lunes, 3 de septiembre de 2018


VICENTE GAOS





A la cintura de una muchacha



Oh, delgado contorno de la vida.
El fluir de la sangre en él acaba.
Oh, columna de luz y ansia de lava.
Volcán para mi mano estremecida.

Límite de la tarde preferida,
bajo un torso de niebla enajenada.
No hay tránsito a la noche enamorada,
pájaro sometido y sin salida.

Oh, ese cerrado cielo en que se unen
el poderoso mare y el labio suave
de la tierra: horizonte atormentado.

Cómo acecha la muerte ese volumen
hermoso, tan levísimo e ingrave.
Oh, la flecha de Dios en tu costado.

OBED GONZÁLEZ MORENO





Canto V



Con mis dolores se entreteje la noche. No hay centauros en las sombras ni minotauros en la luz.
El cielo arenoso se desborda, cascada de negro polvo que sepulta.
Las almas estelas dejan, quitan sus vestimentas rutinarias, epitafios del viento. Las ciudades se sacuden, salpican sus vicios en una hoguera que engrandece. De piedras y carne remolino.
Cuando los bacales despiertan los hombres enloquecen.


De: “En medio”

JUAN MANUEL ZERMEÑO POSADAS






Nunca estuve contemplado en la nómina de Nintendo
mi vida fue puesta en un videojuego que era manejado
por dos controles al mismo tiempo:
eran controles de una palanca
débil e inclinada
durante décadas diversas niñas se fueron aburriendo
de mi historia:
conocían los pasadizos secretos
y el escondite de mis llaves secretas:
mi táctica fue cambiar el contenido de los cofres
quité las moneditas y en su lugar coloqué cerezas:
al igual que pacman mis fantasmas me perseguían
y detrás de la pantalla
dios contemplaba el espectáculo desde su butaca
de vez en cuando él me arrojaba una roseta de maíz
o un m&m’s directo a la boca
y en esos instantes todos los mares y nubes y gotas de grifo
se volvían de agua dulce
y salado se vuelve el labio que reposa sobre el mío
mientras pronuncio un game over antes de jalar
el gatillo del primer nintendo
y matar a los patos que se llevan mis sueños
hasta el fondo de la tv.




YVES BONNEFOY





El ruido de las voces



El ruido de las voces eres tú, a quien designan.
Estas solo en el encierro de los barcos oscuros.
Caminas sobre este suelo que se mueve, pero tienes
Un otro canto además de esta agua gris en tu corazón.
Otra esperanza además de este partir que te conceden.
No es sombrío, este fuego que se tambalea enfrente.
No te gusta el flujo de las simples y terrestres aguas
Y su ruta de luna donde se calma el viento.
Más bien, dices, más bien sobre las costas más muertas.
Palacios en donde estuve hasta el derrumbe,
Tu no amas salvo a la noche en tanto noche, pues carga
Con la antorcha, tu destino, de total renuncia.



BENJAMÍN VALDIVIA





Muchachas



Pasan de largo las muchachas,
esbeltas como trozos de luz.
Como si con la tierra no tuviesen
un solo compromiso.
Pasan argumentando un calor:
la insomne verdad de su carne
en la que el tiempo, aún,
no echa raíces.


De: “Paseante solitario”


AUGUSTO FERRÁN




  
Los cantares que yo escribo…



Los cantares que yo escribo
bien sabes tú, compañera,
que antes los hago contigo.


La pereza, XXXII, 1870.