
qué no jugamos de nuevo
a los gatos enamorados,
aquellos que cruzan tu calle
en las noches de luna
y se pierden en los inviernos
de los tejados solitarios.
Por qué no jugamos
a recorrernos los accidentes
con los ojos abiertos
y con la luna llena
alborotándonos la soledad
a los gatos enamorados,
aquellos que cruzan tu calle
en las noches de luna
y se pierden en los inviernos
de los tejados solitarios.
Por qué no jugamos
a recorrernos los accidentes
con los ojos abiertos
y con la luna llena
alborotándonos la soledad
LUZ MARÍA JIMENÉZ FARO
Mujer
sin alcuza
La
mujer deja la alcuza sobre su soledad.
Observa
La
ciudad nocturna con sus negras pupilas
Donde
habitan, furiosos, sólo pájaros ciegos.
Mira
las luces de neón, su colorido
de
acompasado parpadeo y respira
el
turbio aroma de las calles flageladas de lluvia.
La
mujer ha doblado su chal. De pie, junto al espejo
se
coloca su nuevo vestuario de colores. Con sus manos
espectrales
pone flores y plumas en su triste cabeza
carcomida
de horas. Lentamente, en su rito, completa
su
disfraz con guantes y zapatos de Dra.-queen.
No
oye, no habla, no se ríe.
Desprende
un viento frío de orfandades
y un
hálito de flores derrotadas.
Esta
mujer, viajera de lo inmóvil,
Jamás
descansa en estación alguna.
Puede
tardar, más llega a su destino,
a su
espacio de tránsito, puntual y sedienta.
La
mujer prepara su maleta:
para
este nuevo viaje nada puede olvidar.
Como
joyas maléficas va guardando cuidadosamente,
la
coca, el éxtasis, el sida, la heroína.
Un
nuevo álbum de fotos y una lista.
Esta
mujer de paso leve y actitud sombría
irá
hacia la noche
y
entre una multitud ebria de luces y de sombras,
ebria
de música, cumplirá cual verdugo su destino.
Del poemario: Mujer sin alcuza
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