"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 11 de julio de 2020
JULIO TRUJILLO
XVI
Cerrar los ojos y sentir
la ráfaga,
oír ese silbido del
desgaste
ya música suspensa
en su más alta nota de
fervor.
MARIO LUZI
La noche llega con el
canto
La noche llega con el canto
prolongado de la corneja,
siembra sus luces en la cuenca,
sube por húmedas pendientes, tiembla
un poco. Disminuye el brío
conquistado en tantos de años de sufrimiento
y la pequeña ciencia se desarma;
la sonrisa viril
ha perdido su calma.
¿Quién eres tú
que invisible esperabas emboscada
en un recodo del tiempo
esperando tu hora? Te debo
este tiempo de gratitud
y también de dolor.
Y ahora la inquietud se insinúa,
penetra las primeras noches de verano,
invade el muro aún caliente, sigue
el vuelo de las luciérnagas en las eras,
se embosca en los atajos, donde la liebre
centellea deslumbrada por los faros.
Amada, ¿cómo pude no entender?
Toda la vida estaba
en suspenso como esta vigilia.
Me dan ganas de llorar cuando pienso
cómo pude arruinar la larga espera
con tantas palabras inconvenientes,
con tantos actos inconsultos, irreparables.
Y ahora, herido, digo que no importa
a condición de que acabe el suplicio.
"La salvación así deseada no es conveniente
para ti ni para otros como tú. La paz,
si llega, llegará por otras vías
más penosas y lúcidas que éstas;
cuando sufrir no te parezca vano
pues también existe la pena y debe vivir
y transformarse en bien tuyo y ajeno.
En ti está la fe, la fe es una persona."
Esta canción no tiene ya palabras.
prolongado de la corneja,
siembra sus luces en la cuenca,
sube por húmedas pendientes, tiembla
un poco. Disminuye el brío
conquistado en tantos de años de sufrimiento
y la pequeña ciencia se desarma;
la sonrisa viril
ha perdido su calma.
¿Quién eres tú
que invisible esperabas emboscada
en un recodo del tiempo
esperando tu hora? Te debo
este tiempo de gratitud
y también de dolor.
Y ahora la inquietud se insinúa,
penetra las primeras noches de verano,
invade el muro aún caliente, sigue
el vuelo de las luciérnagas en las eras,
se embosca en los atajos, donde la liebre
centellea deslumbrada por los faros.
Amada, ¿cómo pude no entender?
Toda la vida estaba
en suspenso como esta vigilia.
Me dan ganas de llorar cuando pienso
cómo pude arruinar la larga espera
con tantas palabras inconvenientes,
con tantos actos inconsultos, irreparables.
Y ahora, herido, digo que no importa
a condición de que acabe el suplicio.
"La salvación así deseada no es conveniente
para ti ni para otros como tú. La paz,
si llega, llegará por otras vías
más penosas y lúcidas que éstas;
cuando sufrir no te parezca vano
pues también existe la pena y debe vivir
y transformarse en bien tuyo y ajeno.
En ti está la fe, la fe es una persona."
Esta canción no tiene ya palabras.
LUIS LLORÉNS TORRES
Bajo el manto de sombras
de la primera noche…
A Félix Matos Bernier
Bajo el manto de sombras
de la primera noche,
la mano de Elohím, ahíta en el derroche
de la bíblica luz del fiat omnifulgente,
te amasó con la piel hosca de La serpiente.
la mano de Elohím, ahíta en el derroche
de la bíblica luz del fiat omnifulgente,
te amasó con la piel hosca de La serpiente.
Puso en tu tez la tinta
del cuero del moroco
y en tus dientes la espuma de la leche del coco.
Dio a tu seno prestigios de montañesa fuente
y a tus muslos textura de caoba incrujiente.
y en tus dientes la espuma de la leche del coco.
Dio a tu seno prestigios de montañesa fuente
y a tus muslos textura de caoba incrujiente.
Virgen, cuando la carne te
tiembla en la cadera,
remedas la potranca que piafa en la pradera.
Madre, el divino chorro que tu pecho desgarra,
remedas la potranca que piafa en la pradera.
Madre, el divino chorro que tu pecho desgarra,
Oh, tú, digna de aquel ebrio de inspiración
cántico de los cánticos del rey Salomón
ELIZABETH BARRETT BROWNING
El rostro del mundo ha
cambiado
El rostro del mundo ha cambiado
desde que oí los pasos de tu alma, leves
¡oh, muy leves!, junto a mí, deslizándose
entre mí y la terrible grieta de la muerte
donde pensaba hundirme, mas fuí elevada
hacia el amor y conocí una nueva canción
para mecer las mareas de la vida.
Apuré sedienta la copa de las amarguras
que Dios, al nacer, nos regala,
A tu lado, mi amor, he loado su dulzura.
El nombre de las tierras y del cielo se mudan,
cambian según donde estés
o hayas de estar algún un día.
Antes adoraba este laúd y éste canto mío,
(los ángeles bien lo saben), aún los quiero,
sólo porque tu nombre se mezcla con su ritmo
desde que oí los pasos de tu alma, leves
¡oh, muy leves!, junto a mí, deslizándose
entre mí y la terrible grieta de la muerte
donde pensaba hundirme, mas fuí elevada
hacia el amor y conocí una nueva canción
para mecer las mareas de la vida.
Apuré sedienta la copa de las amarguras
que Dios, al nacer, nos regala,
A tu lado, mi amor, he loado su dulzura.
El nombre de las tierras y del cielo se mudan,
cambian según donde estés
o hayas de estar algún un día.
Antes adoraba este laúd y éste canto mío,
(los ángeles bien lo saben), aún los quiero,
sólo porque tu nombre se mezcla con su ritmo
EEVA KILPI
Justo cuando había
aprendido a vivir sin él
se me vino a la cabeza la idea:
Yo a este hombre no renuncio.
se me vino a la cabeza la idea:
Yo a este hombre no renuncio.
Y las sábanas estallaron
en flores.
“Esto es la realidad”, dijo
y los sueños empalidecieron.
“Esto es la realidad”, dijo
y los sueños empalidecieron.
Tal era pues la fuerza
tras las miradas
que durante años educadamente
nos habíamos lanzado mutuamente.
que durante años educadamente
nos habíamos lanzado mutuamente.
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